Los pensamientos de una joven

Llorar

Dicen que llorar es de débiles.

Dicen que llorar es de cobardes.

Dicen... Pero yo les diré por qué lloro.

 

Lloro porque mientras todos vivían

en su mundo alegre,

yo cuidaba de sus crías

dentro de cuatro paredes inmensas.

 

Lloro porque el tiempo

me hizo amar algo

que no me pertenecía.

 

Lloro porque pasé hambre

mientras ellos botaban la comida,

dejando mi plato vacío

y lleno de cansancio físico.

 

Lloro porque perdí mi hogar,

vi a mis padres

alejarse con el viento,

y aunque fue por un corto

periodo de tiempo,

con ocho horas bastó

para destruir mil sueños.

 

Lloro porque tenía tan sólo trece años

cuando intente proteger

con una escoba en mano

mi casa, y el trabajo de mis padres.

 

Lloro porque el dinero

abusó de la pobreza,

y compró a la justicia.

 

Lloro porque no quería

odio en mis adentros.

Lloro porque mi abuela

murió de una enfermedad

que comió su cuerpo entero.

 

Lloro porque no le dije

adiós a un pariente cercano.

 

Lloro porque me enfada ver

cómo mi hermana

le grita a mi madre.

 

Lloro porque mi padre y

madre se zurraron las

espaldas por criarnos

y sólo recibieron caras frías

y desobediencia.

 

Lloro porque conocí

la traición ajena.

Lloro porque el veneno

siempre estuvo cerca

y mi madre no se dio cuenta.

 

Lloro porque necesitaba

sacarlo todo afuera

y tener fuerzas.

 

Lloro porque me desgarré el alma

para concentrarme en lo mío.

 

Lloro porque un policía

me apuntó con su arma aquel día

en el que perdí mi casa.

 

Lloro porque una manada de cachorros

y lobos rompieron mi libro

de segunda mano en primer grado.

 

Lloro porque sufrí seis años,

aguantando la crueldad

de unos infantes y sus maestros.

 

Lloro porque fui

tirada de las escaleras

un par de veces.

 

Lloro porque fui engañada

por una persona quien

aseguró ser mi amiga.

 

Lloro porque después de las risas,

un tiempo después de

que estaba en la música,

quisieron tratarme bien

con sus miradas hipócritas.

 

Lloro porque de las lágrimas aprendí

que la tristeza se echa

de las puertas de tu alma,

para que nadie vea tus debilidades,

y enfrentes el dolor aunque

los cocodrilos muerdan tu espíritu.

 




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