Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 6 Ep. 9

Aion. 1. Mit. m. Dios del tiempo. También llamado Chronos, la personificación de Aion. 2. “Aionios. m. pl. Desde tiempos inmemorables. Eternidad. 3. Eón. Que abarca millones de años.

Samara. 1. “Sámara”. f. lat. Fruto alado dehiscente y papiráceo, producido por algunas familias de árboles orientales. 2. “Samaras. etim. n. p. «Del principado de Sámara», Casa de la antigua familia monarca del noreste de Grecia, en Stratopoulos, en el límite con Bulgaria. El último descendiente acreditado fue “Lord Sage Samaras” (1937 – desconocido).

Sam se detuvo en la entrada de la gran casa residencial campestre donde pasaría una semana más con Nevan antes de irse del país para siempre.

Era una decisión que había tomado tiempo atrás. Y, aunque no estaba seguro del porqué, había escogido Grecia, como destino.

Algo dentro de él lo llamaba a ese lugar, y de alguna manera, pensó que tenía sentido. Gabriel había nacido allá, y pensó que era algo poético ir a visitar la tierra de Gabriel y sus padres, y los padres de sus padres.

Grecia era como estar lejos y cerca de casa al mismo tiempo. No tenía idea de lo que iba a enfrentar una vez allá, no hablaba el idioma en absoluto, pero parecía un buen lugar… Remoto, «primitivo», lleno de historia y cultura; donde podría comenzar de cero una vez más. Allí no tendría que esconderse de nadie, allí podría ser él mismo otra vez: Aion Samaras era el nombre perfecto para un pequeño pueblo griego perfecto, Aion Samaras en Grecia sería sólo un hombre más.

Apagó el motor del auto y volteó a mirar a Nevan, que dormía en el asiento de atrás. Había viajado toda la noche en absoluta oscuridad, y ya sentía el peso del sueño pasándole factura a su agotado cuerpo. Necesitaba descansar.

Estaba sacando las valijas del baúl cuando su celular sonó, algo que no era frecuente. Sam lo tomó y le frunció el ceño al número en su pantalla: era el mismo número de la recepción de la habitación que había alquilado.

⸺¿Hola?

Buenos días, Sr. Brown. Le llamo para confirmar su reservación para hoy. ⸺La voz era femenina y atractiva, inocente.

⸺Sí, dígame… ⸺Sam se enderezó y apretó la mandíbula.

Le recuerdo que su reservación fue programada para hoy a las seis treinta a.m., de lo contrario será cancelada.

⸺¿A las seis treinta? Pero apenas ayer me dijeron que estaría disponible desde las siete…

Señor Brown… ⸺dijo la mujer con paciencia⸺. Se confirma la plaza con media hora antes de anticipación, si tiene inconvenientes-

⸺Estoy afuera ⸺interrumpió Aion, mirando su reloj de muñeca. Eran las 6:35 a.m.

Entonces acérquese ya. Tiene demora de cinco minutos.

Sam titubeó. La insistencia de la chica lo tomó por sorpresa, su mano presionó su celular con mayor firmeza.

⸺Iré enseguida. ⸺Colgó y miró a Nevan una vez más durmiendo pacíficamente en el auto, le sonrió a su hijo y se acercó para besarlo y acariciar su oscuro cabello⸺. Te amo, hijo. Te veré en un minuto.

Cerró la puerta del auto y se dirigió a la entrada de la residencia, abriendo una de las enormes hojas de la puerta. Al entrar al sitio, lo recorrió un horrible escalofrío. El salón de la recepción era frío e inhóspito. No le inspiraba el más mínimo confort.

Sus ojos se clavaron en la recepcionista detrás del enorme recibidor, le pareció curioso su color de cabello: rubio ceniza, con destellos violáceos.

⸺¿Señorita…? ⸺Sam se pronunció y caminó con determinación hacia ella, los oscuros ojos cafés de la joven brillaron con asombro y a la vez con certeza. Sam frunció el ceño sintiendo otra ola de incomodidad allí dentro. La mujer lo miraba como si lo hubiera reconocido, como si hubiera estado esperando por él.

Cuando ella habló, supo que había cometido un grave, gravísimo error.

⸺Buenos días, señor Samaras.

El pulso de Sam se disparó al oír su nombre en los labios de aquella mujer extraña. Pensó inmediatamente en Nevan, y sus ojos se dirigieron directo a la salida.

⸺Antes de dar un solo paso y poner un pie afuera, yo me lo pensaría mejor, Aion ⸺dijo esta vez otra persona.

Sam quedó congelado. Estaba acorralado ahora. Sentía un nudo en el estómago. Giró para ver quién portaba tal voz aterciopelada y seductiva: era una mujer de mayor edad que la recepcionista.

Estaba afirmada contra el recibidor y usaba un elegante sombrero de diseñador que hacía juego con su vestido rojo. Un rojo cereza intenso que combinaba con el color de sus labios estirados en una sonrisa que le dio escalofríos.

Aion no dudó y giró su cuerpo completamente hacia ella mientras sacaba y desbloqueaba una Glock de su pantalón. Le apuntó directamente a la cabeza.

⸺Dame una buena razón por la que no debería volarte la cabeza en este mismo instante ⸺la amenazó.

⸺Si de algo estoy segura, es que no te conviene disparar esa arma, amor.

Aion reaccionó ante aquellas palabras y apretó aún más su agarre en la empuñadura del arma.




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