Te odio, te quiero.

Todos los días juego a odiarte.

Es lo único que puedo

hacer, fingir.

Ocultar que me haces reír,

que me hace feliz

jugarte malas bromas.

Pero soy así, bromista,

una mentirosa que

dice que te detesta.

Pero no es así, porque

cuando el sol empieza a

iluminar el horizonte sólo

sé soltar de mi boca

lindos pensamientos acerca de ti.

Si llueve, te imagino dibujado

en las gotas de agua fresca.

Te digo tanto en mis adentros,

por fuera sólo guardo silencio.

Sin embargo, lo sabes;

que salto de engaño en engaño.

De confusión a masoquismo,

de odio a te quieros...

Por esta razón, finjo rencor,

cuando en realidad con cada noche

mi locura por ti crece,

y con cada día mi querer.

—Para el chico de los dibujos.