Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 14

Capítulo 14: Donas.

[1 de noviembre del 2015, domingo]

Doy una última arcada expulsando todo el contenido de mi estómago, apoyo la frente en el retrete dejando que las lágrimas caigan directamente al piso del baño.

Tengo una resaca de los mil demonios y llevo como media hora encerrada en el baño sin dejar de vomitar, la garganta me arde y cada arcada me hace llorar. Los párpados me pesan y es que apenas dormí cuatro horas, terminamos de limpiar a eso de las tres de la madrugada.

Es como si a mi cuerpo lo hayan agarrado como saco de boxeo, me duele todo y la cabeza me palpita de una forma bastante alarmante.

Creo que ya no voy a vomitar más, pero otra arcada me ataca y de inmediato levanto la cara para expulsar el espeso líquido dentro del inodoro.

No volveré a tomar así.

Las pocas fuerzas que tengo me abandonan y estoy a punto de caer inconsciente, pero alguien entra apresuradamente a mi baño y toma mi rostro entre sus manos.

—Aly, ¿Estás viva? —sonrío por lo tonto de la pregunta.

—No, soy un muerto viviente —bufa y entrecierro mis ojos porque no puedo enfocar su rostro.

—Genial, amaneció comediante —masculla mientras suelto una risita suave—. ¿Cuántos dedos ves aquí?

Entrecierro aún más mis ojos para observar mejor, pero parece que es peor ya que veo como tres manos frente a mí.

—¿Nueve?

—Mierda, si estás muy mal.

Me ayuda a levantarme y se las apaña para hacernos llegar al lavabo. Abre el grifo, dejando el agua caer y da dos golpecitos en mi espalda para que me incline, empieza a mojarme la cara, lo que me hace espabilar de una buena vez.

Como puedo me las arreglo para apoyar las manos en el lavabo, la persona que aún no sé quién es me ha soltado al ver que ya puedo mantenerme de pie por mi cuenta. La cabeza aún me da vueltas, pero ya puedo ver mejor, fijo mi vista en el espejo y considero seriamente hacer un casting para una película de terror.

Mi cabello es un completo desastre, las ojeras me llegan al piso y mi rostro es una mezcla de colores ya que no me quité el maquillaje para dormir. En el reflejo descubro que mi salvadora es Adhara, no me quita los ojos de encima y parece estar esperando algo.

—¿Qué quieres? —le pregunto volviendo a mi hosca personalidad. Rueda los ojos.

—De nada, en serio no me agradezcas por salvarte de morir ahogada con tu propio vómito —expresa con fingida emoción.

—Gracias —mascullo, pero hace como que no me escucha.

—¿Perdón? No entendí.

—Gracias queridísima hermana por no dejarme morir —sonríe con suficiencia. Le hago un ademán con la mano para que me ayude a salir del baño, aún me encuentro bastante mareada.

—En realidad vine a buscarte porque mamá quiere que bajes —explica mientras me sienta en la cama y me pone las pantuflas como si fuese una niña pequeña—. Los gemelos están igual o peor que tú y por eso mamá preparó su famoso batido anti-resacas.

Siento como me ataca otra arcada por la mención de la dichosa bebida, pero no vomito. Soy capaz de someterme a cualquier tipo de tortura, la que sea, pero ni en broma mis finísimas papilas gustativas sufrirán tal aberración.

Adhara hace una mueca de asco por mi arrebato y me golpea la rodilla con rudeza, la miedosa creyó que vomitaría sobre ella.

—No quiero tomar esa cosa, me da asco.

—Nadie te mandó a emborracharte —se encoge de hombros.

Me ayuda a levantarme y juntas salimos de mi habitación, al bajar las escaleras, la escena que encuentro en el comedor es un tanto cómica.

Deneb se empina el vaso con batido mientras se tapa la nariz en el proceso, según él, para que sea más rápido y menos asqueroso.

Por otro lado, Deimos se abraza a la cintura de mamá y niega frenéticamente. Ella tiene los brazos cruzados sobre su pecho, observándolo con diversión.

—No mamita, no me hagas tomar eso. Te juro que no me emborracharé nunca más, te lo juro por el piano —no puedo evitar reírme, pero me callo de golpe cuando veo un vaso con batido en mi puesto.

Me suelto de Adhara pues ya puedo caminar sola. Avanzo hasta la mesa de comedor y luego de sentarme, observo fijamente la bebida frente a mí.

Es una mezcla de remolacha, zanahoria, pepino, cebolla, jugo de tomate y huevo crudo. A la vista es estético, la remolacha le da ese color rojo como si fuese jugo de mora, pero sabe terriblemente mal.

Me resigno a tener que tomarlo sí o sí, porque mamá no me dejará moverme hasta que el vaso frente a mí quede completamente vacío.

Me lo tomo de un tirón, tratando de no devolverlo en el proceso. Al final no puedo evitar hacer una mueca de asco y apoyar la frente en la mesa, ha sido como pasar una prueba de fuego.

—¿Lo ves? Hasta Aly es más valiente que tú —se burla Deneb de su otra mitad y este solo le saca el dedo medio.

—¡Oye! —le reprende mamá. Mis hermanos y yo solo nos limitamos a reír, a ella nunca le han gustado las groserías.

***

Me limito a observar el espeso bosque a través de la ventanilla. En la radio se reproduce un rock de los ochentas, papá tararea la canción y yo tamborileo los dedos sobre mi rodilla al ritmo de esta.

Vamos de camino hacia el centro del pueblo, a la tienda de donas específicamente. Le pedí a papá que me llevara a casa de Jade, pero antes, quería comprarle algo para sorprenderla y que mejor que hacerlo con una caja de donas.

Son su postre favorito.

Me es imposible no recordar la noche de ayer. La glamurosa fiesta terminó en varios cuerpos desmembrados en la sala de la mansión, todo por la irresponsabilidad de Deneb. Tengo vagos recuerdos de haber bailado con un chico, pero no recuerdo haber visto su rostro o algo. Creo que nunca sabré quien fue.

Llegamos a la dichosa tienda y le pido a papá que espere en el auto. Al ingresar lo primero que captan mis fosas nasales es el olor a harina y chocolate, no es solo una tienda de donas, también venden pasteles.



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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