Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 35

Capítulo 35: “Los Sallow”.

—Papá se está desangrando…

—¿Y ahora qué hacemos?

Las voces se oyen lejanas. Poco a poco voy recuperando la conciencia, siento una punzada dolorosa a un lado de la cabeza e inevitablemente suelto un quejido. Me duele muchísimo.

Estoy sentado sobre algo blandito, tengo la espalda recostada en la pared en una posición bastante incómoda .

Mi vista tarda en acostumbrarse a la luz y ante mí se ciernen las figuras de siete personas. Lucen borrosos, pero poco a poco los voy reconociendo. El miedo me ataca e intento levantarme, sin embargo, mis extremidades se sienten demasiado pesadas.

Y estoy esposado a un tubo de metal.

El dolor y la impotencia me hacen llorar. Muevo la cabeza frenéticamente analizando el lugar. Estoy en un jodido cuarto de tortura, hay un sinnúmero de armas y cuchillos que cuelgan de las paredes. Adhara luce bastante alarmada, no deja de reclamarle algo a su padre y este solo rueda los ojos.

Alhena y la señora Adah me observan con pena, saben el destino que me espera y no creo que sean capaces de interceder por mí. Los gemelos no se molestan en ocultar su indiferencia ante la situación mientras Darcy me observa como siempre lo hizo, como si fuera un estorbo.

Y Alya ni siquiera es capaz de mirarme a los ojos.

—El bello durmiente despertó —ironiza el rubio mientras se acerca como un depredador a punto de devorar a su presa.

—No diré nada, por favor déjenme ir —musito con la voz entrecortada por el llanto.

El señor Darcy encaja sus dedos en mi mandíbula, sacándole un quejido de dolor. Me voltea el rostro para revisar la herida y luego de hacerlo me suelta, volviendo al lugar en donde estaba.

—Lo siento, pero ahora lo sabes y de aquí solo sales en una bolsa para cadáver —empiezo a sollozar con fuerza y tiro de las esposas en un intento vago por liberarme.

Me van a matar.

Maldito sea el día en que llegué a este pueblo asqueroso y me fijé en una psicópata de mierda. Las náuseas aparecen ante el recuerdo de todo lo que vivimos los últimos meses, me enamoré de una asesina serial.

Esto tiene que ser una pesadilla.

—Por favor, se lo suplico —hablo entre llantos y el hombre se acerca a una de las paredes para tomar un arma.

Dios mío, esto no está pasando.

—De nada sirve suplicar muchacho, te lo advertí y no me hiciste caso —le saca el seguro, haciendo que mi desesperación alcance niveles exorbitantes.

Adhara observa a su padre con molestia, pero no se mete. Al igual que los otros.

No puedo hacer nada. Voy a morir y todo por involucrarme con esta gente.

—¡Alya, por favor! ¡Alya no dejes que me mate! —ni siquiera se inmuta ante mis gritos, mantiene la vista clavada en el piso y parece una estatua viviente.

—Ni siquiera lo intentes. No va a salvarte, porque ella —extiende el arma hacia su hija. Aly levanta la cabeza, enfocando la mirada en su progenitor con los ojos bien abiertos—, te va a matar.

Me retuerzo sobre el delgado colchón y tiro con más fuerza de las esposas. No quiero morir, mucho menos de la mano de ella.

Me resigno en cuanto veo como toma el arma y se me acerca a paso seguro. Esta vez tiene la decencia de mirarme a los ojos y los tiene cristalizados, pero se niega a soltar alguna lágrima.

La mano le tiembla mientras levanta el arma hasta la altura de mi cabeza. Me encargo de demostrarle toda la repulsión que siento hacia ella en estos instantes, no sé si alguna vez ha sentido remordimiento al cometer tremendas atrocidades, pero estoy seguro que si me mata le va a pesar.

Ubica el dedo índice en el gatillo y cierro los ojos esperando el impacto. Pienso en mamá, en mi tía y todo lo que quería hacer luego de terminar la universidad. Ahora lo único que sucederá, es que los gusanos se comerán mis restos.

Espero y espero, pero el disparo nunca llega. Abro los ojos y Alya ya no está frente a mí, camina hacia un pequeño escritorio, estrellando el arma sobre este. Se va hasta las escaleras de metal a grandes zancadas y sale de la habitación dando un portazo.

Nadie dice nada. El señor Darcy sonríe con suficiencia y Adhara luce de lo más aliviada. El hombre hace un ademán con la mano para que lo sigan y todos se van, dejándome solo en el escalofriante lugar.

***

[30 de marzo del 2016, miércoles]

No sé qué hora es. Si es de día o de noche, no tengo ni la más mínima idea de cuánto tiempo he pasado encerrado en este lugar. Ni siquiera hay un maldito reloj.

Pero eso no es lo que me preocupa. Tía Abby debe estar muy angustiada pues le prometí que regresaría en un par de horas, no que sería secuestrado por una copia barata de “Los locos Adams”.

Tengo sed, la cabeza me duele un montón y si no atienden la herida esta podría infectarse.

La gruesa puerta de metal se abre, dejando ver a una Adhara que viene con un montón de cosas en ambas manos. Se las arregla para cerrar la puerta y baja las cortas escaleras con sumo cuidado.

—Hola, ¿Cómo te encuentras? —cuestiona de lo más tranquila mientras se acerca a mí. Suelto una risita irónica.

—¿Que cómo me encuentro? ¡Me tienen secuestrado, maldita sea! —ni se inmuta cuando me altero. Enfoco mi vista en lo que trae, es un botiquín y una bandeja con lo que parece ser una sopa.

—Van a matarme, ¿verdad? —niega empezando a sacar el alcohol y las gasas del botiquín.

Toma un trocito de algodón y lo empapa de alcohol antes de pasarlo con delicadeza sobre la herida a un costado de mi cabeza. Me quedo quieto dejando que me cure, suelto uno que otro quejido por el ardor, pero termina bastante rápido. Es como si ya lo hubiera hecho antes.

—Tienes que tomarte toda la sopa, está muy deliciosa —levanta la sopera entre sus manos y conduce cucharadas con el líquido hacia mi boca. Un tanto incómodo y desconcertado, acabo con todo el contenido del bol.



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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