Los Reyes de Hill Lane

Capitulo 42/2

Narrador Omniciente 

 

—Tráiganlos—ordenó a sus hombres, estos se acercaron a ellos soltándolos y en el preciso momento en que sintieron las cuerdas aflojarse los 3 trataron de pelear pero estaban débiles, ellos los vencían en fuerza, mientras que Elías Hamilton tan solo se dejó llevar sabía que no podía contra ellos por lo menos no ahora, tras algunos minutos de forcejeo los tres fueron sujetados con fuerza y fueron obligados a salir de aquella habitación, al salir observaron unas escaleras, a rastras los hicieron subir hasta llegar a una puerta de madera esta estaba cerrada con llave el hombre que al parecer era el jefe saco des bolsillos una llave y con esta había varias más, cuando la abrieron observaron detenidamente el lugar era totalmente contrario al lugar donde habían estado hace apenas unos minutos, las paredes seguían pintadas de blanco pero estaban limpias sin ninguna mancha de humedad o sangre, el piso era de madera y podía verse a través de las ventanas los árboles y la luz del día, también habían cuadros colgados en las paredes, no sabían que ligera era ese y para su mala suerte descubrieron que estaban rodeado de árboles quizás en el bosque.

Eran empujados para que avanzarán con más rapidez mientras eran llevados por un pasillo bastante amplio.

Otro detalle de aquel lugar era que estaba lleno de personas con armas y por supuestos con sus rostros cubiertos, se mantenían quitos y firmes en su lugar ni siquiera pusieron atención ellos, eran como estatuas, pero estatuas que no dudarían en asesinarlos si recibían la orden.

Caminaron unos minutos hasta llegar a una amplia sala en cada esquina había dos hombres del mismo modo que los anteriores, pero eso no era el problema, el problema era que ahí se encontraban Gabriela, Sarah Hamilton y Elena las tres atadas a unas sillas, al observarlas ellos trataron de llegar junto a ellas, pero fueron detenidos a medio camino las armas habían sido puestas en la dirección de los 4, quedándose quietos sabían que si avanzaban ellos no dudarían en disparar.

—Oh no lo creo—mencionó con burla aquel hombre que se encontraba en medio de la sala, era el jefe lo supieron de inmediato, pero había algo distinto en él, era distinto al hombre que había asesinado a aquellos hombres en la fiesta hace unos meses, se veía diferente más grande más alto o quizás los golpes ya les estaba afectando demasiado.

—¿Quién carajos eres? ¿Por qué no das la cara maldito? O acaso tienes miedo—reclamo un molesto Elías Hamilton. Seguía atado, seguía débil, pero ver al causante de que su reinado estuviera callándose en ruinas de que todo su poder y dinero se le estaba siendo arrebatado le nubló el juicio y la rabia fluía en el con rapidez.

—Por su puesto ya es tiempo ¿no? —dijo aquel hombre mientras avanzaba unos pasos hacia ellos, levantó las manos y las coloco al costado de la máscara que cubría su identidad para así deshacerse de ella y dar al descubierto su rostro, la confusión y el desconcierto tiñeron el rostro de los cuatro, sus facciones se endurecieron mientras no apartaban la vista de él, pero había un sentimiento más, el odio.

—¡TU!, no es posible, te mandé a investigar, te seguí durante semanas… como — dijo incrédulo Elías Hamilton, se había equivocado y este error lo estaba llevando a la muerte.

—Déjame decirte Hamilton que tus investigadores son unos ineptos, y claro también está el detalle de que aman el dinero— Se burló sintiendo placer al ver a esos imbéciles ahí atados, débiles y sufriendo.

—¿Qué es lo que quieres Williams? — preguntó Elliot, habían bajado la guardia con él, sabía que el poder era algo adictivo, que cuando lo tienes quieres más y más, pero presentía que esto no era por poder era por algo más.

—Suéltalas, ellas no tienen nada que ver— menciono entonces Ethan mirando a las tres mujeres que se encontraban atadas, Williams las observó con interés, las tres eran hermosas una más que la otra, las tres tenían miedo de lo que ocurriría se les notaba en sus rostros, pero se mantenían en silencio sabían lo que pasaría si hablaban. Una bala atravesará su cabeza esa fue la advertencia.

—Te equivocas, ellas tienen todo que ver —Mencionó Williams y los rostros de los Hamilton se endureció, harían Todo lo que este a su alcance para que ellas estuvieran bien, Elías observaba a su esposa, notando sus ojos rojos por el llanto sus miradas se cruzaron y lo supieron quizás sería la última vez que se verían, mientras que Ethan, Erick y Elliot alternaban la vista de Gabriela a su madre para luego quedar en ella, en Elena, pero ella no levantó la vista ninguna ves, ella no los miró.

—Pero no podemos iniciar la fiesta, aún falta un invitado-Williams dijo con alegría –Tráiganlo— y tras decir aquello una persona más fue arrastrada hasta la sala era Adán Tyler.

—Bien ya estamos todos comencemos, esto ya se está alargando demasiado —los hombres de la familia Hamilton observaban el lugar y a Adán que se encontraba golpeado, podía verse manchas de sangre en su camisa lo habían torturado, no podían decir desde cuando si horas o días no lo sabían y mientras ellos trataban de dar respuestas a las preguntas que los atormentaban, Williams caminaba de un lado para otro observando el rostro de cada uno, hasta fijar un objetivo e ir por él, con pasos firmes avanzo hasta ubicarse frente a él, sus miradas se encontraron y ambos se odiaron más.

—Mentiras, mentiras y más mentiras –suspiro dando aún más tensión al ambiente –¿Todos aquí mienten? No es así Elías, es algo tan común en este mundo, unos mienten para conseguí dinero otros para conseguir poder, otros para destruir a alguien en fin las mentiras siempre existen y más en nuestro mundo, ser honestos en la mafia es algo imposible no es así. En este caso el mayor mentiroso se encuentra aquí, eres tú o uno de tus hijos o quizás yo–se encogió de hombros–quien sabe no, pero porque no descubres tus mentiras primero, aquellas que te atormentan.



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En el texto hay: amor amistad traicion secretos celos

Editado: 08.02.2022

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