Capítulo 9: “Peleas callejeras”
[14 de Octubre del 2015, miércoles]
*Jonathan*
Me adentro en la cafetería de la universidad, buscando alguna mesa que este vacía y para mi mala suerte, todas están abarrotadas de estudiantes. Sigo buscando hasta que mi vista se fija en la rubia con síndrome de groceritis aguditis.
Esta sola y con la mirada clavada en sus manos, decido que es un buen momento para molestarla porque ha faltado dos días a clases al igual que sus hermanos y es divertido ver como se enoja tan rápido. No entiendo por qué le molesta mi presencia, aunque parece que le molesta la existencia de todo el mundo, excepto la de su amiga parlanchina.
Me acerco a paso lento, a simple vista parece alguien normal pero cuando intentas entablar una conversación con ella, te desencantas bastante rápido. Tiene este aire de superioridad, con esa personalidad arisca y la mala costumbre de observar todo lo que se le acerca con fastidio.
—Hola muda —utilizo ese mote que sé que le molesta y es inmediata la mueca de disgusto que se forma en su rostro.
No me responde y hace como si no me he sentado junto a ella, continuo en mi papel de ser un grano en el culo.
—¿Y cómo estás? ¿Todo bien? —pregunto viendo como cierra los ojos por un momento, tratando de reunir paciencia.
—Eres insoportable.
—Lo sé –expreso con orgullo—. ¿Por qué faltaste?
—¿Por qué preguntas? —gira su rostro para verme a los ojos y me es imposible no perderme en la oscuridad que emanan.
Esto se va a poner interesante.
—Respondiendo una pregunta con otra —niego con la cabeza—, eso es jugar sucio, muda.
—No lo es… no entiendo por qué el yo falte pueda afectar en tu insípida existencia.
—Auch —finjo un dolor en mi pecho—. ¿Acaso no puedo preguntar?
—¿Acaso puedo no responder?
—Touché —sonrío un poco por lo divertida que está siendo esta conversación y no me puedo guardar el siguiente comentario—: Después de todo es bastante divertido hablar contigo, muda.
Por primera vez veo en su rostro formarse una expresión que nunca creí presenciar, desconcierto. Ella está… ¿Confundida?
—¿Nunca te dijeron que hablar contigo era divertido? —cuestiono en un tono burlón.
—No.
—La verdad me siento bastante alagado, soy el primero —río mientras ella apoya su codo derecho en la mesa, sosteniendo su rostro con la mano, aún sigue bastante desconcertada.
—Espero que no seas el último —murmura más para ella que para los dos. No puedo dejar de reír hasta que noto la venda en su brazo, no se veía pues su camiseta de mangas la cubría y como apoyó el codo en la mesa, esta quedó visible.
—¿Estás bien? —pregunto un tanto preocupado y dejo la risa de lado, el vendaje está un poco manchado de sangre, lo que quiere decir que no ha dejado descansar la herida como se debe.
Esboza una sonrisa torcida que me descoloca bastante, lo poco que la he visto nunca sonríe, pero esta es diferente y estoy empezando a considerar que la muda es bastante rara.
—¿Quieres saber cómo me la hice? —pregunta en un hilo de voz bastante siniestro, asiento y cuando menos lo espero se va acercando lentamente hacia mi rostro. De pronto estamos tan cerca que nuestras narices se rozan, nuestros ojos no han perdido el contacto visual y siento que seré absorbido por la oscuridad que emanan estos.
Continúa su recorrido por mi mejilla, puedo sentir su respiración y no entiendo por qué mierda he cerrado los ojos. Se detiene en mi oído y el que suspire allí hace que la piel de mi cuerpo se erice.
—En una pelea callejera —susurra y es cuando me digno en reaccionar, alejándome de inmediato y abriendo los ojos de golpe.
Tiene una pequeña sonrisa plantada en su rostro y vuelve a su posición inicial.
¿Pero qué mierda?
—¿Cómo?... —intento preguntar pero me he quedado sin habla.
—Soy una persona peligrosa… Jonathan, te recomiendo que no te metas donde no debes y conste que te lo estoy advirtiendo.
¿Acaso ha sido una amenaza?
Estoy por responder pero entonces llegan sus hermanos y Jade, vuelve a su semblante de “odio a todos” y mi cerebro aún no procesa lo que acaba de pasar.
—Hola hermano ¿Qué tal todo? —me saluda el rubio despampanante, solo asiento con la cabeza a modo de saludo.
El otro ni se molesta en observar a su alrededor y clava la vista en su móvil, Jade se sienta junto a su mejor amiga y empiezan a conversar animadamente, en realidad, Jade es la que habla casi todo el rato mientras la muda le da toda su atención.
—¿Harán fiesta este año? —pregunta Jade en general y Deneb se frota las manos con emoción.
—La pregunta ofende, cariño. Nuestra fiesta es la más esperada del año y este no será la excepción.
—Disculpa ¿Qué fiesta? —me atrevo a preguntar y parece que el rubio se prepara para el discurso de su vida.
—El treinta y uno de octubre es nuestro cumpleaños —señala de su hermano a él—, y cada año organizamos una gran fiesta en la mansión, los invitados deben lucir sus atuendos según la temática que vayamos a elegir, es la mejor fiesta del año.
Asiento entendiendo de lo que se trata y de reojo puedo ver como su hermana niega, al parecer no está de acuerdo con la gran celebración.
>> Claro que estás invitado —me dice y luego se levanta del asiento—. ¡Todos están invitados!
Grita y todos los alumnos de la cafetería lo ovacionan, del poco tiempo que llevo conociéndolo he notado que es bastante popular y muchos se mueren por estar en su círculo de amistades, todo lo contrario a su gemelo y la muda, que parece que cargan un repelente de humanos.
Deimos ha dejado su móvil de lado y ahora solo está mirando a la nada, Alya y Jade siguen conversando hasta que el timbre anuncia que algunos ya deben volver a sus clases.