Los pecados de nuestras manos

Capítulo 10 Ep. 2 - "Escondite secreto"

Un sonido lo suficientemente fuerte como para que pueda oírlo a través del metal macizo lo agarra con la guardia baja. Aion busca a tientas en la oscuridad hasta que enciende la pantalla de su móvil y una luz azul tiñe todo el lugar.

Gris duerme en una de las esquinas, su piel brilla con su sudor. El calor allí dentro se está volviendo sofocante. Vuelve a escuchar el sonido esta vez más despacio afuera. Probablemente tendrán que irse de ahí de inmediato.

Aion se acerca lentamente para despertarla. Primero la llama a tientas, y al no recibir respuesta, enciende la linterna de su celular un momento para observarla mejor. Gris está sumida en un profundo sueño. Su pecho sube y baja con calma y en el fondo él está aliviado de que nada esté perturbando su sueño; pues parece necesitarlo demasiado. Entonces se pone de cuclillas frente a ella, lo suficientemente cerca como para oír su respiración pesada, y sacude su hombro con suavidad.

—Gris, hey.

Ella despierta incorporándose de un salto, y justo antes de que empiece a gritar, Aion le cubre la boca con su mano y pone la otra justo detrás de su nuca, sosteniéndola cerca de su rostro para que lo reconozca.

—Está bien, soy yo —le habla despacio. Ella lo mira con ojos muy abiertos, su respiración se torna agitada y superficial mientras se demora unos segundos en entender lo que está pasando.

Cuando Aion se asegura que está despierta del todo, aparta sus manos y se incorpora lentamente tomando de vuelta su celular.

—¿Qué pasa? ¿Más problemas? —susurra Gris nerviosa.

Con sus ojos fijos en la compuerta, Aion pone un dedo en sus labios en un gesto que le indica a Gris que guarde silencio y permanece así un par de minutos.

—Tenemos que irnos —musita tan despacio que duda que Gris lo haya escuchado. Entonces le ofrece su mano para ayudarla a ponerse de pie y la acerca junto a él justo debajo de la compuerta—. Te subiré a mis hombros así abres la puerta despacio para ver si afuera está despejado.

La mano de Gris ejerce una mayor presión sobre la suya antes de apartarla mientras ella traga saliva, y luego asiente torpemente con la cabeza.

—Bien, entonces… correcto. Me subo y… miro alrededor. —Se aclara la garganta—. Sí, sí. Creo que puedo hacer eso.

Aion Samaras contempla a Gris con curiosidad. Puede notar sus músculos tensos, la incomodidad en su mirada brillosa y el temblor de sus piernas. Sus manos se aprietan en dos puños como si así pudiese ocultar de su vista el hecho de que él la hace temblar.

Entonces él clava sus ojos en los suyos y comienza a bajar lentamente frente a ella, arrodillándose a sus pies sin romper en ningún momento el contacto visual, el rostro de Gris empieza a tornarse tan rojo como la luz de un semáforo.

—Acércate, te ayudaré. Ponte detrás de mí y sube una pierna, mientras te sostengo, sube la otra —le explica sonando indiferente. Gris vuelve a tragar saliva. Y cuando comienza a rodearlo para ubicarse justo detrás de él, Aion sonríe con engreimiento y autocomplaciencia.

Siente las manos de Gris temblar un momento cuando se afirman sobre sus hombros, la oye exhalar cortamente mientras se toma su tiempo antes de comenzar a hacer lo que él le indicó y luego sube su pierna izquierda. El contacto de su piel caliente alrededor de su cuello y su hombro lo obliga a contener la respiración.

Aion sujeta su pierna para darle equilibrio en lo que ella trata de subir la otra con torpeza, por accidente ella tira de su cabello con ambas manos, cosa que lo hace gemir involuntariamente.

—P-perdón —musita Gris aflojando sus manos y sin dejar de temblar.

—¿Estás bien? —pregunta Aion, y su voz se oye ligeramente preocupada.

—Ehh… sí, ejem. Sí, estoy bien, todo bien. Estoy lista.

Aion sostiene sus piernas con firmeza, sus dedos presionan la masa de sus músculos y pequeñas gotas de sudor se forman, haciendo que sus manos resbalen contra su piel. Luego siente que alrededor de su cuello y su nuca se está prendiendo fuego. Sus muslos suaves y torneados se ajustan a su cuello, tocando sus mejillas y siente el aroma dulce y caliente que se desprende de su piel. Una piel que Aion podría besar si girarse apenas unos centímetros. El calor sigue subiendo allí dentro. 

«Me lo estoy imaginando», intenta convencerse. Sin embargo, el calor se intensifica y comienza a sudar tanto como la piel descubierta de Gris. 

«¿Realmente hace calor o…»

—Estoy lista —repite Gris con más insistencia.

Aion aparta sus pensamientos.

—Bien, me voy a poner de pie lentamente y… —, sus nervios lo traicionan por un momento y su voz tiembla—. Abre la compuerta despacio y dime todo lo que ves.

—Nada… ningún movimiento, solo un poco de resplandor donde empezó el fuego y… no parece haber gente cerca.

Aion exhala aliviado haciendo que sus hombros bajen y Gris se estremece un poco por eso.

—Bien, sube.

Una vez que ella está afuera, se envuelve a sí misma entre sus brazos. Aion llama su atención.

—¿Me das una mano? —, consulta, y en un instante Gris le ofrece ayuda. Él suspira ligeramente, dando un pequeño salto para tomarla y con un poco de esfuerzo se sujeta de las orillas del hueco y el resto lo hace por su cuenta. El frío repentino es constrastante con el asfixiante calor que hay dentro del vagón—. Está frío —dice, comenzando a tiritar con la brisa que sopla contra su cuerpo, enfriando su sudor.




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