Los pensamientos de una joven

Rosa apasionada

Cuando llueve y hace 

frío, a veces pienso que 

esos brazos son mi mejor abrigo.

Cuando me miras, cuando 

sonrío, digo él es mi cariño.

 

Cuando sonríes enternecido, 

cuando eres ingenuo y tontito, 

pienso que quiero quitarte

 lo bonito y hacerte mío. 

 

Es entonces que me 

convierto en pecado.

«Despacito por el cuello, 

caliente por tu pecho, frío 

en el intento, y salvaje

 en el momento».

 

Prometo calentarte en los

 inviernos, y seducirte

 en las primaveras.

Seré la única y primera en

 robarte el aliento, y saciarte en deseo.

 

Volverte adicto a mi 

cuerpo, y que esperes

 con desespero.

Cuando la noche llegue, cuando

 sientas la soledad, me 

pensarás bajo tu manto

 rociada en placeres, 

deslumbrado por mi encanto.

 

Cuando tengas pánico, 

cuando creas perderme...

el éxtasis de mi cuerpo 

será el recuerdo que 

perturbe tu mente.

 

Porque soy así, la seda 

que ciega tu vista, y la rosa

 lujuriosa. Esa imagen será

 tu desdicha, tus noches 

mojadas, tus sueños dañados.

 Tus días de fuego. 

Tus instantes de llanto.

 




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