Títere de madera
Siento que me pierdo
en un camino de oscuridad.
Ellos quieren venir por mi.
Se llevaron todo.
Dejaron retazos de telas
mal cortadas por el suelo.
Me cosieron con esos retazos,
y sellaron mis labios por la eternidad.
Me siento histérica.
Quiero acabar con todo,
quiero acabar con mis demonios.
Pequeños títeres de madera
que quieren controlar mis pensamientos,
no dejaré que me sigan consumiendo.
Pueden perderse en el rincón del olvido,
meterse en la maleta de cosas viejas,
ser baratijas arqueológicas borradas
de mi historia.
Sean lo que es,
y lo que no fue.
El ser, y no ser.
El yo, y el no soy.
Sean todo, sean nada.
Quisieron sacar el
oxígeno de mis pulmones.
Quemarme hasta hacerme carbón.
Pero, ¿quién puede quemar al fuego?
Solo enriquecieron mis llamas,
quemando con ellas bosques enteros.
Mi cabeza es un oasis de delirios,
de tormentos, sentimientos,
recuerdos y anhelos.
Soy profunda como el mar.
Hay tantas cosas que
descubrir en mi,
y mi amor inexistente
me acompaña en la soledad
de mi barco naufragado.
Ella es agua,
yo soy fuego.
Ella es agua,
yo soy aceite.
Ella es veneno,
yo soy medicina.
Querida soledad,
si tu yo estamos solas,
¿por qué hay tantas
sombras tras mi espalda?
Me quieren convertir
en su muñeca de trapo.
Cansada de tener tantos agujeros
en sus retazos de telas,
Me llenaron de flores,
engañaron mi corazón
con algodones de azúcar.
¡Malditos ojos negros!
Son la tentación de
mis demonios internos.
Tú eres el titiritero,
quisiste meterte en mi mente
para inmortalizarte en ella.
Ojos de la oscuridad,
de las tinieblas de mi espíritu.
Encarcelando libertades,
poniendo limitación
en cada callejón
dejándolo sin salida.
Mi amor de ojos negros,
maestro del engaño, espejismo.
Confusión, perdición, cocaína.
Maldito y amado espejismo,
me acorralas en tu callejón sin salida.
—Para el chico de coro.