Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 22

Capítulo 22: Guerrera.

[19 de enero del 2016, martes]

*Jonathan*

—¿Tienes planes para hoy? —niega con la cabeza.

Nuestra última clase del día terminó y ahora camino junto a Alya hacia el estacionamiento.

Me quedo observándola detenidamente. Tiene el entrecejo levemente fruncido y su nariz resalta por lo roja que está debido al frío. Cualquiera diría que está molesta, pero con el tiempo he aprendido que esa es su expresión habitual.

—¿Qué? —espeta al sentir el peso de mi mirada. Suelto una risita que la hace hundir su entrecejo aún más, señal de que ahora sí se está molestando. No deja de ser brusca con las palabras y muchas veces es bastante difícil tener una conversación normal con ella, pero lo intenta.

—¿Ahora ya no puedo ni verte? Vamos Aly, no me prives de tu belleza —sus mejillas se sonrojan de inmediato y sonrío victorioso. También he aprendido que es bastante susceptible a las palabras bonitas, así que no pierdo oportunidad de alagarla porque me encanta verla nerviosa.

—Alerta de hombre cursi —rueda los ojos. Se afana en que le molesta que le hable así, pero muy en el fondo sé que le gusta.

—¿Qué te parece si hacemos algo diferente hoy? —entrelazo nuestras manos enguantadas, pero deshace el agarre de inmediato. Suspiro resignado.

Cualquiera diría que me monta el cuerno y por eso no quiere que nos vean juntos, pero Alya es demasiado reacia a las demostraciones de afecto en público. Siendo otro ya me hubiese alejado, pero esta rubia vale la pena y tengo toda la paciencia del mundo para esperar a que se adapte a estas cosas.

Puedo ver el arrepentimiento en su rostro y le regalo una sonrisa dándole a entender que no pasa nada. No quiero forzarla a hacer algo que no quiera.

—¿Como qué? —se atreve a cuestionar y me lo pienso un rato.

Recuerdo la vez en que me dijo que participaba en peleas callejeras. Nunca me lo creí del todo, pero ahora me entró la curiosidad de saber si es cierto.

—Enséñame a pelear —sus ojos se abren demasiado por la sorpresa.

—¿Estás seguro de que quieres hacer eso? Podríamos ir al cine o algo...

—Muy seguro, no creo que sea tan difícil ¿o sí? —luce bastante insegura sobre darme una respuesta negativa. Juntos mis manos a modo de súplica y hago un puchero bastante ridículo—. Vamos, di que sí.

Exhala con pesadez y asiente en mi dirección. Dejo un sonoro beso en su mejilla, lo que la hace esbozar una pequeña sonrisa. No notamos que hemos llegamos al estacionamiento y es la hora de despedirse.

—Ve al gimnasio de Bob a las ocho, te veo allí —observa hacia todas partes, asegurándose de que no haya nadie y se pone de puntitas para darme un pico en los labios—. Adiós.

La veo alejarse hacia uno de los autos de sus hermanos. Soy consciente de que estoy sonriendo como un tonto enamorado y es que, con esa rubia, ¿Quién no?

***

Cuelgo la llamada por décima vez. Estoy cabreado y hastiado, Meredith no entiende que no quiero hablar con ella.

Lleva algunas semanas con lo mismo, me revienta el teléfono con mensajes y llamadas. Quiere hablar conmigo, arreglar las cosas y un montón de mierdas más. Comenzó a salir con alguien más, me pidió tiempo y se lo di. Ahora yo estoy saliendo con Alya y no quiero que su maldita indecisión estropee lo que hemos logrado estos meses.

Y es que he pensado mucho en formalizar mi relación con la muda. Muchos dirán que es demasiado pronto, pero ¿por qué esperar? Claro que lo más probable es que me rechace y por eso quiero que se sienta lo suficientemente cómoda conmigo para dar ese gran paso.

Me paso la mano por el cabello, despeinándolo un poco. Sí o sí tendré que responderle, pero no ahora. Aún no me siento listo para hablar con ella.

Mi vista recae en la pared de dibujos, en los de Alya para ser precisos. Son cuatro en total, más el que le regalé en Navidad. Le mentí, el dibujo que más me gustó lo tengo yo y es que me emocioné tanto al capturar su sonrisa en dicho dibujo, que no me sentí capaz de dárselo. Podrá sonar egoísta, pero quiero su sonrisa solo para mí y ser yo quien las cause.

Las horas pasan y me dedico a hacer las tareas de la universidad. Meredith sigue insistiendo, por lo que tengo que apagar el aparato. Me fijo en la hora y ya son las siete y media de la noche, empiezo a alistarme con ropa deportiva y sobre esta me coloco el abrigo junto a la gabardina. El frío es insoportable.

—Vuelvo en un rato —le informo a tía Abby para luego cerrar la puerta detrás de mí.

Tomo mi bicicleta y manejo hasta gimnasio de Bob. Ya había asistido algunas veces, pero no sabía que Alya frecuentaba el lugar.

Al llegar, aparco junto al montón de motocicletas, haciendo que mi bicicleta se vea insignificante. Entrando al lugar, debo quitarme los abrigos de inmediato pues la calefacción amenaza con cocinarme dentro de la ropa. Guardo mis pertenencias en una de las taquillas, quedándome solo con la botella con agua, mi teléfono y el dinero. Lo primero que captan mis ojos es a los hombres tatuados que estilan testosterona, me siento un tanto cohibido porque parece que con la mirada aplastarán todos mis huesos.

No veo a Alya por ningún lado, pero no pasa mucho tiempo cuando ingresa al establecimiento, con un montón de abrigos al igual que yo. Me acerco para ayudarla y no desaprovecho la oportunidad de saludarla con un beso en la frente. Tomo sus cosas y las guardo en una taquilla continua a la mía, al voltearme siento que el aire no llega a mis pulmones.

Me quedo pasmado en cuanto observo que debajo de toda esa ropa, Alya luce un top deportivo y una licra que se ajusta a sus delgadas piernas. Me detengo un poco más en su plano abdomen, detallando las múltiples cicatrices, especialmente en una que se encuentra en su costado izquierdo, fue demasiado profunda.



#17185 en Otros
#2787 en Acción
#27306 en Novela romántica

En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.