Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 9 Ep. 6

Dante ya estaba esperándolo cuando regresó por la mañana a Hyoga Village. Sonaba Tchaikovsky en el auto mientras ingresaba a la cochera. Salió sin mirarlo a la cara.

⸺¿Iván no ha regresado?

⸺No, señor.

⸺Muy bien. ¿Y Wally?

⸺El avión del joven Hoddard ya salió. Está camino a Tesalónica, como usted ordenó.

⸺Bien… ⸺Hizo una pausa⸺. ¿Se resistió a la idea?

⸺… Como era de esperarse ⸺respondió Dante con una expresión culpable­­

Aion inspiró profundamente y asintió un instante luego.

­⸺Consíguele un intérprete para que no se vuelva loco. De su edad, y si es mujer, mucho mejor.

Avanzó hasta la oficina de… Hasta su oficina, y se encerró allí sin decir una palabra más. Empezaba a sentir la opresión en el medio de su pecho. Estaba solo otra vez.

Su mirada escaneó con apatía y languidez aquella habitación tan ajena a él mismo. Todo allí representaba lo que había perdido, representaba a Gabriel. Su espíritu habitaba la casa, pero aún no podía contactar con él.

Una mueca torcida con la intención de ser una sonrisa se dibujó en su cara. Iba a «contactar» a Gabriel.

«Nada más me hace falta la ouija», pensó, y su gesto en la boca tomó verdadera forma de sonrisa, una llena de sátira.

Dio un chasquido con la lengua, enderezándose un poco. No era tan loco hablar con Gabriel si ya estaba viendo y oyendo a Gris también. ¿Qué tan malo podía ser? Solo tenía que cederle otra dosis de su valiosa cordura y podría tenerlo frente a él. Una buena rebanada de su cerebro ya trastornado para que Gabriel pudiera habitar dentro de él.

Pensó en lo que Gris le había dicho:

«Si realmente quieres verlo y hablar con él con todo tu corazón… Y… si eres capaz de perdonarlo…, podrás verlo. Olvida el dolor que te causó. Olvida todo eso. Lo necesitas.»

Sus ojos se empañaron de lágrimas al instante.

¿Cómo iba a ser capaz de dejar a un lado todo el dolor que su padre le había causado? ¿Cómo podría pensar en otra cosa que no fuera el cuerpo desvanecido de vida de Gabriel mientras él lo aferraba en sus brazos, pidiéndole perdón?

Aún podía sentir el calor de su sangre caliente en sus manos. El último hálito de vida que exhaló en aquellas amargas últimas palabras mientras su mirada perecía:

«No me odies…, hijo. Espero que me perdones…»

Volvió a afirmarse contra la puerta y se deslizó hasta el suelo, cubriéndose el rostro con las manos. Ahogó su sollozo para que Dante no pudiera oírlo, si es que estaba del otro lado.

No tenía a Gabriel, no tenía a su hijo, no le quedaban amigos, no tenía nada. Solo dolor. Pero tenía que hacerlo a un lado. Tenía que…

Intentaba mantener la compostura que le quedaba, cuando oyó sonidos de aves ululando afuera. Frunció el ceño al notar la oscuridad que le rodeaba. Observó con odio aquella espantosa penumbra que siempre había perturbado su alma. Salió de inmediato de la oficina, pero no sin antes abrir las amplias ventanas de par en par.

La luz engulló toda oscuridad, el débil calor del sol acarició su rostro, el frío enfriando sus lágrimas.

⸺Quiero todas las ventanas y persianas abiertas, ¡ya! ⸺ordenó a cualquiera que estuviera escuchando.

Dante empezó a abrir las cortinas y Pandora se encargó de desbloquearlas. Algunas rechinaban de nunca haber sido abiertas. La casa parecía sufrir el cambio. Pero esto era necesario. Los fantasmas de la oscuridad debían marcharse. Ya no más sombras, ya no más.

La luz abrazó todo lo que podía alcanzar.

La casa cobró vida y era majestuosa ante el brillo natural. Era enorme. Notó cómo el cabello albino de Dante brillaba como el de un ángel, sus ojos azules eran intensos. Sus propios ojos grises se iluminaron también. Se pronunciaron las marcas del llanto en su rostro.

Dante observó a su alrededor, asombrado.

⸺Veintisiete años ⸺dijo⸺. Veintisiete años desde la última vez que la vi de esta manera. Parecía profundamente conmovido. Dante continuó⸺: El polvo y la humedad… serán un problema ⸺reflexionó⸺. La casa podría sufrir las consecuencias.

Aion exhaló profundamente, intentando sacudirse el cansancio que sentía sobre sus hombros.

⸺Tráeme a la gente que creas necesaria ⸺dijo, y se dirigió a la biblioteca⸺. Y también a alguien que se encargue de conservar las pinturas, y los pisos, muebles y escaleras de madera.

⸺Como usted lo desee, señor. ⸺Dante contempló el lugar por un momento más y musitó con sus cejas alzadas⸺: La casa sufrirá…

•❅──────✧✦✧──────❅•

Aion escaneó la biblioteca lentamente. Sus ojos brillaban con anhelo y nostalgia. Gabriel estaba muerto, pero podía sentirlo por todos lados, como si Gabriel aún estuviera allí pero él no pudiera verlo.

Pensó en todo lo que habían atravesado. Todo el sufrimiento…

No. Él no estaba allí para revivir el dolor que le había causado. Lo extrañaba demasiado, y tenía que perdonarlo.




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