Era casi fin de semana, viernes, hable con Antonieta y Michael, les dije que saldría todo el fin de semana, que cualquier cosa no dudaran en llamarme y que fueran a mi departamento, si no se sentían seguros en su casa
Antonieta no tuvo problema, pero Michael me dijo que en cuanto pudiera fuera a verlo, acepté y me despedí de ellos.
Terminó mi jornada, estaba un poco nerviosa por salir con Kanie por primera vez como mi "novio''
Kanie era mi primer novio, no soy nada romántica, pero tenía un poco de conocimiento sobre los días especiales por mis compañeros de la universidad, cada San Valentine se regalaban cosas, igual cuando era cumpleaños de su pareja, y cada vez que cumplían 1 año
¿Cuándo cumplía años Kanie?
¿Hoy seria nuestro primer día?
¿Le gustara los chocolates o prefiere cosas saladas?
Todas esas preguntas estaban rebotando en mi cabeza, mientras iba a donde había quedado con Kanie, cuando llegué, esperé en una de las mesas fuera del café, en eso se acercó alguien hacia mí, parecía de seguridad y me dijo:
- ¿Usted es la señorita Grey?
Dijo en un tono muy serio
-Claro ¿En qué puedo ayudarlo?
Me dejo una nota, le agradecí y él se fue, la nota decía:
>Cielo, ven al estacionamiento del hotel de enfrente, estoy en una todoterreno negra<
Me levanté de la mesa y pagué el té helado que me estaba tomando, fui al estacionamiento y vi una Todoterreno Wrangler Dragon negra estacionada y toqué a la ventana del copiloto, bajaron la ventana y vi el rostro de Kanie, que bien se veía sin su traje del trabajo, me dijo:
-Sube cielo, vamos
Me subí, nos dirigimos a donde solo él sabía, dijo que sería un camino largo, así que aproveche y me quede dormida.
Cuando me desperté vi que es estaba observándome, muy concentrado
- ¿Hace cuánto tiempo llegamos?
- Hace no mucho cielo, te veías tan linda, que no quise despertarte
Me empecé a sonrojar y miré hacia otro lado
Vi una cabaña cerca del mar, que hermosa se veía, además casi ya estaba el atardecer, tardaríamos como 2 horas de camino más o menos, Kanie se bajó del coche y abrió mi puerta, extendió su mano y dijo:
- Vamos a dentro, cielo
La puesta de sol le quedaba de fondo, ¿Era posible que un hombre se viera así de atractivo? ¿Qué tenía yo de especial para gustarle a ese hombre? Lo cierto es que era mío y eso todavía no entraba en mi cabezota.
- Si vamos – dije tomando su mano y entramos a la cabaña
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Editado: 29.11.2021