Un día, con poca distancia de llegar a la escuela, un vehículo negro me atropello. No reconocí la placa de este. Un sujeto pelón muy pasado de copas se apreciaba a trabes del cristal.
Me percate de todo lo importante de mi vida, mis ojos se serraron. A un joven, aun con tanto por vivir. No fui, el mejor de la clase, tampoco el más social. Mis amistades en la escuela, se basaban en solo un amigo y tres niñas, las que siempre seme juntaban porque si. Mi madre me preparaba un lonche delicioso, un sándwich de pollo, crema, mayonesa, lechuga, tomate. Nunca les he dado una mordida. Se quedaban en mi mochila asta apestarla, luego los tiraba.
No recuerdo un día en que este agradecido, o que le dé importancia al estudio. A un me acuerdo la última clase que tome, con la maestra Carla. Fue enfermería, en donde la maestra explicaba, no sé qué tema. No puse atención, solo dibujaba en mi libreta un pequeño bosque, me quedaba tan hermoso. Me acuerdo del último regaño de la maestra Carla, mi dibujo desapareció mientras la maestra me preguntaba acerca de la presión cardiaca. Lo respondí bien, pronto me percate de que mi compañero de atrás, tomo mi dibujo. Mi compañero dejo un enorme pene decorando todo el dibujo, solo por hacer la maldad.
Mi amigo siempre se ha sentado en frente de mi, pasándome las tareas. Pasándome su examen contestado, o simplemente dejándome jugar en su teléfono. Ese día me defendió el dibujo, creó una pelea a medio receso. Llegó el director y lo expulso de colegió durante tres días.
Nunca lo aprecie como tal, nunca he apreciado nada de lo que seme ha dado. A hora no sé si sigo vivo, si quede tieso, o si volveré a ver una mariposa. La última vez que vi una mariposa, fue porque mi amigo asía el ridículo en receso, persiguiendo una palomilla por todos lados, me fue una vergüenza estar cercas de él, así que me regrese al salón. Al rato, llego y seme sentó en la mesa, me agarro las manos y cuando me las soltó, una mariposa azul se encontraba sujeta de mi pulgar. Era tan hermosa, frágil, tan delicada. Tanto que serré la mano y la aplaste. Mi amigo callado, se sentó en su asiento, no me volvió a hablar hasta el siguiente día. Hasta, a hora entiendo lo frágil de sus alas, lo tanto que le dolió. No aprecie el detalle.
Siempre fue bueno con migo, siempre me he sentido muy apegado a él. Su presencia me es especial. A un nuestro aliento se jugaron más. Una de tantas veces en las que mis sentaderas le dormían en el salón, un sentimiento me obligo a pensar en mi amigo. Los sentimientos me son muy ajenos, tanto, que cuando uno ase palpitar mi corazón, corro al baño aterrado. Yoro hasta calmarme.
Una vez, fue la que encontré a una chica más, saludando a mi amigo. No entiendo bien si fueron selo, o si un temor a perderlo me dominó, pero a la siguiente semana, los compañeros se peguntaron por ella y porque falto tanto tiempo. Eso, no me provoco alegría, tampoco me arrepiento de haberlo hecho. Solo me abrió la puerta, invitándome, para serlo de nuevo. Por lo menos, fueron cuatro las personas que a hora duermen por mi mano. Real mente, no tuve razones, ni ganancia de hacerlo, solo lo hacía porque podía. No hay odio.
A hora que mis ojos se nublan, mientras un montón de personas y estudiantes me rodeaban. Solo pienso en catalina, una de las chicas, de esas que se juntaban con migo, sin propósito. Ella fue la que más se encimaba, tanto que en las salidas, me acompañaba a mi casa. Era muy bien recibida por mi madre, durante horas se quedaba en mi cuarto, mientras yo dormía, me bañaba o solo perdía el tiempo. Durante tanto tiempo solos, fueron pocas las veces en las que hablaba con ella. Estaba loca, bien recuerdo que hacía gemidos al verme y se mordía mucho el labio, llevaba con ella siempre, cabezas de animales muertos, siempre lloraba al hacer un examen, y no se lavaba las manos.
Mi amigo le gustaba mucho la higiene, eso me gustaba de él, porque no tolero la gente que no se lava las manos antes de comer, o antes de escribir. No me gusta estar sucio, por lo poco me baño dos veces al día, y siempre limpio mis uñas; catalina no se bañaba, mi nariz nunca me mintió. Me molestaba cada que doblaba mi ropa. Entraba siempre a mi cuarto, buscando colores; separaba las cosas, las ordenaba por color. Cuando yo dormía, sentía como ella me abrasaba, despertaba con su mirada de loca de frente… yo la mate. Cuando me besó, enterré un cuchillo en su pecho, mientras lloraba, ella sonreía. Yo la mate y me duele. Yo la mate y a hora dormiré.
Está en mi cuarto.