Capítulo 30: Muerte mal anunciada.
*Alya*
Adhara recuesta su cabeza en mi regazo mientras narra cómo le fue en el instituto. Desde el otro sillón, mamá nos regala toda su atención, escuchando el parloteo de mi hermana. Deneb no despega su vista del teléfono y Deimos toca la pieza Canon en re mayor de Johann Pachelbel.
Cubro mi boca con la mano al bostezar. Quedan minutos para que el reloj de la media noche y si intento dormir será en vano porque mi cerebro no deja de maquinar todas las desgracias posibles al tener cerca a la FDIS.
El teléfono de la casa inunda la estancia con su tono, anunciando una llamada. Mamá se apresura a contestar.
—¿Aló? —no logro escuchar lo que dicen del otro lado, pero mamá se queda callada por varios segundos.
Nos levantamos de un brinco cuando nuestra progenitora deja que el aparato se estrelle contra el piso y de ella emerge un grito desgarrador.
Empieza a llorar desconsoladamente, los gemelos y Adhara se la llevan hasta el mueble para tratar de tranquilizarla.
Me es inevitable imaginar lo peor, pienso en papá, mi tío, mis primas y el nudo que se forma en mi garganta es inmediato.
Me agacho y con manos temblorosas tomo el aparato llevándolo a mi oreja.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —hablan del otro lado mientras me incorporo
—Sí —suelto en un tono casi inaudible.
—En el hospital necesitan a un familiar que se haga cargo del cuerpo —el aire abandona mis pulmones y siento mis ojos cristalizarse.
¿Un cuerpo?
¿El de papá?
Los oídos me zumban y estoy segura que sufriré un ataque cardíaco ahora mismo. No puedo moverme, la primera lágrima se desliza por mi mejilla y aprieto el teléfono con más fuerza.
No es real, no está pasando.
—¿Señorita, sigue ahí?
—¿Qué sucedió?
—La FDIS nos tendió una emboscada, varios murieron y no logramos proteger a su hermana... —siento como si una roca gigante me aplastara.
Mi respiración se vuelve irregular y las lágrimas se me escapan al pensar en mi hermana. Su sueño de ser una repostera reconocida, las ganas de formar una bella familia junto a Joe y ahora nada.
Hijos de puta.
Me las van a pagar. Todos los idiotas que se atrevieron a ponerle un dedo encima, los voy a torturar hasta que pidan que los mate de una vez.
—Ella está... —me interrumpe.
—Está siendo ingresada de urgencia en el hospital por una contusión cerebral —suspiro con fuerza y me limpio las lágrimas con brusquedad. Idiota, ¿Por qué no empezó por ahí?—. Necesitan a un familiar directo porque no me darán información de su avance.
—Vamos para allá —cuelgo la llamada. Me acerco a mamá que de seguro cree que su hija está muerta y todo por culpa de un incompetente que no sabe dar noticias.
Adhara llora abrazada a ella, Deimos es una estatua viviente y Deneb no deja de negar con la cabeza. Ruedo los ojos.
—No está muerta, la ingresaron en el hospital por un golpe en la cabeza —espeto y todos suspiran aliviados.
—¿Y qué estamos esperando? —Deneb es el primero en correr al garaje.
Adhara y yo vamos en el carro de Deimos mientras mamá va con Deneb. Me siento como en una película de Rápidos y Furiosos pues mi hermano hunde el pie en el acelerador, el otro no se queda atrás.
En el trayecto, me encargo de llamar a Joe, lo más seguro es que no sepa lo que acaba de ocurrir a mi hermana y debe estar muy preocupado al no verla llegar. Me responde luego del tercer tono, lo pongo al tanto de todo y me dice que estará con nosotros en unos minutos.
Llegamos al hospital del pueblo en un santiamén. Al bajar del auto, mis ojos no solo captan a los guardias del hospital, nuestros hombre también rodean la infraestructura con sus armas en alto.
Cuando ingresamos, la gente no se molesta en repararnos y eso me desconcierta un poco, hasta que caigo en cuenta de lo que llevamos puesto. Adhara y yo vamos con nuestros pijamas de ositos mientras que los gemelos van con sus pijamas de los Avengers.
Mamá habla con la recepcionista y esta le indica la habitación en la que tienen a Alhena. Nos movemos hacia el ascensor y presiono el botón del tercer piso, nadie habla, la tensión podría cortarse con una tijera.
Mi cabeza es una máquina que ingenia las mil maneras en que acabaré con esos idiotas, empezando por Louis.
Si atacaron a Alhena, eso quiere decir que están aquí, en Abalee. Lo del tío Daniel no fue más que una fachada y por eso no los mataron, querían a papá en Londres para hacer de las suyas.
Las puertas del ascensor se abren y caminamos a paso rápido hacia la habitación en donde la tienen. Al estar cerca, un hombre se levanta de su asiento y corre a nuestro encuentro.
—Señora Sallow, fui yo quien llamé —nos informa y ganas no me faltan de abofetearlo.
—¿Cómo está ella? —inquiere mamá sin dejar de observar la puerta.
—Los doctores no me quieren decir nada por no ser familiar directo, pero cuando la encontramos estaba inconsciente y muy mal herida —aprieto los puños por inercia—. Asumo que la sometieron a una cirugía de urgencia o no lo sé.
Mamá asiente y sus ojos no tardan en llenarse de lágrimas. Adhara la conduce hasta los asientos mientras la consuela, los gemelos y yo ocupamos los del otro extremo.
Me arrepiento de sentarme en medio de ellos pues, no tardan en quedarse dormidos, apoyando sus cabezas en mis hombros. No muevo ni un músculo para no despertarlos, al menos ellos pueden descansar.
[8 de marzo del 2016, martes]
Los minutos pasan, no sé qué hora es, pero celebro para mis adentros cuando logro dormir un poco sobre la cabeza de Deneb.
La siesta me dura poco. El doctor sale y empujo a mis hermanos para que reaccionen.