La chica estaba de pie al mostrador, hablando tranquilamente y con una voz suave para el oído de cualquiera, tenía el cabello rizado y castaño, su figura era exquisita para sus ojos. Era como si Jhonatan se mantuviese inmerso en una increíble ilusión y el mundo quisiera burlarse de su persona. El chico siempre decía que fijarse en alguien a primera vista, estaba mal, pues hay que conocer a las personas. Incluso, desde hace algún tiempo se encontraba en conflicto amoroso, debido a fracasos y al pedir demasiado. Se podría decir que sus antiguas relaciones, la mayoría habían acabado por su culpa, por no saber amar verdaderamente, pero ¿Cómo iba a saber que hacia mal?, nadie nace aprendido y mucho menos en un tema tan exasperante y mágico como el amor, aun así era algo que había aprendido por las malas. Él se había estado culpando por mucho tiempo de sus errores. ¿De verdad había sido así o solo era una ilusión?
Susej al culminar su conversación, tomo la taza de café e hizo contacto visual con Jhonatan, el ya nombrado estupefacto cuando la vio avanzar para sentarse justo frente a él.
__ Hola, Jhonatan.
En silencio fue como permaneció nuestro protagonista, pero dándose cuenta de la falta que había sido al no responderle, continuo;
__ Hola.
__ ¿Cómo has estado? –Pregunto la chica, luego de probar su café- ¿te acuerdas de mí?
__ Lo cierto es que…-la observo un rato más para proseguir- no me acuerdo, ¿Quién eres?
La mujer no se inmuto por lo antes dicho, así que asintiendo, le contesto;
__ Soy Susej, tu novia.
¡¿Qué mierda tiene en la cabeza?!
Fue lo primero que pensó Jhonatan al escuchar aquello, proveniente de la mujer delante de su persona.
__ Lo siento, pero no sé nada de ti y para ser sincero, esto empieza a incomodarme.
__ Tienes todo el derecho de desconfiar, aun así, no te vayas. –Pidió- escucha lo que tengo para decir, por favor.
Por unos minutos, Jhonatan tuvo la impresión de que todo esto era una alucinación, porque si se colocaba a pensar de manera detenida, su amiga no le hubiera cancelado tan de repente, tampoco se hubiese sentado solo con su capuchino, sin mencionar la presencia de Susej, pero la inquietud no perduro, porque la realidad era diáfana y nítida. Era casi imposible que se tratara de una ensoñación, hasta que se percató de que sus ojos tenían un color inusual.
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Editado: 16.04.2020