👁🗨 Los Que Nos Miran👁🗨
Episodio Número 1: El Mensaje
En una mañana cualquiera del mes de julio del año 2065, un chico normal y corriente se levanta de la cama para empezar su rutina diaria. Antes de todo, saluda a su gato con una sonrisa.
—Buenos días, Pelusa —dice Emilio—. Debes tener hambre, vamos.
Él y su gato bajan al comedor. Primero le sirve su Whiskas —lo mejor para él, piensa—. Mientras pone a hervir el agua para su café diario, sentado mira una foto familiar: él, su padre, su madre y su pequeña hermana Emily. Una sensación de nostalgia lo invade.
Al rato decide bañarse y cepillarse los dientes para salir. Se despide de su gato y parte hacia el colegio, yendo a la parada del bus. Cuando se sube, se coloca los auriculares mientras el viaje avanza.
Al llegar no entra de inmediato, sino que espera a su mejor amigo, prácticamente un hermano para él. Para cuando Francisco llega, ya se les hace un poco tarde, así que entran charlando camino al curso.
—¿Se te hizo tarde de nuevo, Francisco? —pregunta Emilio en tono de broma.
—Un poco… mi alarma no prendía —responde Francisco, frustrado—. Eso me pasa por comprar cosas de segunda mano.
Ya dentro del salón, se sientan en su lugar de siempre. Mientras Emilio hace sus apuntes, Francisco usa el celular para entrar a redes sociales y mostrarle un video sin que el profesor lo note.
—Eh, Emilio —dice en voz baja—. Mirá, hay gente que grabó algo moviéndose en el cielo.
—Wow, sí parecen naves… pero para mí es IA —contesta Emilio con indiferencia.
—¿En serio creés eso? Para mí parecen bastante reales.
—¡A ver ustedes dos! ¿Se van a callar o quieren contarle su charla al director? —exclama el profesor, molesto.
—Perdón, profesor. No hablamos más —dicen ambos con vergüenza.
Al final del día, en la puerta del colegio, se despiden con un choque de palmas y un puño.
Ya en casa, Emilio pone agua para su café mientras estudia, ya que se acercaban semanas de exámenes. También le sirve comida y agua a su gato. Más tarde se baña y se prepara para dormir, no sin antes darle las buenas noches a Pelusa.
A la mañana siguiente repite su rutina: se levanta, se baña, se lava los dientes, alimenta a su gato y toma su café con normalidad.
Cuando está listo, sale hacia la parada del bus. En el camino nota algo extraño: algunas aves y animales parecen huir desesperados. Decide no darle importancia. En la parada se pone los auriculares para escuchar música mientras espera.
Pero pronto ve cómo varias personas miran hacia arriba. Otros están impactados, algunos jadean sin poder creer lo que ven. Los niños se emocionan sin entender lo que se avecina.
Emilio levanta la vista para ver qué sucede, y cuando lo hace se paraliza. Recuerda el video que Francisco le mostró el día anterior. ¿Podría ser que no era IA… sino real?
Naves espaciales. No una, sino miles, millones, montones de ellas visibles a simple vista. Gigantescas, de tamaños impensables.
—¿Qué son estas cosas? —susurra Emilio con preocupación, sin saber que sus dudas serían respondidas de inmediato.
De una de las naves se oye una voz… una voz no humana, algo sobrenatural.
—Seres humanos y habitantes de la Tierra —dice el Comandador con una voz profunda—. Hemos venido a dar un mensaje que cambiará el rumbo de su existencia. Lo que conocían como “vida” termina ahora.
La voz continúa:
—Desde el inicio, la vida en este planeta fue creada por nosotros. Encontramos esta roca vagando en el espacio y decidimos usarla para nuestras investigaciones. Empezamos con formas simples: plantas, bacterias, microorganismos y más.
—Pero surgió una anomalía. Ustedes, espécimen J-3476, “humanos”, lograron imponerse ante el resto. Lamentablemente, nuestros datos muestran que en la época reciente su especie ha entrado en una involución. En vez de aprovechar sus recursos, los han destruido de forma excesiva. Y no bastó con dañar al planeta… también se dañan entre ustedes con guerras sin sentido.
El tono del Comandador se vuelve más severo.
—Por eso, les daremos una última oportunidad. Durante los próximos veinte años deberán soportar nuestra invasión. Si sobreviven y demuestran ser aptos para vivir aquí, los dejaremos en paz. Si no… serán esclavizados y llevados a nuestro planeta. La prueba inicia ahora. Suerte, especímenes J-3476.
Emilio no puede creerlo. Piensa que debe ser un sueño, pero no tiene tiempo para procesarlo: de varias naves descienden aliens armados con pistolas láser, cuchillas y bombas.
El caos estalla. Gente corriendo, madres agarrando a sus hijos, otros intentando defenderse con lo que tienen… y muriendo en vano.
Emilio se queda paralizado unos segundos, hasta que ve cómo empiezan a matar indiscriminadamente. Corre a toda velocidad hasta su casa. Al llegar traba las puertas, apaga las luces, sella ventanas con sábanas y cinta, y agarra el cuchillo de cocina más grande que encuentra.
Aterrorizado, sube a su habitación con su gato. Traba la puerta con una silla. Desde la ventana ve el desastre: fuego, autos chocados, motos destruidas, aliens matando a sangre fría.
Después de ver ese infierno, solo puede preguntarse:
¿Acaso es este el fin de todo el planeta?
Editado: 11.12.2025