Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 33

Capítulo 33: Despedida.

No sé cuánto tiempo ha pasado, si minutos u horas, pero siento que he estado toda una vida abrazada al cuerpo de Jade sin dejar de llorar.

Todo se oye lejano, de hecho, creo que me llaman. Me niego a abrir los ojos, a aceptar que no volveré a escuchar el "mi rubia" y que me he quedado sin mi compañera de vida.

Me toman por los hombros con delicadeza, pero me aparto de manera brusca. Abro los ojos lentamente y frente a mí está un médico forense, esperando a que suelte el cuerpo.

El sonido de las sirenas inunda mis oídos. La policía y la ambulancia están aquí.

—Tenemos que llevarla —habla el forense mientras extiende los brazos. Niego y afianzo el agarre sin dejar de llorar.

—Alya por favor —escucho a Deimos detrás de mí.

No puedo, no quiero soltarla. Guardo las esperanzas de que sea una fea pesadilla y me despierte en unos minutos, pero el rostro pálido de Jade me confirma que es real, que se fue.

Voy soltándola de a poco, el forense asiente a modo de agradecimiento y Deimos me ayuda a ponerme de pie. Las piernas me tiemblan, siento mi cuerpo pesado, por lo que mi hermano pasa uno de mis brazos por sus hombros, alejándome del lugar.

—No fue tu culpa —susurra. Que irónico que sea él quien me lo diga, el que lleva más de cuatro años culpandose por la muerte de Katherine.

No puedo dejar de llorar, el dolor en mi pecho no se compara a cualquier otro dolor físico. Hubiera preferido mil veces ser yo quien muera y no ella.

Jonathan aparece en mi campo de visión. Luce bastante desorientado y su expresión se vuelve preocupada al verme cubierta de sangre.

—Aly, ¿Qué te pasó? —cuestiona empezando a caminar junto a nosotros.

Las palabras se me estancan y lo único que consigo es llorar con más fuerza. Quito mi brazo de los hombros de Deimos, dejando que Jonathan me abrace mientras lloro contra su pecho.

—Te espero en el auto —es lo único que dice mi hermano antes de alejarse.

—Mataron a Jade —logro pronunciar en medio de la llorera.

Siento su cuerpo tensarse, pero intenta disimularlo mientras acaricia mi cabello.

—No voy a decir que entiendo tu dolor, porque nunca he tenido una amistad como la suya, pero saldrás de esta Aly, lo harás —su voz se quiebra un poco y me estrecha un poco más contra su cuerpo.

Me insto a calmarme, no me la pasaré llorando toda la vida y tengo una muerte que vengar. Aunque no estoy segura si podré superarlo, la culpa me perseguirá hasta que de mi último suspiro.

Me separo de Jonathan con delicadeza. Lo he manchado de sangre, pero parece no importarle. El llanto va cesando y sorbo mi nariz quedándome quieta mientras observo al hombre que tiene mi corazón en sus manos.

Si me llega a faltar, me devastaría.

—¿Cómo fue? —cuestiona un tanto temeroso por mi reacción. Me armo de valor para pronunciar lo siguiente.

—Le dispararon, no pudo resistir y... murió en mis brazos —decirlo en voz alta duele como el demonio.

—Si necesitas algo, no dudes en llamarme por favor —asiento limpiándome el par de lágrimas que se me escapan.

—Tengo que irme —musito y se acerca para darme un corto abrazo antes marcharse.

Llego al estacionamiento y camino hacia el auto de Deimos. Me siento perdida, reproduzco su voz en mi cabeza a cada segundo, no quiero olvidar nada de ella.

Sus gestos, sus ocurrencias, los mensajes a media noche contándome cualquier cosa; me niego a olvidar hasta el más mínimo detalle de su existencia.

Ingreso al asiento del copiloto y luego de colocarme el cinturón de seguridad, mi hermano arranca, adentrándose en la carretera.

Respirar se ha vuelto automático. Me han quitado la poca humanidad que me quedaba, soy como cualquier otro demonio, sin alma.

Es la primera vez que veo mis manos manchadas de sangre y me causa repulsión, porque no es la sangre de mis enemigos, es la sangre de mi mejor amiga.

Deimos no me dice y prefiero que sea así. Llegamos a la mansión, salgo del auto dando un portazo y luego de atravesar la puerta principal, no me detengo a dar explicaciones sino que corro escaleras arriba.

Escucho como gritan mi nombre, pero ahora lo único que necesito es llegar a mi habitación.

—¿Alya está bien? —me topo con Seijun en el pasillo y se acerca bastante preocupada al notar toda la sangre.

La esquivo, apresuro el paso y cierro la puerta de mi habitación con seguro, no quiero que nadie me moleste.

Entro al baño y me deshago de la ropa como si estuviera contaminada. Ya en la ducha, empiezo a restregar mis brazos con fuerza. El desespero me abarca al ver que la sangre no se va y tiro de mi cabello con fuerza cuando el llanto me vuelve a embargar.

«Tomo asiento en el banquito que recibe la sombra del enorme árbol. Extraño Londres, mi antigua escuela, pero papá dijo que era necesario venir aquí.

No me gusta este pueblucho de quinta, solo hay árboles y más árboles.

Le doy un mordisco a mi manzana mientras observo a los niños correr por el patio. Recuerdo cómo me observaron mis nuevos compañeros cuando la maestra me presentó y empiezo a molestarme.

Me molesta todo.

Una niña se me acerca, la mueca de disgusto que hago es inmediata. No quiero que nadie me hable. Pero relajo el gesto cuando me fijo en sus ojos. Son verdes, como los de Adhara y Alhena.

Hola, ¿Eres la nueva verdad? pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.

Sí.

Mucho gusto, me llamo Jade se sienta junto a mí y toma un mechón de mi cabello como si nos conociéramos de toda la vida. Me gusta mucho tu cabello, eres como ricitos de oro, pero versión lacia. ¿De quién lo sacaste?, ya quisiera yo tener el cabello rubio. ¿Vienes de Londres verdad?, siempre he querido ir allá...



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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