Capítulo 31: "Sacrificio".
[14 de marzo del 2016, lunes]
Tanteo la comida con el tenedor y suelto un suspiro. Ayer me tocó hacer guardia para cuidar a Alhena, aún no la dan de alta pues necesita reposo por la cirugía y le están dando seguimiento a la hemorragia intracraneal.
Sí, pasar algunos días en el hospital me ha ayudado a entender un poco el lenguaje médico.
Levanto la cabeza y con la mirada empiezo a buscar a Jonathan. Me reprendo mentalmente, pero es algo que no puedo evitar.
Está en una de las mesas con otros compañeros de la carrera y siento como se me retuercen los órganos cuando una chica empieza a toquetearlo de más.
Dejo el tenedor de lado y prefiero tomar mis cosas para marcharme.
Si no tenía hambre, ahora peor.
—Aly, ¿A dónde vas? —cuestiona Jade mientras me pongo de pie—. No has tocado tu comida.
—No tengo hambre —antes de que pueda marcharme, tira de mi brazo, volviéndome a sentar.
—Mi rubia no puedes seguir así, sé que lo de Alhena puede ser duro... —dejo de escucharla y solo soy capaz de distinguir el movimiento de sus labios.
Le conté que Alhena estaba hospitalizada, pero que la causa fue un accidente de tránsito.
No despego la vista de la mesa de Jonathan, la chica no deja de ser empalagosa y si no se detiene tendrá un bonito tiro en la cabeza.
—¿Aly? —vuelvo a la realidad cuando Jade chasquea sus dedos frente a mí.
—¿Sí?
—¿Hay algo que no me estés contando? —inquiere y me limito a agachar la cabeza. Odio mentirle—. Esto —me señala de arriba hacia abajo—, no está bien.
>>Ya no comes, te duermes en clases, no me escuchas cuando te hablo, ¿Qué te está pasando?
Una organización militar está cazando a toda mi familia y el chico que quiero me falló de la peor manera, todo perfecto.
—Solo estoy cansada, eso es todo —niega con la cabeza.
—Aly soy tu mejor amiga, sabes que puedes confiar en mí —me toma de las manos. Puedo ver la súplica en sus ojos, quiero decírselo todo, absolutamente todo, pero no voy a ponerla en peligro.
—Confío en ti —musito y no duda en envolver sus brazos a mi alrededor, aunque no le corresponda el gesto—. Algún día te contaré todo, pero ahora solo te necesito.
—No hay prisa, además, nos queda toda una vida —deshace el abrazo y ubica sus manos en mis hombros, regalándome una sonrisa genuina.
No sé qué haría sin ella.
***
Camino hasta las gradas del campus y tomo asiento en la primera fila. Agradezco mentalmente que el equipo de soccer no tenga práctica, eso me asegura que ningún balón volará hacia mi cara.
Saco el borrador del ensayo para poder continuarlo. En la mansión ya no tengo tiempo para nada, mi día a día se resume en ir al hospital y ayudar a Deneb con el rastreo de la FDIS.
Me incito a concentrarme y terminar el trabajo de una buena vez, tener que pasar tiempo con Jonathan me está pasando factura. Por el rabillo del ojo, observo como alguien se acerca hasta dejarse caer en el asiento junto a mí.
Hablando del rey de Roma.
—Si ibas a seguir con el ensayo me hubieras avisado —me quita las hojas y hace como que lee lo que está escrito. Ruedo los ojos.
—Si no te aviso, es porque puedo hacerlo sola —se las arrancho y el idiota vuelve a quitármelas.
Nos sumimos en un duelo de tira y afloja, parecemos dos niños pequeños y es claro que ninguno quiere perder.
De tanto que tiramos de las hojas, terminan por rasgarse y los trozos caen sobre nuestros regazos o en el césped.
Me quedo pasmada viendo los restos del trabajo en mis manos, solo me faltaban mil palabras y estaba terminado. Ahora tendré que empezar desde cero.
—Oh mierda, Aly lo siento tanto... —las hojas que tengo en la mano se las estampo en el pecho y me pongo de pie hecha una furia.
—¿Lo siento? ¡¿Lo siento?!, ¡¿Esa es la única mierda que sabes decir?! —vocifero mientras mis hombros suben y bajan con frenesí. Se levanta e intenta acercarse, pero no se lo permito.
—Aly...
—¡Nada de Aly! —continuó gritando. Él solo me observa con los ojos bien abiertos—. ¡Te odio! ¡Te odio por quererte tanto y por aferrarme a esto que tú arruinaste!
Estampo mis puños contra su pecho con impotencia y no hace nada para evitarlo.
>> ¡No estoy bien! ¡¿Tienes idea de cuantas noches llevo sin dormir?! —no dice nada, puedo ver la culpa reflejada en sus ojos, pero el que se arrepienta no me sirve. Sigo desahogándome, es como si me estuviera quitando un gran peso de encima, y no puedo parar—. ¡No puedo imaginarte con alguien más porque me da náuseas!, sé que suena egoísta y tienes todo el derecho de avanzar, pero si lo haces, que sea conmigo, no con otra.
Siento la garganta rasposa por la gritadera que acabo de dar, trato de controlar mi respiración y las ganas de ponerme a llorar durante horas. Tenía tantas cosas acumuladas y exploté con la persona menos indicada.
Espero alguna reacción de su parte, como tomar sus cosas y largarse, por ejemplo. Pero hace todo lo contrario. Acorta la distancia entre nosotros, toma mi rostro entre sus manos y une nuestros labios en un suave beso que me desarma en un santiamén.
No doy para apartarme y puedo ver a mi dignidad negando con la cabeza mientras rueda los ojos. Jonathan se separa para tomar aire y pega su frente a la mía, mantengo los ojos cerrados sin emitir palabra alguna.
—Espero que puedas perdonarme, Aly —susurra manteniéndose en la misma posición—, y no tienes que preocuparte, la única persona con la que quiero estar es contigo, porque te amo y esperaré todo el tiempo que sea necesario.
>>Haré el ensayo, pero prométeme que vas a descansar —asiento y deja un casto beso en mis labios.
Mi corazón late desbocado, demostrando lo susceptible que sigo a sus palabras. Realmente espero, con todas mis fuerzas, que logremos estar juntos y no huya cuando conozca el infierno al que fui condenada.