el guayabo.
En el tronco de un guayabo, mi cariño fue guardado.
Desde entonces en la madera, solito se ha quedado.
Con las ramas y raíces, con el tiempo se volvió amargado.
En ese gran espacio llano, en el que tanto a durado.
En aquellas grandes tierras, es noble el clima soleado.
Solitario.
Con el que esté en su guayabo a esperado, de aquella compañía.
De esa bella que tanto ha deseado, ver con esos ojos negros.
Es muy necio en estar empeñado, es por esas dos estrellas.
Tenerla frente es lo que a extrañado, ver su sonrisa pizpireta.
Como esos labios tan cotizados, son pocas las cosas bellas.
Necio.
Es aquella que lo trae tan asombrado.
Es por ella quien sus lágrimas han conservado.
Es con cada una hasta sentirse ahogado.
Es el tiempo el que lo a apuñalado.
Es el sentimiento lo que lo ha arruinado.
la curiosa.
Una mañana en el arado, con esos curiosos hermosos lo a mirado.
Bastante grabe ya seco y moribundo.
Con las hojas amarillas, en el piso; de haberse desprendido.
Ella extrañada se fue acercando.
ignorando los deberes, socorrió a que tronco descuidado.
Con cubetas diario lo estuvo regando.
Cariñosa.
Anduvo días debajo de aquellas ramas y en sus sombras estuvo soñando.
libros y canciones en las mañanas, linda jugaba en la tierra que a mojado.
Es dulce aquella desconocida, quien encontró aquel corazón desobligado.
Asombrada aquella joven inocente, que aquel tonto no diera ni un latido.
Temeroso.
Es aquel desanden que en su corteza ya se ase asustado. Toma un momento, una risa en be ves en cuando, una acaricia pocas veces se a dejado.
-pobre de su paciencia-. dice aquel encaprichado. -esos labios no merecen de este tarado-.
Es aquella quien lo mira impresionado, cuando con esos mismos labios responde sincera -eres tú, mi corazón amagado que con el fruto de ese árbol me as alimentado-