Amas los girasoles, así que cuando te fuiste lo primero que hice fue buscar entre los pétalos de mi jardín tu sonrisa.
Ese fue mi primer puerto: un rincón lleno de flores amarillas que dejaron de ver el sol solo para ignorarme al preguntarles por ti.
Me temí enloquecer. Hablaba con flores esperando encontrar una respuesta de parte de ellas.
Al ver el desdén de mis flores las arranqué del jardín y las eché a la fogata, saliendo a buscar más girasoles por mi camino para saber si ellos acaso habían logrado verte.
Quemé la ciudad buscando un girasol que supiera recordarme tu risa de miel.