Los que nos observan

Acechadores: Detrás del orfanato

En el capítulo anterior…

Orfanato Heisen del poblado fantasma Ecrotos; 2030…

‒Hola, me llamo Santiago puede parecer tétrico el lugar, pero es muy acogedor‒

‒Fedrid se sorprende diciéndole ‒ ¿enserio? pareciera lo contrario, pero me alegra que…‒

La platica fue interrumpida por una chica que se veía casi de la edad de Ericka:

‒No habla enserio, esa comida que te llevan engordando como cerdo te ha consumido las pocas neuronas que te quedan ‒la chica recalco despectivamente‒

Ericka le llamo la atención lo que la chica había dicho:

‒ ¿Que sitio es este? ‒Ericka pregunto‒

‒ ¿Dónde estás?, acaso aquel hombre de traje gris no les hablo de este lugar ‒la chica respondió‒

‒No, y en el transcurso del camino hasta llegar aquí fue muy raro, preferí guardar silencio ‒le contesto a lo que ella dijo‒

‒ ¿Dudas? ‒Santiago se puso nervioso ‒eeeenn…tooon…ceeess…‒

‒Que te pasa, porque titubeas ‒la chica dijo‒

Ella observo que Santiago daba vueltas en sí mismo y en direcciones diferentes:

‒Lo conozco poco, pero al parecer le tiene terror a ese hombre de traje gris‒

‒Debe ser grave para que su actitud cambie drástica mente‒ Ericka dijo‒

‒En fin, no quiero hablar más de hombres de traje gris solo me pone de mal humor y tú, no te dejes creer por palabras que adornan algo como esto, ¿te parece acogedor? ‒

‒No, pero…‒

‒Sabía que él no, lo ibas acompañar de un, pero ‒la chica menciono ‒en fin, bienvenidos a su dulce hogar acompañados de don alegría ‒lo dijo con un gesto burlón‒

Después de esa charla que pareciera de ¿bienvenida?, acomodaron sus maletas en ambas camas pero Fedrid no quería separarse de Ericka por lo cual terminaron juntándolas para que así cuando la noche llegue puedan estar juntos y ambos sentirse seguros, aunque ella debía sentirse fuerte igual lo necesitaba a él. Erika se sentó un rato observando todo la habitación que era muy enorme; había una cámara de seguridad colocada en la esquina derecha cerca de la puerta, Santiago seguía muy nervioso alado de un niño con una venda en su boca y la chica sentada por el borde de la gran ventana que la luz traspasaba sus cristales irradiando el piso de esa habitación…sentía la curiosidad de saber más de este sitio así que poco a poco se fue acercando a la chica algo molesta, sentándose frente para tratar de dialogar:

‒ ¿Has apartado alguna cita?, te recuerdo que no soy consejera ‒la chica se lo dijo con un tono despectivo ‒

‒Solo me vine a sentar‒

‒Justo aquí, hay mucho espacio te invito a pasar‒

‒ ¿Qué le ocurre a Santiago?, porque tan así repentinamente‒

La chica observa detenidamente para luego agachar su mirada:

‒Este lugar que ves ante tus ojos era un orfanato, al cual quizás te hicieron creer que lo es, pero antes si lo era, la endemia devasto a todo el personal que tuvieron que salir de inmediato, tomando una nueva persona la dirección que nos prometió cosas hermosas, solo fueron mentiras y esto es lo único que quedo‒

La chica voltea su mirada del lado izquierdo:

‒Lo ves a él ‒la chica dijo‒

‒Si ‒Ericka respondió‒

‒Antes éramos muy buenos amigos, pero me canse de su positividad haciéndome creer cosas sin sentido‒

‒Quizás solo trata de darte fuerzas‒

‒La chica se sonrío de una forma despectiva ‒si claro‒

Ella se sacó uno de sus zapatos dejando su pie desnudo pero lo que vio Ericka ante sus ojos fue sorprendente ya que le faltaba 2 dedos de su pie:

‒Que te hicieron‒

‒Trate de huir de aquí, pero fracase, después que me capturaron me cortaron los dedos como si fuera mis pies de plastilina‒

‒Dos dedos menos, ¿dos veces intentaste escapar? ‒

‒Así es ‒ella respiro ‒estaba tan cerca‒

‒ ¿Tan difícil es escapar de aquí? ‒

‒Fácil es salir, difícil son los obstáculos‒

‒Te refieres a los guardias de seguridad‒

‒Ellos no representan un peligro las cosas raras que rondan por aquí, si…‒

La conversación fue interrumpida por una sirena que al parecer sonaba por todo el lugar; Ericka estaba confusa porque no sabía que era ya que luego de varios segundos se abrió la puerta de la habitación dirigiéndolos a un pasillo extenso que al entrar a otra nueva sala era bastante acogedora porque había mesas y mucha comida, pero con todo lo que había presenciado ella no tenía ánimos de comer:

‒No te encantes mucho de este lugar, aunque te parezca hermoso solo tratan de que nos olvidemos de la realidad de este sitio ‒la chica se lo menciono‒




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