Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 8 Ep. 4

(🚨⚠️ Spoiler de narraciones de relaciones sexuales no explícito ya que no es una novela erótica. Fin de spoiler.)

Aion Samaras apretó los ojos antes de abrirlos poco a poco. Su cabeza daba vueltas a pesar de tenerla afirmada contra la ventanilla de la puerta de su auto. Afuera, el paisaje se movía mientras avanzaba por la calle. Se movió en su asiento con un leve gruñido y giró la cabeza, encontrando a Iván mientras conducía hacia algún sitio. Al menos Iván había tomado su coche.

⸺¿Cuánto tiempo…? ⸺intentó terminar la pregunta, pero su boca estaba seca y sabía amarga.

Iván Prado lo repasó con la vista brevemente y volvió su mirada hacia adelante.

⸺Jamás imaginé que estaría conduciendo tu auto… contigo… vivo. ⸺Inspiró aire profundamente, algo parecía irritarle. Iván añadió⸺: Dime, ¿sabes quién hizo esto o por qué?

Aion se enderezó poco a poco en el asiento, frunciéndole el ceño al camino frente a ellos.

⸺Llévame con ella ⸺dijo en un tono casi demandante.

Iván soltó una risa sobrante.

⸺¿Quién te crees que soy? ¿Tu chófer personal? ⸺cuestionó, mirándolo de arriba abajo con exasperación⸺. Irás conmigo, voy a custodiarte hasta que estés mejor.

Aion lo miró fijamente.

⸺Iván, tengo que ir con Ego, o ella sospechará.

El hombre que le había salvado la vida aquella vez lo miró con desdén, y luego se desvió por otro camino. Aion apenas se permitió relajarse mientras viajaban en silencio, un silencio que no era agradable pero tampoco incómodo, hasta que él volvió a hablar:

⸺¿Puedes encargarte de mi casa?

⸺Ya estoy en eso. Y no te preocupes, mi equipo es de confianza ⸺lo tranquilizó Iván, y luego sacó del bolsillo de su camisa el celular destruido de Aion.

Él lo recibió intentando empujar el nudo en su garganta.

⸺Detente aquí.

⸺¿Por qué? Faltan varios kilómetros… ⸺se opuso Iván, y Aion lo miró cejijunto.

⸺No estarás pensando que es una buena idea aparecerte en el jodido edificio de

Ego, sería un suicidio ⸺replicó al policía⸺. Párate a un costado, yo seguiré conduciendo desde aquí.

Iván soltó un resoplido de fastidio y rodó los ojos antes de ceder.

⸺Está bien, pero después de esto vamos a hablar de lo que pasó allá ⸺refunfuñó y frenó el coche.

Aion esperó a que Iván saliera del auto y, con mucho esfuerzo, se movió del asiento contiguo al asiento frente volante, soltando quejidos de dolor mientras Iván estaba afuera echándole un vistazo a los alrededores hasta que pareció darse cuenta de algo.

⸺Espera, ¿y yo cómo hago ahora? ⸺le preguntó. Y Aion se encogió de hombros, haciendo que Iván lo mirara indignado⸺. ¿Me vas a dejar aquí parado junto a la calle, en medio de la nada? Vamos…

Aion sacó la cabeza por la ventana para mirarlo bien a los ojos, y con mucha seriedad y determinación, le dijo:

⸺Haz autostop.

Subió la ventanilla del coche y continuó su marcha. Una mueca de cruel diversión se dibujó en su rostro al ver por el espejo retrovisor a Iván parado en el medio de la calle.

Cuando llegó a la entrada del edificio de Ego, dos guardias de ella aguardaban en la puerta. Eran hombres de Zeta.

Aion salió de su coche, y al ser notado por estos, los hombres intercambiaron una mirada de consternación entre ellos. Parecían sorprendidos de verlo.

Aion caminó hacia ellos, se detuvo frente a la puerta y los miró a ambos con una expresión sombría. Los vio sujetar sus rifles con fuerza ⸺los mismos modelos que portaban los asesinos que habían ido a su casa para matarlo⸺, y tomó aire enderezándose a pesar del malestar general que tenía.

Los miró a los ojos como advirtiéndoles lo que pasaba si se metían con él, pues su camisa manchada con sangre suya y sangre ajena, hollín, y polvo, les dio una buena idea de lo que les había sucedido a los otros seis.

Pasó junto a ellos con la mirada al frente, en busca de Ego. Ella volteó y dejó salir un suspiro de decepción cuando lo vio llegar a su oficina.

⸺Ah, otra vez tienes la ropa sucia y llena de sangre ⸺señaló con desdén, cruzándose de brazos, pero Aion estaba exhausto como para comentar algo sarcástico.

Él le frunció el ceño al verla jugando con su bolígrafo verde entre sus largos dedos. Se preguntó si aquel ordinario objeto significaba algo para Ego, siendo que era lo único allí que era de un color diferente a todo lo que lo rodeaba y no parecía encajar con la mujer.

Sacudió la cabeza y exhaló frustrado. No tenía ningún sentido pensar en algo así ahora mismo. Apretó sus manos entumecidas en dos puños, sus piernas temblaban del cansancio extremo y del dolor perpetuo que sentía en sus huesos. Su núcleo interior estaba quebrado. El Aion Samaras omnipotente había sido asesinado. Pensó que, si en ese mismo instante entraba una horda más de asesinos, iba a dejarse morir.

Consideraba aquello mientras miraba fijamente a Ego, el verdadero demonio encarnado. La maldad, la crueldad e indiferencia tal como Aion las conocía, no eran nada comparadas con lo que representaba esta mujer.




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