Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 21

Capítulo 21: Primera cita.

[10 de enero del 2016, domingo]

Adhara sopla las velas de su pastel y el comedor estalla en aplausos. Edmond se apresura en acercarse a mi hermana y llenarle la cara de besos, pero papá lo aparta de inmediato haciendo que el pobre tropiece con sus propios pies.

—Entiende niño, espacio personal —le reprende. Lo veo rodar los ojos sin que papá lo note y asiente hacia él, alejándose de Adhara como si tuviese lepra.

Mi hermanita acaba de cumplir dieciocho años. Que rápido pasa el tiempo, y pensar que fue ayer que iba a mi habitación para pedirme que durmiera con ella porque le tenía miedo a la oscuridad. Que tiempos.

Degustamos del exquisito pastel de arándanos que le preparó mamá. No sé qué será de mi vida cuando deje de hacer pasteles, creo que su sucesora será Alhena, espero y este a la altura.

—¡Al fin eres legal! Ahora sí podremos emborracharnos hasta la inconciencia —canturrea Edmond cuando nos hemos alejado de los adultos.

—No creo que quiera emborracharme hasta la inconciencia. Si eso incluye tomar el batido anti–resacas de mamá, paso —chica lista.

—No es tan malo después de todo —dice Deneb. Deimos y yo no ocultamos nuestras caras de horror, mi hermano definitivamente está loco.

Los minutos pasan mientras hablamos de cualquier tontería. Mi teléfono vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón, al sacarlo, me encuentro con algunos mensajes de ojos azules y una dirección adjunta.

Cita improvisada, te espero allí.

Pdta. No me dejes plantado que lloro :(

Voy hacia mi habitación por un abrigo más grueso, un par de guantes y mi gorro de lana. Le creo cuando me dice que, si no voy, va a llorar. Al bajar, le hago señas a Deimos para que se acerque, no quiero que nadie escuche lo que le voy a decir.

—¿Puedes llevarme a esta dirección? Por favor —le muestro el mensaje y el solo se limita a observarme enarcando una ceja—. Si quieres te pago, pero necesito que me lleves ahora.

No puedo pedirle a papá que me lleve porque se pondrá a hacer un montón de preguntas, Deneb empezará a joder como el idiota que es, así que mi única opción es Deimos y hay que admitir que este no me interrogará como los dos anteriores.

—No me tienes que pagar nada Aly, andando —nos disculpamos con los demás, diciendo que saldremos a dar una vuelta por el pueblo. Mamá y papá asienten un tanto desconfiados, pero no ponen objeción.

Luego de montarnos en su nevo auto y salir del garaje, nos adentramos en la extensa carretera cubierta por un manto blanco de nieve. Me gusta mucho el invierno, especialmente por el hecho de usar ropa abrigadora.

No puedo evitar pensar, ¿cómo será la dichosa cita? Jonathan es como una caja de sorpresas, a veces sale con sus cosas, que te dejan pensando si en realidad es de este planeta o viene de Romantislandia. Genial, ahora acabo de inventar el nombre de un planeta.

Llegamos a la dirección que me envió Jonathan y no oculto mi desconcierto al observar el lugar. Es una tienda que alquila bicicletas las veinticuatro horas del día. Ojos azules está fuera de esta, sosteniendo dos bicicletas a cada lado, llevando una mochila tras su espalda. Mueve la cabeza en varias direcciones como si estuviese buscando a alguien y ese alguien soy yo.

Dejo de observarlo al escuchar a Deimos soltar una risita, había olvidado por completo que me encontraba con él dentro del auto.

—No me lo puedo creer, ¿sales con Jonathan? —esboza una sonrisa pícara.

—No.

—Y entonces, ¿qué es todo esto?

—Solo lo estoy ayudando con... clases de defensa personal —¿Es en serio, Alya? ¿No se te pudo ocurrir algo mejor?

—Con que así le dicen ahora —rueda los ojos. Estoy por replicar, pero me interrumpe—. Ya vete, solo no llegues muy tarde y ten cuidado.

Asiento hacia él a modo de agradecimiento y salgo del auto. Al cerrar la puerta detrás de mí, Jonathan repara en mi presencia y su sonrisa crece de oreja a oreja, al llegar hasta él, besa mi frente como si fuese algo automático.

—Por un momento creí que no llegarías —hace un puchero triste.

—Cuando leí que llorarías me convenciste —me guiña un ojo. Mi mirada recae en las bicicletas y me atrevo a preguntar—: ¿Daremos un paseo?

—Iremos a un lugar muy hermoso, pero no tan hermoso como tú.

—No empieces.

—Ya, ya, mi pequeña amargada. Prometo ser un cinco por ciento menos cursi —más le vale.

Me extiende una de las bicicletas junto al casco. Mientras me coloco este último, lo veo montarse en su bicicleta e imito su acción para empezar a emprender camino hacia no sé dónde. Agradezco que no esté nevando porque entonces se nos haría imposible ir conduciendo por allí, con la nieve cayéndonos en toda la cara.

Salimos de la zona céntrica del pueblo, llegando a un área más boscosa que las demás ya que no consta de carretera, solo caminillos despejados de pasto. El escenario es bastante tétrico, a decir verdad, no hay algún faro que ilumine el camino, solo las pequeñas linternas que tienen incorporadas las bicicletas.

Pedaleamos y pedaleamos, me empiezo a preguntar en qué momento vamos a llegar.

¿Y si quiere matarme?

Pues la va a tener bien difícil. Nunca salgo sin una navaja en las botas o en el pantalón.

—Es... por aquí —gira hacia la izquierda. El caminillo se va haciendo más corto hasta que solo se alcanza a ver el pasto cubierto de nieve—. Llegamos —anuncia bajándose de la bicicleta. Lo hago cuando la mía se detiene por completo.

No oculto mi cara de disgusto. Estamos en medio de la nada, ¿qué tiene de especial estar rodeada de árboles y más árboles?

Estoy por reclamarle, pero en cuanto me volteo hacia él, lo encuentro mirando del suelo hacia mí.



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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