Los pensamientos de una joven

Luna, sol, día y noche.

El cielo despierta

del color anaranjado,

de una estrella ardiente.

Que besa un cielo oscuro

antes que desaparezca de sus manos,

y se desvanezca.

 

Las nubes se ven rebosantes

y extasiadas de tantas ambrosías,

quienes son brindadas por diamantes

que adornan el firmamento negro.

 

El día se funde con la pasión nocturna,

en cada amanecer, en cada anochecer.

 

Se acarician las alas,

se sienten con el viento,

y respiran el aroma de sus cuerpos,

los eclipses unen las almas

de dos polos opuestos,

quienes no serían capaces de transmitir energías

si fuesen iguales.

 

Los colores cálidos se vuelven fríos,

pero no apagan el fuego de la noche,

ni disminuye la pasión del día.

 

Y sólo en la mitad del ciclo,

se rozan los labios,

tomándose el uno al otro,

antes de que el amanecer

y su crepúsculo lleguen.

 




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