Debería de decir que mi relación cambio, ¿Verdad?, pero no es así, luego de que nos durmiéramos viendo el cielo lo cual fue bastante rápido tengo que decir que nuestra relación volvió a lo mismo, sin embargo esta vez fue algo distinto, su hermana venia cada dos días, venia con comida, hablaba unas cuantas palabras con el, para luego retirarse, fui un total cobarde al no ir a verla, pero no quería que me juzgara con la mirada o fuera igual a el.
Cuando se iba , el me dejaba un plato con comida, el cual nunca quería tocar por lo que terminaba en la basura.
Nuestra de cierto modo cambio, cambio a un ritmo que no entendía, todo era mucho mejor ya que pasábamos mas tiempo juntos no obstante con la misma distancia entre nosotros.
El, Alex, no fue a trabajar por una semana, se quedo pensando muchas veces, si pudiera leerlos solo por un segundo, daría todo lo que poseo.
Paso tres días, seguidos mirando su celular, pensando, debatiéndose, una y otra vez que hacer, pude de haber visto su celular miles de veces sin embargo su contraseña no era la misma, se escondía detrás de una mascara, y aquello me rompía.
Una tarde el despertó de una siesta y no supe que quería decir su mirada, era decidida no obstante se podía de mezclar fácilmente con expectación, le pregunte exactamente tres veces que a donde se dirigía, por supuesto no me contesto, no me miro ni miro a donde estaba yo, por lo que antes de que el pudiera salir, me dirigí a su auto, no se realmente como supe que el iría en su auto, pero lo hizo.
Pudo haber ido a todos los lugares que yo hubiera imaginado, comenzando a la casa de sus padres, no obstante se fue a una laguna, y no cualquiera, en donde nos conocimos, nos volvimos hombres y nos casamos.
Los recuerdos se golpearon en mi cabeza que me hicieron desviar la vista, no era un cobarde por no querer mirar sus hermosas aguas, ni por no querer abrir los ojos, ya que si los abría sabría que sus sonrisas, risas y travesuras son solo un recuerdo que me encarcela en un matrimonio donde Alex ya no me ama.
Solo el sonido de la puerta abierta me aviso que había salido, eso me hizo ir detrás de el, sin embargo cuando este llego a la orilla decidí irme hacia otro sector, no quiera saber que hacíamos nosotros allí, que hacia el mirando nostálgicamente las agua cristalinas.
Camine tal vez por horas o solo fueron cinco minutos, el dolor se presentaba allí de demasiadas formas, olores y sensaciones así que cuando la tarde ya casi se volvía hermosa, decidí que era hora volver, en mi camino me encontré con muchos niños, extraño viendo que estamos en pleno otoño, no obstante seguí mi camino, amaba los niños, y deseaba algún día tener.
Ese pensamiento se esfumo cuando un grupo de personas estaban rodeando un cuerpo, un cuerpo de un hombre, alto y con el cabello de mi amado, correr se opaca al ver mi velocidad, y a pesar de que las personas no me dejaban pasar lo vi.
Era él
Era Alex
Había muerto en el lago, pero su ropa no estaba mojada del todo, el no podía estar muerto, me aferre a que estaba desmayado por el exceso de trabajo, por no comer lo que yo le hacia.
No obstante al tocarlo, lo supe pero algo mas llego con el.
Era yo, traspase su cuerpo, no podía ser cierto, unas imágenes llegaron a mi cabeza, las cuales debieron de ser mentira.
Me encontraba discutiendo con Alex, no sobre nuestra relación sino que sobre mi, sobre mi enfermedad, padecía cáncer como mi madre y no deseaba otro tratamiento, me sentía débil e inútil, por lo que nos estacionamos en la carretera, oh dios, lo deje justo a pies de una hostal, por lo que escape, quería morir sin embargo no deseaba dejarlo solo, no obstante era de noche y la lluvia no cesaba, no supe maniobrar bien el automóvil de manera que caí a un barranco y morí, era dieciséis de mayo cuando sucedió todo, justo el día que perdí la esperanza de todo, justo cuando todo lo que creía perdido volvió a mi.
-No puede ser.- Abrace mis brazos avanzando hacia atrás.
-No estoy muerto.-Trague.- Alex no esta muerto.
-Charles.-Sollozo una voz que me quemaba por dentro
-Alex.-Me gire, allí estaba, esperándome o mejor dicho, llegando
-No estoy muerto, tu no estas muerto.-Le grite, mientras que me envolvía en sus brazos.
-Si lo estamos, y perdón por llegar tan tarde, pero lo mejor siempre llega tarde.
-Perdóname tu a mi, mi amor, si yo no hubiese sido impulsivo, estaríamos en nuestro hogar.- Trataba de ahogar mi llanto
-Jamás me pidas perdón, por que ahora nos aguarda mucho mas que una eternidad para ser felices.- Me sonrió con los ojos llorosos.
-Por lo que solo me queda decir, ¿Quieres sellar toda una vida inmortal conmigo?
-Eso no tienes, ni por que dudarlo, amor mío además que si en algún minuto debemos de reencarnar, quiero volver a estar cerca tuyo