Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 6 Ep. 6

Debía salir de Wintercold cuanto antes. Aion huyó de ese orfanato y pasó de largo su vehículo estrellado en los portones principales. Miró alrededor, su mirada se dirigió hacia la oscura carretera y caminó con Nevan en brazos.

Luego de algunas horas, se encontraba conduciendo un auto diferente hacia el límite interestatal más cercano para salir de Wintercold. Tragó saliva, y miró por el espejo retrovisor a su hijo, el miedo en su rostro oprimió su corazón.

«Dejaremos esta maldita ciudad para siempre», pensó, acelerando. Cuando leyó al costado de la ruta «Bienvenidos a Bennington», se permitió relajarse. Ya se encontraba en el área metropolitana de Bennington para cuando se hizo de día.

Abrió la guantera del auto robado y sacó la licencia de conducir y carnet de identidad del dueño. Miró hacia el camino de nuevo, con la mirada contemplativa, y se hizo a un lado de la carretera para sacar de su bolsillo un mazo de documentos de identidad, sujetados con una pequeña banda elástica.

Suspiró desganado.

«No puedes andar por la vida inventando identidades falsas», había dicho Gris, pero no eran falsas, pensó él. La mayoría de esos documentos los había robado de billeteras o los había encontrado en los autos que robaba en el camino; pero también había trofeos de las víctimas que había estando cosechando durante esos dos años y medio, hasta que decidió volver por Nevan. Nombres de personas de Wintercold, Ravenville, y también de Bennington ahora. Intentó no pensar demasiado en ello.

Alzó el nuevo carnet de conducir para leer a quién le pertenecía.

Paco Peñasco. Soltó una risa burlesca.

Arrancó el vehículo de nuevo y condujo unos minutos más antes de detenerse de nuevo, se metió a un cibercafé mientras miraba a Nevan que aún estaba en el auto a través de la ventana. Luego instaló un programa anónimo en el ordenador portátil con acceso a internet por el que había pagado para usar allí, entró a los registros civiles de Bennington, y duplicó el número de la cuenta bancaria del nombre que figuraba en el documento.

⸺Bueno, Sr. Peñasco, aquí tiene. Veinte mil dólares transferidos desde la generosa cuenta de Gabriel Samaras, para que utilice según lo desee… ⸺murmuró, tecleando un par de números, y luego imprimió un código de barras con el monto a retirar⸺. Muchas gracias por utilizar nuestra red de sistemas anónima de transacciones ilegales, Sr. Peñasco, que tenga buen día.

Retiró el recibo y se dirigió a un autoservicio con cajero automático para sacar todo el dinero. Rentó un apartamento por un contrato de tres meses, a nombre del mismo sujeto.

Tres meses era suficiente tiempo para pensar en lo que haría después. Por lo pronto, tener a Nevan con él ya era un gran alivio, y en Bennington gozaba de cierta libertad.

Firmó los papeles, tomó las llaves y condujo hasta el lugar. Estacionó el auto en la cochera y volteó a mirar a su hijo. Nevan estaba acurrucado en el asiento trasero, afirmado contra la puerta en una posición que parecía incómoda.

Aquella imagen de su hijo asustado, era muy dolorosa y oprimía su corazón. Aion suspiró, comprendiendo que era normal que su hijo estuviera así de alerta en su presencia: él lo había sacado a la fuerza de ese orfanato, y se lo había llevado en plena madrugada. Había visto lo que le pasó a Lourdes, y Aion se preguntaba si Nevan recordaría eso en el futuro.

Tenía miedo de que Lourdes tuviera razón. Temía que Nevan jamás confiara en él, ni mucho menos después de lo que pasó. Pero, aun así, deseaba que su hijo pudiera mirarlo a los ojos en ese momento.

⸺Nevan. ⸺Trató de hablarle despacio, pero el niño estaba decidido a no mirarlo mientras jugaba con sus deditos. Pensó en qué más podía decirle a su hijo⸺. Nevan, no voy a hacerte daño. Y si te quedas aquí, solo en el auto, te vas a aburrir, y vas a pescar un resfriado o una gripe. ⸺Intentó sonreír.

Nevan continuaba mirando sus pequeñas manos sin hacer un solo gesto. Se veía triste y asustado, como si supiera la clase de persona que era él realmente. Él apretó los labios y pensó de nuevo en Gris.

«Solo estoy pensando en qué es lo mejor para Nevan, y para mí lo más importante es que él sea feliz… Con o sin ti».

Aion suspiró y bajó del auto, abriendo la puerta trasera para que Nevan pudiera salir.

⸺Hijo… ⸺intentó una vez más. Nada cambió. Entonces se afirmó contra la puerta del conductor del auto y encendió un cigarrillo mientras esperaba a que Nevan se decidiera a salir.

Exhaló, agachando la cabeza, cuando los pequeños pies de Nevan se apoyaron en el suelo. Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Aion al mirar de reojo a su hijo mientras bajaba del auto y miraba cuidadosamente donde estaba pisando.

Nevan lo miró fijo a los ojos, y Aion mantuvo su mirada azuliverde por unos segundos hasta que Nevan empezó a correr con sus pequeños pies hacia la puerta de su nuevo hogar.

Aion bajó las bolsas de mercadería que había comprado en el supermercado antes de llegar, y entró detrás de Nevan, justo cuando lo veía desaparecer escaleras arriba. Pensó en que debía darle un poco más de tiempo y espacio a su hijo para que pudiera adaptarse a su nueva vida con él.

Cuando se aseguró de que Nevan estaba seguro y tranquilo en una de las habitaciones superiores, Aion se dirigió a la cocina. Empezó a asar un pollo con patatas y zanahorias, preparó una ensalada mixta, y luego subió con dos platos listos a la habitación. Al abrir la puerta, vio a su hijo escabullirse detrás de las anchas cortinas verdes.




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