Los pedazos de mi corazón | ~{amores Verdaderos #1}

Capítulo 13

Más tarde, con el arribo del atardecer, Anastasia escuchó el galopar y relinchar de caballos, se aproximó a la ventana, y observó la llegada de múltiples carruajes desde los que descendían hombres y mujeres ataviados con los mejores trajes, la joven estaba emocionada, en su vida había visto tanta elegancia y opulencia como en ese desfile de aristócratas.

De pronto su corazón comenzó a latir con fuerza, sintió un cosquilleo en su estómago, era él, tan imponente y atractivo, se veía aun mas guapo de lo que lo recordaba, lo vió bajar de su carruaje, y darle la mano a una mujer, una señora mayor, muy hermosa ~{Debe ser su madre, comparten algunos rasgos físicos... si definitivamente es su madre, es bellisima}~ pensó ella.
Desde la ventana de su habitación lo observó embobada hasta que se perdió de su vista, supuso que debía haber ingresado al salón.

                           ~•~•~•~•~

— Hijo, por favor, no tengas esa cara, es sólo un baile y ya, nada más que eso. ¿Quién sabe si luego te llama la atención?.

— Madre, no — zanjo —. Ya le he dicho de la joven con la que me desposaré, será ella y punto. Además, apuesto que esta dama tiene menos cerebro que una hormiga — declaró Gregory mientras se quitaba su abrigo y se lo entregaba a un lacayo.

— Shhh, hijo, no digas eso, te pueden oír — Examinó su alrededor, mas nadie lo había escuchado —. Ahora pon tu mejor sonrisa, que ingresaremos al salón — Lady Johanne levantó su mentón , y sonrió.

Ambos hicieron su ingreso, bajaron la escalera cubierta de una exquisita alfombra roja, Gregory quedó maravillado de la decoración de aquella fiesta ambientada en delicados tonos pasteles predominando el tono azul y rosa palo, hermosas lámparas arañas colgaban desde el techo en matiz dorado, incluso las cortinas estaban a juego con las telas rosa y celestes que iban desde cada esquina del salón hacia el centro
~{¡Que fascinante!}~ pensó, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por unos parloteos, al bajar su vista, pudo ver todas las miradas sobre él y su madre, especialmente la que las jovencitas le propinaban, a su parecer, lo estaban examinando con total desfachatez, unas lo miraban coquetamente, otras se abanicaban mientras pestañeaban repetidamente.

—Hijo, me acercaré a mis amigas, acuérdate de lo que te pedí, pásalo bien por favor — dijo mientras le sonreía y abría su abanico.

— Está bien madre, espero pasarlo medianamente bien, aunque siendo honesto, creo que soy la presa y todas aquellas damitas solteras son las depredadoras.

Su madre lanzó una carcajada que ocultó trás el abanico — Las cosas que dices querido, aunque concuerdo contigo, digamos que te aconsejo no dejarte atrapar por cualquiera — Le guiño un ojo y se marchó.

— Amigo, que novedad encontrarte aquí. — Un sonriente y siempre oportuno Andrés apareció.

Gregory se dio vuelta al escuchar la voz y rodó los ojos, aun seguía molesto con su amigo, pero no lo podía culpar, no era de su conocimiento los motivos que lo llevaron a ser uso de aquellos servicios.

— Andrés, ¿cómo estas? — Se abrazaron afectuosamente.

— Bien, sabia que te encontraría aquí — susurró en su oído —.¿Ves cómo nos están mirando? Por esa razón detesto asistir a fiestas, me enferman — tomó un sorbo de su copa.

— Pienso igual. Mi madre me pidió hacer el primer baile con la joven que se presentará, no pude negarme.

— ¿Con Lady Julieta? Es una belleza pero igual a todas las demás; trepadora, mi madre me pidió lo mismo antes de que aparecieras tú, al parecer ella y Lady Christine Pembroke buscan al mejor aristócrata.

Gregory resopló — No me importa la dama, por muy hermosa que sea no tengo interés alguno.

—Amigo, me gustaría conversar contigo, necesito tratar un tema a solas.

—Si claro, en la semana ven a visitarme.

Andrés asintió con su cabeza, miró sobre el hombre del joven y musitó: — Invocamos a la trepadora, mira hacia atrás. Al instante se escucha una voz anunciar:

Damas y caballeros, su excelencia el Conde de Pembroke y su hija Lady Julieta Pembroke.

Era bella, sin duda hermosa, lucia un despampanante vestido traído directamente de Italia, lleno de rasos, encajes y perlas, parecía creado especialmente para ella, destacaba por sobre las demás. Las jovencitas la veían con envidia mientras bajaba orgullosa y risueña tomada del brazo de su padre. Amaba ser el centro de atención, las miradas sobre ella no hacía más que aumentar su ego.

Gregory se acercó a Andres y le susurro cerca de su oído — Si, es bonita, pero muy típica para mi gusto, en fin, me voy a acercar para el primer baile, deseame suerte — Hizo una mueca de disgusto.

— Al parecer no quedaste pasmado, en ese caso, te deseo lo mejor amigo mio — Le guiño un ojo y lo empujó suavemente para que se acercara a la joven que ya se encontraba en la pista de baile.

La música comenzó a sonar, Gregory camino lentamente, se abrió paso entre las personas hasta llegar a ella que al parecer buscaba a alguien con su vista.

— Milady — hizo una elegante reverencia —. ¿Me concedería está pieza? — estiró su mano esperando que la joven aceptara y cediera la suya.

Julieta lo miró con desdén por un segundo, luego sonrió con fingida inocencia —. Milord, ¿Cual es su nombre?.

— Claro, olvidé mencionarle mi nombre—continuó—. Me llamo Gregory Lancaster.

La joven abrió los ojos como plato, y sonrió coquetamente — ¿Duque de Lancaster? — Estiró su mano para tomar la de él y proceder al baile.

~{Lo que pensaba, una oportunista}~ pensó.

— Dígame su excelencia, ¿Cómo es Estados Unidos? Mi madre me contó que se formó académicamente en aquel país.

Gregory tomó la cintura de Julieta y comenzaron a bailar al son de un melódico vals.

— Si, mi padre me envió a Estados Unidos hace muchos años, es un país seguro para vivir, y cuenta con avances en economía y medicina impresionantes.
Sin embargo el clima es complejo, en la mañana se puede tener mucho frío y un par de horas después un calor sofocante. Fuera de eso, es un país fascinante.




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