Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 9 Ep. 10

Aion Samaras se lamió el labio superior, saboreando su sangre. Su confianza hizo que el otro hombre se pusiera en guardia, esperando una pelea con un oponente formidable.

Miró al hombre a los ojos, midiéndolo cuidadosamente, esperando el primer movimiento.

El guardia se lanzó hacia él con un rugido y un puño cerrado que iba directo a su mandíbula. Aion esquivó el ataque con facilidad, y tan pronto como el puño estuvo cerca, agarró la muñeca del hombre y se abalanzó hacia su oponente para abordarlo directamente en el pecho.

Con la fuerza de su impulso, empujó al hombre, forcejeando con él. Le dio un puñetazo en toda la cara, y lo envió volando hacia atrás. El guardia tropezó cayendo directamente al suelo con un gemido audible. Su nariz también sangraba ahora.

Aion Samaras sonrió, su pecho subía y bajaba debido a la adrenalina y la intensidad de las emociones que sentía

⸺¿Cómo se siente eso, eh? ⸺se mofó.

Dio unos cuantos pasos más cerca con la intención de inmovilizar al hombre poniéndole un pie en la garganta.

El guardia dejó que se acercara. Solo para agarrarlo del tobillo una vez que estuvo lo suficientemente cerca. Lo hizo caer al piso junto con él, comenzando a golpearlo varias veces. Sus cuerpos rodando por el piso mientras se pegaban de manera violenta, esparciendo sangre, jadeos de esfuerzo y gruñidos de dolor.

Aion tomó los brazos del guardia y trató de redirigir sus puñetazos hacia un lado. La muñeca del hombre se rompió con un movimiento que Aion hizo y gritó de dolor, agarrándose la muñeca rota y tumbándose de espaldas en el suelo. Le temblaba la mano. Tenía la boca y los dientes llenos de sangre, pero aún podía pelear.

Aion Samaras reaccionó rápidamente cuando lo vio sacar un cuchillo de su cinturón. Se levantó de nuevo, tratando de mantener la mayor distancia posible entre él y el hombre.

Cuchillos. Maldita sea.

Odiaba cuando lo amenazaban con un cuchillo. Su piel parecía estremecerse al recordar cada cicatriz, cada herida que Gabriel le había infligido en el pasado.

Apretó la mandíbula. Sus ojos reflejaron un miedo muy viejo, un temor que nunca pudo sacudirse del todo, pero no dejó que el otro hombre supiera lo preocupado que él estaba. Su respiración era errática, pero estaba preparado para soportarlo.

⸺¡Ahora te vas a morir, hijo de puta! ⸺gritó el guardia, lanzándole cuchilladas.

Aion trató de esquivar tantos cortes como le fue posible, pero se cortó en las muñecas y los brazos varias veces. Su camisa ya estaba completamente estropeada. Sangre brotaba de sus heridas.

Apretó los dientes, resistiendo el dolor. La situación estaba saliéndose de control. Trató de quitarle el cuchillo al guardia, pero no podía alcanzarlo. El hombre embestía y saltaba hacia atrás, evitando cada uno de sus puñetazos.

Aion empezaba a sentir su propio cansancio. Soltó un leve jadeo y se movió hacia su lado izquierdo para acercarse al guardia, todo esto mientras bloqueaba y esquivaba los cortes.

Siguió esquivando hasta que vio una abertura en la defensa del guardia, que había dejado expuesto su propio flanco. Aion aprovechó este error y lanzó un puñetazo directo a la cara del hombre, haciéndolo caer al suelo una vez más.

El cuchillo voló de la mano del guardia, produciendo un pesado tintineo metálico contra los cerámicos del piso.

Era la oportunidad perfecta.

Aion lo alcanzó rápidamente y se inclinó contra el hombre en el suelo, atrapándolo entre sus piernas. Luego tomó el cuchillo por el puño y su base, y lo enfiló directo hacia su corazón.

El guardia reaccionó a tiempo para tomarlo por los brazos, intentando evitar su final fatal. Apretó los dientes; ambos hombres mirándose fijamente con odio mientras Aion trataba de presionar hacia abajo con todo su peso, sin poder creer la fuerza que el hombre aún tenía.

Con un fuerte gruñido, Aion venció la fuerza del hombre en una embestida y le enterró el cuchillo en el pecho. Jadeaba sobre el cuerpo del guardia una vez que este estuvo muerto.

Aion Samaras se apartó de él, sentándose a su lado mientras trataba de recuperar el aliento. La adrenalina que lo había mantenido durante la pelea estaba comenzando a desaparecer. Su cuerpo temblaba erráticamente. Se sentía mareado. Había perdido suficiente sangre.

Miró el cuerpo sin vida del guardia, que también estaba cubierto de sangre, y finalmente respiró hondo y miró hacia otro lado.

Estaba agotado. Su cuerpo ahora estaba lleno de moretones y heridas. Esta pelea había ido demasiado lejos. Había sido muy personal cuando el guardia sacó un cuchillo.

Aún se esforzaba por recuperar el aliento mientras gruñía para incorporarse. Se quedó parado allí por un largo instante, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Luego, con una mano temblorosa, abrió el micrófono de su auricular y habló con sus hombres.

⸺¿Hay alguna actividad en los demás pisos por encima de mí?

⸺La fiesta parece ir bien. No hemos tenido ningún problema con los invitados. Ahora casi todos están en el casino, apostando, así que están muy entretenidos. El resto del edificio sigue bajo control y nadie ha podido acceder a este piso en el que estamos. Todavía no tenemos señales de que la policía haya intentado entrar en las instalaciones.




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