Capítulo 4: Un "Feliz" cumpleaños.
[29 de Septiembre del 2015, martes]
Jonathan*
Tomo mi bicicleta y salgo peor que diablo en botella de la casa de la tía Abby, se me hace tarde para llegar a la universidad. La verdad es que poco a poco me voy acostumbrando a este pequeño pueblo, extraño el calor de Los Ángeles, aún no me acostumbro al frío del Reino Unido.
Sobre todo, extraño a mamá y a mi novia Meredith, prometimos que haríamos funcionar esta relación a distancia, ya que solo me quedaré aquí por dos años. Decidí aplicar para el programa de intercambio porque me encanta conocer lugares nuevos y que mejor manera de empezar que visitando a la tía Abby.
Después de pasar varias calles y casi ser arrollado por un auto, llego al estacionamiento de la universidad. Me topo con estos chicos rubios que son idénticos, pero a la vez muy diferentes, el que viste como modelo tiene una sonrisa gigante y al otro parece que le pesara la vida. Esta vez no van acompañados de la rubia que tiene cara de "Si te acercas, te mato". El risueño agita su mano en el aire en forma de saludo mientras el otro asiente con la cabeza, correspondo al saludo levantando la mano.
Literalmente, corro hacia el edificio de nuestra facultad, ingreso a mi primera clase y me disculpo con el maestro por interrumpir, tomo asiento junto a esta chica simpática.
—Hola —me saluda en un susurro.
—Hola, ¿No estoy robando el puesto de tu amiga? —sus labios forman una mueca triste.
—No, mi rubia no vendrá.
—¿Tu rubia?
—Si, así le llamo de cariño, es mi mejor amiga desde la secundaria.
—No parece alguien que tuviera mejores amigos –entrecierra sus ojos hacia mí, luce algo ofendida por mi comentario.
—No conoces a mi rubia —niega con la cabeza.
>>La amistad de Aly vale más que la de diez personas que solo están conmigo en los momentos felices, me demuestra que me quiere con hechos y no con palabras vacías.
—En serio es muy importante para ti —asiente con una gran sonrisa.
>>Bueno, tu rubia ¿Por qué no vino?
—Porque ayer la asaltaron de camino a casa –mis ojos se abren demasiado por el asombro, no puedo creer que estas cosas se den en un pueblo tan tranquilo como este.
—¿En serio? ¿Se encuentra bien?
—Por intentar defenderse la golpearon muy feo, tiene su bello rostro lleno de moretones —se estremece, como si le causara pavor el solo recordarlo.
—Creí que este era un pueblo tranquilo.
—Querido, este pueblo es todo menos tranquilo —le doy toda mi atención—. Desde hace como diez años, varios adolescentes y adultos empezaron a desaparecer misteriosamente, como si de un momento a otro se los tragara la tierra, nadie sabe que ha sido de ellos, se dice que abandonaron el pueblo, porque nunca han encontrado ningún cadáver.
—Eso es... preocupante –ahora estoy cuestionando seriamente mi estadía en este lugar.
—Tu tranquilo, solo procura no movilizarte solo por las calles, te puede pasar lo mismo que a Aly.
Eso es un hecho que tendré en cuenta.
***
[30 de Septiembre del 2015, miércoles]
Alya*
—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños mi Alya, feliz cumpleaños a ti —apenas entreabro mis ojos para observar a mamá entrar a mi habitación con un pastel enorme de chocolate y unas cuantas velas sobre este.
>> Feliz cumpleaños cariño —medio me incorporo con dificultad y ella acerca el pastel hacia mí para que sople las velas.
—Gracias, es bueno que te recuerden que estas cada vez más cerca de morir —rueda los ojos ante mi comentario.
—Tienes un pésimo sentido del humor Aly.
—Lo sé —deja el pastel sobre mi escritorio.
—¿Estás segura de que quieres ir a la universidad hoy? —es la décima vez que pregunta desde ayer.
—Si mamá, ya no duele tanto.
Mentirosa.
Duele como el demonio, pero no me gusta sentirme inútil y quedar postrada en una cama. Ayer cuando fuimos al hospital, el médico que me atendió, aseguró que no había ninguna costilla rota o algún área perjudicada, pero que los hematomas eran un poco alarmantes y que por lo menos debía tener unos cinco días de reposo.
Pero como me conozco y se que soy terca, no tomaré ningún descanso. Solo me limitaré a ingerir los analgésicos que me recetaron.
—Bueno, me llevaré este pastel abajo porque Adhara lo quiere de desayuno, te alistas para que también bajes a desayunar —asiento con la cabeza y a paso lento me encamino hacia el baño.
Mi cara parece que fue pintada con colores púrpuras y verdosos, con un toque de rojo. De solo verme en el espejo duele, pero la hinchazón disminuyó, algo es algo.
Lavo mi rostro con sumo cuidado y hago mis necesidades fisiológicas. Salgo de mi habitación para encaminarme hacia las escaleras, al llegar abajo la primera en abrazarme eufóricamente es Adhara.
—Feliz cumpleaños a mi hermana favorita.
—Eso dolió —se queja Deneb.
—Tu eres un idiota —le dice ella liberándome de su abrazo.
—Sin groserías —le reprende mamá.
—¿Y tu copia? —pregunto por Deimos, a esta hora se supone que está tocando el piano.
—No te puedo decir, secreto de gemelos —posa la mano izquierda en su pecho mientras levanta la derecha en señal de juramento. Ruedo los ojos.
Se que hoy es un día muy duro para Deimos, Deneb y yo somos los únicos que sabemos del dolor que alberga mi hermano.
—Muy bien, basta de charla, a disfrutar tu desayuno de cumpleañera —me anima mamá y pasamos un buen rato mientras nos burlamos de los comentarios sosos Deneb, bueno en realidad todos ríen menos yo, por lo que Deneb acota que soy un ser humano sin alma.
Termino mi desayuno y me encamino hacia la segunda planta, hacia el cuarto de Deimos para ser más específica, el entrar a su habitación me causa una satisfacción enorme porque todo es blanco, las paredes, la sábana, su escritorio, la silla que va a juego con este, los cuadros, todo. El se encuentra aún acostado y estoy segura de que sostiene la foto de ella entre sus manos.