Los portales cósmicos

La nigromante

Hace milenios, nació la que fue, quizá, la hechicera más bondadosa de la historia de la magia en Gaalas.

Mientras el resto de los magos dedicaban sus esfuerzos a proteger a la humanidad de los nigromantes y las criaturas que llegaban de los inframundos, ella también dedicaba su magia a ayudar al pobre, vencer al tirano y sanar al enfermo. Era la única a la que no le importaba que la gente supiera de su condición de hechicera, y viajaba por el mundo entero ofreciendo su magia a quien la necesitara.

Pero entonces, algo terrible pasó. Alguna energía maligna cruzó a este mundo, llenando a millones de avaricia, envidia e ira. Era tanto el odio en el mundo que la hechicera no se dio abasto.

El resto de los magos le rogaron que abandonara esa empresa imposible y concentrara sus esfuerzos a que, junto con ellos, lograran encontrar el origen de esa ola de maldad para poder eliminarla.

Pero ella se negaba a dejar a su gente. Desesperada por encontrar las respuestas que los otros no encontraban, recurrió a la necromancia, disciplina que requiere el uso de la muerte. Pensó que, si no usaba humanos, no estaría usando magia negra. Por desgracia, mientras más hurgaba para encontrar la razón de ese odio, más perdida se sentía. Cada secreto develado daba pie a más secretos ocultos y peor aún, mientras más usaba esa magia oscura, más perdía su habilidad para usar la magia blanca.

En su búsqueda, vio en un pueblo a un condenado a muerte. El infeliz, acusado de asesinato, sufriría una muerte tortuosa. Pensó entonces, que usarlo para que su ojo interno se abriera aún más, no sería un acto de crueldad, pues el hombre ya estaba condenado y, al final, ella le daría una muerte más piadosa.

Después de asesinarlo con un hechizo que paró su corazón en un segundo, la videncia de la hechicera aumentó drásticamente. Su ojo interno le permitió ver que esas criaturas venían de portales que se formaban en el cielo, y uno de los suyos sabía de esos portales desde hacía siglos, alguien que ocultaba secretos de cientos de errores durante su vida. En su videncia, llegó a la conclusión de que un mago era el que había dejado que los jinetes del apocalipsis cabalgaran por la tierra, corrompiendo la frágil voluntad del ser humano.

De inmediato dio aviso a los otros magos. Pero, para su sorpresa, no hubo uno sólo que le creyera, por el contrario, al enterarse de que ella se había convertido en una nigromante, la desterraron.

Llena de decepción y convencida de que el responsable de aquellos errores nublaba la vista del resto de los magos, la hechicera se propuso encontrar al responsable y desenmascararlo. Pero él se protegía bajo una magia tan poderosa que, por más que ella lo intentaba, no lograba revelar su identidad.

Las eras fueron cambiando, y los humanos le temieron cada vez más a lo desconocido. La hechicera fue rechazada y en ocasiones, agredida por aquellos pueblos a los que por siglos protegió.

Todo el bien que ella hizo en su momento, con maldad le fue pagado. Su pecho se fue llenando de tanta furia y odio que se convirtió de lleno a las artes oscuras y, entre crueles asesinatos, se convirtió en la nigromante más poderosa del mundo.




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