Los Peleadores de Quetzal - El Lobo de Frizia

14. Unas vueltas por el Santuario

Una parte importante en el entrenamiento de un Peleador era tanto conocer su refugio como a quienes recorrían sus terrenos. Lycanhearth no se sentía tan a gusto con la idea, pero no tenía opción.

 -Un Peleador no puede dar su Esencia por su gente si no conoce a la gente por quien la da.- Lo reprendió su maestro. -¡Además, vamos! Si pasa algo, los maestros  nos encargamos.

 -¡Uhm! Como diga...- Resopló este.

 Luego del almuerzo, maestro y discípulo se fueron a caminar por la arbolada cerca del lago. Reds le comentó entonces a su estudiante que a esa hora salen al bosque unos personajes muy  importantes para la mantención de aquellos espacios, por lo que conocerlos, era crucial.

 Entonces el chico se llevó una sorpresa.

 De la corteza emergieron, como si de sombras se trataran, extrañas criaturas del porte de un niño, pero que sin duda alguna, no lo eran. Vestían ropas hechas de hojas que les cubrían parte de esa piel pálida inclinada a verdosa, tenían la cabeza calva, largas narices y orejas puntiagudas.

 Tras aparecer, estos se repartieron entre los árboles y, liberando un resplandor de sus manos, comenzaron a dar toques por la corteza. Y un suave calor advirtió al joven lycan.   

 -¡Maestro Reds!- Exclamó uno de ellos.

 -¿Qué tal la noche, Tenoch?

 -Pues, como siempre. Con su viento, con su frío. Típico de esta época, jeje. Y eso que no estamos en invierno... ¡Oh! ¿Y este pequeño gigante? Nuevo estudiante, ¿verdad? ¡Vaya que te gusta enseñar!

 Reds echó una risilla.

 -Ya sabes cómo es esto.... ¡Bueno! Viejo amigo, te presento a Lycanhearth. Lycanhearth, él es Tenoch, guardián de los bosques y terrenos del Santuario. 

 -Es un placer conocerlo, jovencito.- Le dijo entonces, estrechando su mano. Lycanhearth no dejaba de mirarlo con extrañeza.

 El hombrecillo se sentía incómodo.

 -Nunca has visto un xaneke, ¿verdad?- Le increpó en un aire de cinismo. -¡Por el Maestro! ¿Qué les enseñan a los niños en la escuela hoy en día?

 -¡Eh! ¡No, no! Tranquilo, amigo. Solo viene de Frizia.- Se excusó el maestro.

 -¡Oh! Bueno, eso lo explica todo. Discúlpame, niño. Mi gente no suele habitar terrenos fríos. En fin, comenzando de nuevo, es un placer conocerte.

 -¡Ehm…! Lo mismo digo… supongo.- Respondió Ly, con una risa nerviosa. –Por-Por cierto, ¿qué están haciendo?

 -¿Esto? ¡Oh! Nuestro trabajo.- Respondió el xaneke. – Verás, cuando los árboles reciben mucho daño, nosotros usamos nuestras Esencias para regenerarles su corteza. Es un trabajo difícil, considerando que muchos estudiantes parecen no entender lo que significa Tener Cuidado.- Y se rió. –Pero bueno, se entiende.

 -¡Ouh! ¡Eso es para considerar!- Exclamó Ly.

 -Más te vale…- Lo señaló Tenoch. –Porque no te gustará que vayamos por ti si le causas males a algún espacio verde.

 ¿Por qué no persiguieron a esos bastardos entonces? Pensó Ly.

 Entre tanto, el xaneke no pudo evitar notar que una pequeña mariposa se acercaba a ellos. Parecía herida. Pidió así al muchacho un segundo y con sus largos dedos tomó al insectillo entre sus manos. Lycanhearth fue testigo de su poder.

 Luego de un destello, la mariposa, de cuerpo peludo y alas en forma de corazón, se vio recuperada de su mal, y agitando esos corazones batió los vientos con elegancia.

 Tenoch bajó los brazos al son de un profundo suspiro.

 -Interesante la habilidad de ustedes.

 -¿Eso? No es nada.- Dijo él. –Cualquiera que maneje su Esencia podría hacer algo así por sus hermanos.

 -¡Oh!- Suspiró el muchacho. -¿O sea que yo también podré hacer eso?

 -Eventualmente, sí.- Le respondió Tenoch. –Y a juzgar por quién es tu maestro, de seguro te trajo aquí para eso.

 Y se echó una risilla.

 -¿Quién mejor que tú, viejo amigo?- Le dijo Reds, riendo.

 -Eso habla bien de ti como instructor.- Replicó Tenoch, agregando en un suspiro: -Y bueno, honestamente lo disfruto. Niño, cuando tu maestro haya liberado una buena suma de calor de tus adentros, vengan a verme y nos ayudas a poner en orden este desastre.

 Ly no pudo evitar pensar en el choque de Casei y Lucy de hace unos días. Y de los troncos que Kharima perforó con su técnica nueva.

 Es lo menos que podemos hacer, después de todo… es nuestro espacio. Se dijo el lycan.

 -Estaré preparándome para ese día.- Le dijo.

 -Igualmente, joven…

 -Lycanhearth.

 -¡Lycanhearth! Excelente. Puedes contar conmigo entonces.

 Y estrechando la mano del lycan, el xaneke lo despidió, siguiendo así con sus labores, mientras que maestro y alumno continuaban su camino.

 -¿Entonces la Esencia no solo sirve para combatir?- Le preguntó Ly a su maestro.

 -¿En serio? Creí que ya lo habías notado esa tarde frente a la playa.




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