Tenía que ser el de antes. El Aion Samaras que no sentía nada. Se aseguró de separar sus emociones de sus impulsos con el filtro de la objetividad. Esto se trataba de Nevan, no de él, y tenerlo de vuelta a su lado dependía de que él trabajara para estas personas e hiciera bien su trabajo.
Ahora estaba donde la asistente de Ego le había dicho. Tenía la mirada fija en el espejo retrovisor mientras esperaba a que el hombre estacionara su coche. Aion se escondía en el auto que Zeta le había proporcionado para la misión, y vio al hombre salir tarareando una canción popular que pasaban por la radio.
Aion pacientemente sentado, una expresión neutral que dejaba sin delatar nada de lo que sentía en su interior.
Se concentró en la figura del hombre hasta que desapareció detrás del ascensor. Era hora de ponerse a trabajar. Podía hacerlo sin ningún problema.
—¿Ya estás dentro? —La voz de Romania a través de su auricular interrumpió sus pensamientos.
—Sí —dijo Aion secamente, y salió del coche.
⸺No debes decir «sí», debes decir «positivo» —dijo Romania, casi regañándolo, lo que lo fastidió en gran manera.
⸺No veo cuál es la maldita diferencia. —Aion respondió bruscamente a su auricular mientras caminaba hacia el coche del hombre, aparcado más allá.
Sus ojos escudriñaron los alrededores, preparándose mentalmente para la tarea que tenía entre manos.
Avanzó con rapidez y determinación a través del estacionamiento subterráneo del edificio de negocios al que Ego lo había enviado.
Miró el vehículo de su objetivo a través de la ventanilla, manteniendo una distancia suficiente para no hacer saltar la alarma, pero un momento después Aion frunció el ceño y, con un solo movimiento tranquilo, abrió la puerta del coche como si nada.
Un destello de molestia y confusión cruzó su rostro. ¿Cómo un hombre tan descuidado podía ser una amenaza para alguien como la despiadada mujer que era Ego? Sacudió levemente la cabeza, preguntándose si realmente se trataba de eso, o el tipo solo era demasiado confiado. De cualquier manera, hizo sus dudas a un lado y se puso manos a la obra.
Buscó en el interior del coche por cualquier información que pudiera serle de utilidad a Ego, y se detuvo de inmediato al ver la libreta de negocios y contactos del hombre arriba del tablero.
Soltó un jadeo de incredulidad. Esto era ridículo, ni siquiera tuvo que forzar nada. El auto estaba ahí dispuesto, como si fuera suyo, información sensible al alcance de su mano mientras Aion le tomaba fotos a las páginas antes de regresarla a su sitio.
¿En serio Ego lo había mandado a vigilar a este hombre? ¿Realmente el trabajo era así de sencillo? Aion podría haberse preocupado por la facilidad que le estaba tomando realizar aquel trabajo.
Sintiendo una mezcla de satisfacción y escepticismo, devolvió cuidadosamente la libreta a su lugar original, pero no podía sacudirse la sensación de que había algo más en todo este asunto, algo que no comprendía.
Salió del coche y cerró la puerta. Luego caminó hasta que estuvo en la parte de atrás y colocó un pequeño rastreador en el eje de la rueda donde sería difícil encontrarlo. Una vez listo, avanzó silenciosamente por el pasillo, decidiendo que era más seguro tomar las escaleras en lugar del ascensor. Estaba pensando en esto cuando Romania lo interrumpió de nuevo:
—¿Localizaste el objetivo? ⸺La voz de la asistente de repente se convirtió en una verdadera molestia y Aion respiró hondo poniendo los ojos en blanco.
Estaba muerto de ansiedad y nervios, en medio de una misión que era clave para recuperar a su hijo, y lo último que necesitaba era una asistente charlatana que lo interrumpiera constantemente.
—Sí, ya localicé el objetivo —respondió con sequedad, su tono transmitía la irritación que sentía—. He puesto un rastreador en el vehículo del objetivo y tengo la información necesaria. ¿Podemos saltarnos el diálogo innecesario?
Hubo una larga pausa.
⸺Mi trabajo es asegurarme de que estás haciendo bien el trabajo ⸺respondió Romania en un tono seco.
⸺Y mi trabajo es hacer este maldito trabajo, y no puedo hacer eso si sigues hablando y hablando. Sé lo que estoy haciendo, y sería de gran ayuda que cierres la boca —murmuró Aion un poco agitado mientras subía las escaleras.
Hubo otro largo silencio de intermedio.
⸺Copiado. ⸺Romania pareció ofendida y luego cortó la conexión.
Aion dejó escapar un suspiro de alivio cuando ella finalmente dejó de hablar.
Continuó subiendo las escaleras, con la mente en la misión, y no necesitaba distracciones ni interrupciones de nadie, especialmente de la asistente parlanchina de Ego.
No quería ser grosero con la chica, pero odiaba que lo mantuvieran vigilado y le recordaran sus propias capacidades.
Sacudió la cabeza, sintiendo apenas una punzada culpa. El desprecio que guardaba por Ego se proyectaba, aunque de manera injusta, sobre Romania.
Sabía que ella solo cumplía con su trabajo, pero la situación…, el auricular en su oído, no hacía más que traer a su memoria la imagen de Gabriel, usándolo para matar a su propio padre.
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Editado: 12.11.2024