—Hija, muchas gracias, gracias por defenderme, yo jamás la dejaría sola en este lugar, de sólo pensarlo, la pena me abruma — Sus ojos se llenaron de lágrimas —. Usted es lo más hermoso que tengo en mi vida, pero por favor, no se enfrente a ellos, si le hicieran algo, si su padre volviera a.... — comenzó a sollozar.
Anastasia se acercó a ella y la acunó, acarició su largo cabello y la beso en la coronilla de su cabeza —. Tranquila madre, no me sucederá nada. Te amo muchísimo ¿lo sabías?.
— Yo también te amo muchísimo mi pequeña, mucho, mucho.
— Por favor, quedate tranquila, no estaremos mucho tiempo acá, sólo falta un año para mi presentación a la sociedad, después de eso seremos libres.
— Eso espero mi niña, solo un año.. pero, ¿cómo hará para impedir que el joven Gregory no se case con su hermana? Usted sabe cómo son sus padres, y él será el próximo Duque, está en la mira de todas las jóvenes casaderas.
— No te preocupes, sé que él siente lo mismo que yo, pude verlo en sus ojos...necesito pedirte un favor, necesito que le lleves un mensaje.
— Si, por supuesto.
— Perfecto, le pediré que nos reunamos, mañana en Richmond Park, necesito verlo, contarle quién soy, decirle todo, debo arriesgarme.
— Ya, escriba la nota, yo sé de un joven que por un par de libras puede llevar el mensaje a la residencia de los Lancaster.
Anastasia tomó sus manos, y con una radiante sonrisa le agradeció.
~•~•~•~•~
A la mañana siguiente Elvira salió a primera hora con el pequeño papel guardado en el bolsillo de su delantal, caminó cuatro cuadras hasta llegar a una esquina en la que se encontraba un jovencito menudito de aproximadamente
unos trece años. Ella conocía a su familia, sabía que era un buen muchachito, esforzado y trabajador, se acercó a él, y le ofreció dos libras a cambio de llevar la carta a la residencia de los Lancaster, sin comentar absolutamente nada a nadie.
Residencia Duques de Lancaster, centro de Londres.
Gregory se encontraba desde muy temprano en su oficina, conservar y engrandecer los negocios de su padre era su obligación como próximo Duque, al pasar media hora, escuchó que golpearon la puerta - Adelante- levantó la vista, era su mayordomo con una bandeja de plata en las manos.
— Buenos días su excelencia, ha llegado correspondencia.
— Está bien, déjala encima, en un momento la reviso.
Dejó todos los documentos de lado al percatarse de la exquisita fragancia que emanaba del pequeño sobre que estaba sobre su escritorio, frunció el ceño extrañado, ¿De quién sería? Y ¿Por qué huele tan bien?.
Tomó el sobre entre sus manos, lo rasgó en un costado dejando a la vista un pequeño papel muy oloroso, ~{Con que de aquí provenía la fragancia}~ pensó. Comenzó a leer, al instante una sonrisa se dibujó en su rostro, estaba tan extasiado que se levantó de su silla y comenzó a dar vueltas en su despacho, su corazón latía con fuerza, leía una y otra vez su contenido:
"Querido Gregory Lancaster, soy yo
Lo espero mañana a las 2pm en
Richmond Park, sea puntual.
Atte. A. P."
El joven comenzó a pensar ~{Que quiere decir esas iniciales, sé que su nombre es Anastasia, pero su apellido, son demasiados los que empiezan con esa letra. Aunque no me importa, sea cual sea su identidad, por fin lo sabré, y le declararé mi amor, iré inmediatamente a la mejor florería, y comprare el ramo más hermoso para ella, o mejor ¿bombones? o ¿joyas?, creo que necesito la ayuda de mi madre.
Dejó la nota sobre su escritorio y salió a buscar a su encantadora madre, quien se encontraba acomodada en una preciosa mesa de roble en el patio leyendo el periódico — Madre, ¿Cómo está? — Lady Johanne levantó su mirada y le sonrió tiernamente —. Bien hijo, mejor, ya no me siento sola, aunque no voy a negar que en ocasiones me siento morir, pero luego recuerdo que debo estar en tu matrimonio, y además planeo ser una abuela muy consentidora.
Gregory sonrió — Madre, eres tan tierna, serás la mejor abuela, de eso no cabe duda.
— Eso espero, hijo, y hablando de matrimonio, ¿Cómo te fue con Lady Julieta Pembroke?, es bellisima ¿verdad? — Sonrió.
— Eh... Mmm — el joven hizo una mueca de disgusto — Si, es bonita, pero muy interesada, y vanidosa, para nada de mi gusto. Ya le dije madre, con quien me casaré.
Lady Johanne dejo de sonreír —. Hijo, debemos hablar. No es fácil lo que te voy a decir, necesito que tomes asiento por favor.
Gregory la miró extrañado, frunció el ceño, y se sentó frente a ella.
— Dime madre, ¿Qué es lo que sucede? — El rostro de su madre reflejaba amargura y pesar, sabía que lo que estaba a punto de confesar enfadaría a su hijo —. Primero, quiero que sepas que yo no estuve ni estoy de acuerdo... — Suspiró — Tú padre, siempre pensó en tu futuro, tu sabes lo ventajoso e importante que es para un Duque el desposarse con una dama de la nobleza. El decidió que tu unión no debía ser por amor, sino más bien un enlace estratégico.
— ¡¿Queeeeee?!, ¿Es enserio? — gritó levantándose de golpe —. ¿Con qué derecho?
— Hijo, escúchame, no he terminado — Hizo una pausa, sus ojos reflejaban temor por lo que debía decir — La joven es Lady Julieta Pembroke, por eso te pedí que bailaras con ella, creí que podría interesarte, pero ya veo que al corazón no se le puede imponer, y el tuyo ya está ocupado. Quiero que sepas que sólo me importa tu felicidad, jamás podría obligarte a casarte sin amor, yo hablaré con el Conde, le haré saber que el trato que hizo con tu padre, queda totalmente anulado ahora que él no esta, y si no le gusta, pues tendrá que aguantárselo.
Gregory soltó el aire que había retenido, saber que su madre lo apoyaba era un consuelo — No, yo hablaré con él, fué un trato que hizo mi padre en nombre mío, iré y le diré que no deseo casarme con su hija.
— Está bien hijo, te entiendo, y te apoyaré en todo lo que decidas hacer.
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Editado: 21.01.2023