Capítulo 18: Tenemos un trato.
[19 de noviembre del 2015, jueves]
*Alya*
Entrelazo mis dedos, ubicando las manos sobre mi abdomen. Según mi teléfono son las cuatro de la madrugada, ya es el tercer día que me despierto a esta hora. No sé en qué momento he dejado que mi vida y la de mi familia se convirtiera en un carrusel de emociones. Hace unos meses vivíamos sin preocupaciones, trabajábamos normalmente y ninguna organización militar se encargaba de hacernos miserable la existencia.
De lo que no estoy segura es si todo se fue al caño cuando la FDIS nos encontró, o cuando conocí a ojos azules. No voy a negar que ese niñito ha puesto mi mundo de cabeza. He regresado al principio, donde su presencia me ponía los nervios de punta y no podía emitir palabra alguna ante su presencia. Luego lo vi como a cualquiera persona que me rodeara, con fastidio. Creí que el idiota había captado mis palabras, pero en vez de eso, viene y me besa.
Mi alter ego me pregunta ¿Por qué no lo apartaste? Si tanto te fastidia ¿Por qué dejaste que te besara?
No lo sé. Creo que muy en el fondo quería que sucediera.
Desde ese día, existe un torbellino de emociones dentro de mí, que amenaza con arrasar todo a su paso. Se supone que me caía mal, que no lo soportaba y juraba que, si volvía a joder, lo mataría. Y ahora solo quiero matarlo de otra manera.
A besos.
Y es que nunca creí admitir que Jonathan besara tan bien, ni en otras mil dimensiones veía esa posibilidad.
"Si sigues bailando así, vas a volverme loco".
Esas palabras que no dejan de retumbar en mi cabeza. Lo que me hace preguntarme ¿Habrá sido con quien bailé en la fiesta? ¿El chico misterioso que despareció en cuanto me vio? Eso tendría bastante sentido.
Ahora no es él quien me evita, soy yo la que huye porque no sé qué decirle o cómo actuar. Se me acerca para pedirme que hablemos a solas –ya que siempre ando con Jade– y soy bastante rápida inventando excusas para no tener esa conversación, pero el tipo es tan persistente que me dan ganas de callarlo de un beso.
Es algo tan impropio de mí. Yo no me ando con rodeos ni tapujos, siempre con la verdad de frente y sin importarme a quien le afecte, pero esto me sobrepasa.
Sé que no puedo esconderme bajo una piedra toda la vida, algún día tendré que afrontarlo y acabar con toda la revolución que ha despertado en mí.
Las horas se me pasan observando un punto fijo en el techo, hasta que la alarma de mi celular suena anunciando que debo levantarme de la cama. Luego de acicalarme un poco, bajo para degustar de mi desayuno. Las cosas dentro de la mansión están bastante tensas desde lo que les ocurrió a los gemelos. Cuando mamá se enteró de lo sucedido, era un mar de lágrimas y no quiso despegarse de Deimos en todo el día. La simple idea de perder a su hijo la devastó en demasía, por otro lado, papá tardó tres días en calmarse por completo, no era para nada agradable verlo molesto por demasiado tiempo.
Adhara me susurró un "Te lo dije" en cuanto le conté todo lo que ocurrió. Me limité a rodar lo ojos porque lo importante era que ambos estaban bien, con uno que otro corte por los vidrios, pero bien después de todo.
Si esos malditos vuelven por nosotros, les daremos pelea. Porque el que se mete con un Sallow, no vive para contarlo.
El desayuno transcurre en silencio, ni siquiera Deneb sale con sus comentarios fuera de lugar. Sé que todos están bastante preocupados, pongo mis manos al fuego al afirmar que papá se está arrepintiendo de haber tomado la decisión de quedarnos, pero no hay marcha atrás.
Luego de ayudar a mamá con los trastes, subo a mi habitación a alistarme para ir a la universidad. No paso por alto la pequeña opresión en mi pecho debido a los nervios, va a ser otro día escondiéndome de Jonathan y aún no me siento lista para encararlo.
Quién lo diría, la más sanguinaria de las asesinas tiene miedo de hablar con un chico.
Al bajar, me encuentro a los gemelos junto a Adhara esperando que papá saque el Ferrari del garaje. Como el Mercedes quedó hecho nada, ahora es papá quien nos lleva y trae de la universidad.
Adhara ocupa el asiento del copiloto, por lo que los gemelos y yo parecemos sardinas en la parte de atrás. Deneb no deja de moverse como si tuviera bichos en el culo y estoy a punto de golpearlo si no es porque llegamos a la universidad mucho antes de lo que esperaba.
Salgo del auto y camino a paso rápido hacia el edificio de mi facultad, ya no puedo andar como una persona normal porque hay unos malditos ojos azules que me persiguen. No hay mucha gente en las afueras de la instalación y no encuentro a Jade por ningún lado, lo más probable es que ya esté en el salón.
—¡Alya! —mierda.
Volteo y ahogo una carcajada con mi mano, observando como casi se va de bruces con bicicleta y todo por el desespero de bajarse de esta. La risa desaparece en cuanto lanza su vehículo hacia un lado para empezar a correr hacia mí. Emprendo la huida, pero es mucho más rápido y me intercepta en el camino.
—Oh no, ya no te me vas a escapar —demanda tomándome del brazo en cuanto ve mis intenciones de rodearlo.
—Suéltame o juro que te parto la nariz —siseo a lo que el obedece de inmediato.
—Prefiero no arriesgarme –suelta una risita nerviosa. Estoy por rodearlo, pero vuelve a bloquearme el paso—. Alya no me puedes a evitar toda la vida.
—Claro que sí.
—Claro que no. Tenemos que hablar.
—¿De qué? —me hago la desentendida.
Cierra los ojos tratando de reunir paciencia. Si lo harto, creo poder escapar.
—De lo que pasó —se acerca dejando un espacio bastante reducido entre nosotros. Instintivamente doy un paso atrás.
–Solo fue un beso, ya supéralo...