Los pedazos de mi corazón | ~{amores Verdaderos #1}

Capítulo 19

Residencia Duques de Lancaster.

La vida ya no era igual, todo había cambiado, las heridas que Gregory llevaba en su corazón debido a la soledad que sentía en Estados unidos y a la separación abrupta de sus padres siendo pequeño, lo habían afectado de sobremanera, eso sin añadir, la exigencia que recaía sobre sus hombros al ser de la nobleza, el hijo de un Duque, uno de los más importantes de Inglaterra.

Todos aquellos sentimientos los llevaba arraigado muy dentro de su ser haciendo que por momentos su corazón se enfriara, pero desde que Anastasia llegó a su vida, todo cambio, todo mejoró, aquella muchachita de pelo oscuro y ojos color miel destruyó sus recuerdos insanos en un solo día, y es por esa razón que él se sentía orgulloso de la mujer que sería su esposa. Estaba encantado, tan enamorado que decidió que ya era hora de presentarsela a su madre, vale decir, que la insistencia de Lady Johanne lo terminó por convencer, no sin antes, contarle quién era ella.

Esta mañana sería el día en que su madre se enteraría de todo. Se levantó muy temprano, se vistió sólo con una camisa de lino y un pantalón delgado.
Hoy no vería a Anastasia, estaría en su hogar ya que a la tarde recibiría la visita de Andres, al parecer necesitaba su ayuda con Elise, no tenía mayores detalles, su amigo era muy reservado en sus cartas, se guardaba toda la información hasta el final, pero en fin, estaba emocionado. Salió de su habitación a paso rápido, bajo la escalera con dirección al patio, su madre acostumbraba a tomar el desayuno en el patio leyendo el períodico, desde que su padre no estaba, ella se había reinventado creando rutinas diferentes a las que hacía con Alexander Lancaster, solo así su ausencia era soportable.

— Madre, buenos días — Dijo Gregory abalanzándose sobre ella y besándola fugazmente en la mejilla.

Lady Johanne dió un respingo en el que soltó el periódico de sus manos — ¡¡Hijo, por todos cielos!!, no me asustes así.

— Disculpeme, es que estoy muy contento, tan contento que asustarla me pareció una excelente idea — contestó él sonriendo jubiloso.

— ¿Y a qué se debe tanta felicidad hijo mío? — preguntó a la vez que recogía el periódico.

— Tome la decisión de invitar a Anastasia a cenar el día de mañana.

— ¡¿Queee?!... Oh hijo — Lady Johanne estaba tan emocionada como él, tanto, que volvió a soltar el periódico de sus manos, pero esta vez sin intención de recogerlo nuevamente.

— Cariño, qué felicidad, he esperado este momento desde que supe que se había adueñado de tu corazón. Esto es maravilloso, pediré a la cocinera que prepare la mejor cena para mañana, y mi postre favorito; pudin de nata, ¿Crees que le guste?, espero que si — se levantó de su silla —. Iré de inmediato a la cocina  —. Sus ojos brillaban de emoción.

— No madre, antes necesito que conozca la situación de ella, siéntese por favor.

— Humm — Entrecerró los ojos —. ¿No es algo malo, verdad?.

— No sé cómo usted lo vaya a tomar madre, por esa razón, siéntese.

Así lo hizo Lady Johanne, se sentó y espero pacientemente a que su hijo dejara salir las palabras.
Al cabo de unos minutos, el rostro de su madre se empezó a desfigurar, nunca en su vida había hecho tantas muecas; frunció el ceño, abrió los ojos como plato, negó con la cabeza y pestañeó repetidamente para comprobar que lo que escuchaba era genuino y verdadero. ¿Era cierto aquella barbaridad?. La impaciencia pudo más, levantó su mano para detener a su hijo, le desesperaba pronunciarse.

— Hijo, ¿Es...es cierto todo esto que me estas contando? — pestañeó fuertemente.

— Sí madre, lamentablemente sí — La tristeza en su rostro lo confirmaba.

— No entiendo — Hizo una pausa —. ¿Por qué Lady Christine nunca mencionó que tuviera otra hija además de Lady Julieta?, he ido demasiadas veces a su hogar, y nunca he visto a otra jovencita, ¡Dios Mío!, que confuso y misterioso todo esto.

— No lo sé madre, pero es exactamente lo que pretendo averiguar, necesito saber cual es el motivo por el que le han hecho tanto daño, y porque la mantienen oculta —Continuó—. Para poder reunirse conmigo debe inventar excusas; que esta indispuesta o enferma. Elvira es la única que sabe de nuestros encuentros, siempre ha cuidado que nadie se entere, pero temo que algún día puedan descubrirla.

— No puedo creer que Lady Christine haya sido capaz de cometer semejante atrocidad en contra de su propia hija, ¡Por Dios, es terrible! — negó con su cabeza y tomó la mano de su hijo —. Cariño, debemos confiar en que nunca se enteraran de sus encuentros, pero es necesario y urgente que la ayudemos, no puedo imaginar el dolor que lleva en su corazón.
Déjame decirte que movere todas mis Influencias para dejar la reputación de su madre por el suelo, haré que nadie la invite ni sea bien recibida en ningún lugar.

— No madre, he hablado con Anastasia, y ella no desea que nada malo le pase a su familia, ni que paguen por lo que han hecho contra ella, solo quiere salir ahí junto a Elvira, sólo quiere estar tranquila y en paz — suspiró.

— ¿Enserio?, no me lo puedo creer, esta jovencita es muy buena, ciertamente yo pagaría ojo por ojo, pero esa soy yo, no ella. Es lamentable todo lo que ha tenido que vivir, ahora más ganas tengo de conocerla, necesita sentirse apoyada y querida.

Gregory sonrió — Sí, a pesar de todo, ella tiene una fortaleza admirable, es noble, valiente, tierna, atenta, única, somos tan felices juntos — sus ojos brillaban —. La amo tanto madre, tanto, que no veo la hora de poder casarnos, de poder alejarla de esa maldita familia.

Lady Johanne se quedó sin aliento, evidentemente lo que su hijo sentía era amor, estaba enamorado —. Estoy tan feliz por ti querido, tráela mañana, haremos que sienta bienvenida, cómoda y querida. La haremos sentir parte de esta familia.

— Gracias madre, iré a escribirle una carta de inmediato — dijo Gregory mientras se levantaba de la silla, besó su mejilla y caminó a su despacho, tomó lápiz, una hoja y escribió.




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