Elliot
Ethan tenía la mirada perdida mientras que Erick y Daniel conversaban y reían, la música retumbaba a mi alrededor, el olor a alcohol y otras sustancias inundaron mis fosas nasales, mis ojos recorrían a cada mujer que pasada por enfrente y claro que notaba las miradas coquetas que mandaban en nuestra dirección.
—¿Quién fue? —Pregunto Daniel mientras levantaba el vaso de whisky que tenía en la mesa.
—¿Qué cosa? —Pregunto Erick.
—¿El que asesino a Iván? —pregunto de vuelta como si fuese los más obvio.
—Nosotros no fuimos, Daniel—Respondí, aunque no estaba seguro si Erick lo hizo o no, el menciono que estaba con Vanesa y espero que no nos haya mentido.
—Vaya pensé que fueron ustedes y si no fueron ustedes. ¿quién fue? —Eso es lo que yo me pregunto, aunque los Tyler tiene varios enemigos así que no me sorprende lo que ocurrió
—Un Tyler menos— Erick soltó una carcajada y cuando iba mencionar algo más su mirada se dirigió hacia la entraba del bar, al mirar ahí se encontraba Elena con un vestido que resaltaba su hermosa figura, mi garganta se secó y mis manos sudaron. Se veía malditamente sexi.
—¡MIERDA! —exclamo Ethan, también la había notado. Daniel giro para ver qué es lo que nos tenía tan desconectados y cuando lo hizo lanzó un suspiro.
—Es tan sexi y hermosa como me…
—Ni se te ocurra Daniel, ella no— mencionó Ethan mientras se levantaba para ir junto a Elena, nadie dijo nada ante su acción. Cuando llegó junto a ella la tomó de la cintura, Elena volteo con una mueca, pero al ver a Ethan le sonrió un poco confundida, pero de igual manera empezaron a bailar juntos.
—Carajo no lo aguanto más— Erick se levantó para unirse a ellos y por lo que veía no les incomodaba. No era la primera vez que compartíamos a una chica y a Elena no parecía incomoda con la atención de Ethan y Erick.
Y yo solo quería probar esos labios y lo haría y al parecer mis hermanos piensan lo mismo.
Ethan me lanzó una mirada que me hizo levantarme y subir por las escaleras directo hacia las habitaciones privadas que tenía el bar y que disponíamos cuando queríamos, escuche pasos detrás míos, sabía que me seguían.
—Tu orden puede irse al Carajo padre—dije para adentrarme a la habitación.
Esperándolos a ellos.
Esperándola a ella a Elena