Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 9 Ep. 2

Una vez que todas las preguntas obtuvieron respuestas, Aion finalmente pudo hacer lo que había venido a hacer.

Se encerró en la oficina de su padre intentando acceder al código raíz de Pandora, y así obtener la mayor cantidad de información posible de Ego y del político serbio que Ego quería que él asesinara. Sin embargo, cuando se sentó en el sillón ejecutivo de su padre, encontró problemas con Pandora.

El tiempo pasaba imposiblemente despacio y Aion comenzaba a frustrarse. Había muchas cosas que aún no comprendía de los algoritmos y programas que su padre había diseñado: restricciones, contraseñas y medidas que la misma IA había tomado, impedían que incluso el único Samaras vivo pudiera entrar en su sistema.

⸺Acceso denegado ⸺dijo Pandora por milésima vez⸺. Se requieren permisos de superusuario.

⸺¡Vete a la mierda! ¿Qué tipo de restricciones son estas? ⸺profirió Aion con rabia mientras escribía instrucciones para obligar a la IA a darle acceso a la raíz de su código.

⸺Se requieren permisos ejecutivos del superusuario: Gabriel Samaras ⸺repitió Pandora.

Escucharla mencionar a su padre, hizo que el corazón de Aion le ardiera con un sentimiento angustiante. Gabriel estaba muerto, no había forma de que pudiera ayudarlo ahora.

Aion jadeó y se frotó la frente con hartazgo mientras cerraba los ojos y oía la lejana voz de Iván en la sala principal. Al parecer, el policía también estaba perdiendo la paciencia con las preguntas que Wally le hacía sobre el pasado entre ellos dos.

⸺Déjame ver los permisos que tengo sin usar el acceso de superusuario. ⸺Aion le indicó a Pandora, cada vez más desanimado.

Una lista de diferentes comandos se desplegó en la pantalla. Aion Samaras examinó los diferentes nombres de permisos sin detenerse en ninguno de ellos hasta que se encontró con uno que le llamó la atención. Apretó los labios en una fina línea. Era un comando de voz, aunque parecía más bien un encantamiento de magia, y decía: «Noctis Absoluta».

Frunció el ceño con curiosidad ante aquel extraño comando. Quizás solo era un simple acceso al sistema eléctrico de la casa o algo así. Repasó el nombre del permiso para ver si no estaba equivocado y vio que era correcto, lo que significaba que sí podía usarlo. Entonces, dijo en un tono firme y autoritario:

⸺Pandora… Noctis Absoluta.

Nada cambió a primera vista. Ahora estaba más intrigado que antes. Aion suspiró, pensando que era una orden estúpida para empezar y se recostó en su silla, aburrido. El zumbido eléctrico de Pandora se desvaneció abruptamente seguido de un parpadeo en las pantallas. Luego hubo silencio. Y finalmente, una alerta.

Aion Samaras parpadeó, confundido, miró la pantalla y leyó la notificación en rojo brillante:

«Apagón en curso. Servidores fuera de línea. Distrito central de Wintercold afectado. Red colapsada...»

¿Qué…? ⸺su ritmo cardíaco se disparó. Se puso de pie de inmediato.

«¿Qué carajo…?», pensó.

Pandora proyectó un mapa de Wintercold, ahora cubierto de parches rojos, sangrantes…, señalando puntos de impacto: fábricas, hospitales, distritos residenciales. La ciudad entera se estaba apagando.

Aion retrocedió un paso, negando con la cabeza. Su respiración se tornó irregular. Sus ojos abiertos de par en par mientras él pensaba en que solo quería hacer una simple prueba. Era un simple comando, pero Aion no había calculado que tal cosa pudiera desencadenar una crisis de tales proporciones, no de esta magnitud… No ahora. No aquí. Y definitivamente, no esperaba que ese permiso pudiera estar a su disposición sin tener los accesos de superusuario.

Esto no podía estar pasando.

Se recordó a sí mismo de la peor forma que Pandora no era una simple IA. Era un sistema de control, una llave de acceso que él tenía en su poder. Y aunque Aion tenía todo el control ahora, en ese mismo instante también lo estaba perdiendo por completo.

Desde el otro lado de la oficina, la voz de Iván irrumpió con furia.

¡Aion!

Él no volteó. Seguía mirando el mapa con incredulidad, oyendo los golpes firmes de Iván contra la puerta, exigiéndole respuestas. Apretó la mandíbula y salió de la oficina.

Los ojos de Iván brillaban con rabia y… pánico, observó Aion. El celular del policía no dejaba de recibir llamadas y mensajes urgentes de su unidad. Su prioridad acababa de cambiar, y pasaba de ser el responsable de detener a criminales internacionales, a controlar una ciudad entera al borde del colapso.

⸺¡¿Qué demonios hiciste?! —gritó Iván con el rostro desencajado y sudor formándose en su frente arrugada.

­⸺¿Yo? ⸺Aion alzó las cejas.

En su mente, todo se movía con lentitud. Seguía pensando en Pandora, y en su padre. Gabriel había asegurado el control de Wintercold con cada pieza de tecnología que había dejado en su poder. Tecnología demasiado compleja para su nuevo dueño, demasiado peligrosa para ser la responsabilidad de un solo hombre que apenas comprendía lo que estaba sucediendo.

⸺N-No lo sé ⸺respondió dudando. Había incredulidad y horror en su rostro, pero pronto se le formó una leve sonrisa de satisfacción.




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