Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 36

Capítulo 36: Segunda fase.

[Horas antes]

*Louis Smith*

—¡Mierda! —vocifero antes de empujar la pila de cajas que se interpone en mi camino. Caen al suelo emitiendo un golpe seco y el polvo se levanta haciendo que los pocos soldados muevan sus manos frente a ellos, evitando que las partículas ingresen en sus fosas nasales.

Estoy hecho una furia. Las malditas ratas acabaron con más de la mitad de mi pelotón y redujeron a cenizas el descampado que habíamos adoptado como campamento. Me quedé sin hombres, sin armas y ahora lo único que nos queda es este feo edificio abandonado.

Lo encontramos de paso y me pareció un lugar muy propicio para escondernos, necesitamos tiempo para recuperarnos, ya que nos falta dar el último golpe para acabar con ellos.

Estamos en lo que parece ser una antigua bodega, hay un sinnúmero de cajas y muebles viejos que se han deteriorado con el pasar de los años. El moho llega hasta la mitad de las paredes y lo único que se percibe es el olor de la humedad.

Los soldados de alto rango se encuentran congregados a mi alrededor. Ellos y unos cuantos más lograron huir junto a mí.

Todavía recuerdo la mirada de Alya Sallow, se acercaba con una determinación aplastante. No había ningún atisbo de duda plasmado en su rostro, iba a matarme y no había poder sobre la tierra que la detuviera.

No tengo tiempo para echarme al sufrimiento, debo seguir con la siguiente fase del plan. Sólo así lograré que vengan a mí y podré doblegarlos sin mucho esfuerzo.

—Quiero a las mejores tropas aquí, mañana a primera hora —demando y todos asienten. El capitán Sánchez levanta la mano pidiendo la palabra.

—Los soldados ya se están preparando para viajar, señor. ¿Nos quedaremos aquí o buscaremos otro lugar? —cuestiona detallando los alrededores sin ocultar su disgusto.

—Es un buen lugar, pediré que lo limpien un poco y nos quedaremos aquí —no luce muy de acuerdo, pero a regañadientes termina asintiendo y sale de la pestilente habitación, asumo que para ponerse a trabajar.

Me acerco a Jeff, el encargado del armamento y entrenador del escuadrón de tiro. Pregunto por las nuevas armas -las que teníamos se quemaron junto al campamento- y cuánto tiempo tardarán en llegar.

—El nuevo armamento está en camino, señor —suspiro aliviado. Poco a poco nos vamos recuperando, pero necesito que sea lo más rápido posible.

Llamo la atención del comandante Cooper antes de que abandone la habitación. Es otro tema que me tiene bastante cabreado, el infiltrado nunca nos habló de un ataque sorpresa y empiezo a sospechar que se está arrepintiendo de darle la espalda a su familia.

—Comunícame con... —pronuncio su nombre sin ocultar mi molestia y el comandante me tiende su teléfono con rapidez.

—¿Hola? —contestan del otro lado con evidente nerviosismo.

—¿Por qué no nos dijo que Alya Sallow planeó una redada contra nosotros? —se queda callado durante varios segundos.

—De verdad que no lo sabía, ni siquiera hablaban de ello, todo fue tan rápido... —me atiborra de excusas, porque eso es lo que son. Su explicación no me va a devolver a mi tropa.

—Dígame, ¿ya se arrepintió de ayudarnos?

—Claro que no, quiero verlos muertos, al igual que ustedes.

—Pues entonces investigue bien, manténgame informado y no deje que descubran sus intenciones —cuelgo devolviéndome el teléfono al comandante.

Los Sallow habrán ganado una batalla, mas no la guerra.

[Jonathan]

Adhara volvió a dejarme solo en aquella espeluznante habitación. El que no tuviese ventanas, daba la sensación de que me ahogaría en cualquier instante. Hace varias horas me rendí en el intento de romper las esposas y creo que necesito un baño, estoy comenzando a apestar.

La puerta se abre abruptamente dejando ver al rubio despampanante que entra como si nada, baja las escaleras con soltura mientras va sacando un juego de llaves de su bolsillo.

Llega hasta mí y lo observo expectante a lo que hará. Introduce una pequeña llave en la cerradura de la esposa, haciendo que esta libere mi mano. Lo primero que hago es sobarme la muñeca, el dolor se estaba volviendo insoportable.

Levanto la cabeza y mi espalda choca contra la pared cuando veo a Deneb apuntándome con un arma.

—Levántate —demanda y no tiene que repetirlo dos veces. Con las piernas un tanto temblorosas por pasar varias horas sentado, me pongo de pie y avanzo despacio hacia las escaleras de metal.

Siento como posa el cañón del arma en mi espalda baja y acelero el paso. Abre la vieja puerta que da hacia un oscuro pasillo, empiezo a cuestionarme si estamos en la mansión o me tienen encerrado en una especie de guarida secreta.

Cualquier teoría se disipa cuando llegamos al final del pasillo. Lo primero que veo es el elegante piano de Deimos y la gigante sala de la mansión.

—Si intentas algo estúpido, te dispararé en una pierna —amenaza Deneb volviendo a clavar la punta del cañón en mi espalda.

Me hace avanzar hasta las escaleras, pero no paso desapercibido al hombre rubio de grandes ojos verdes que me sonríe desde uno de los sofás.

A de ser otro loco.

Llegamos a la segunda planta. En el extenso pasillo hay puertas a cada lado, reconozco la de la habitación de Alya y me pregunto si se encontrará allí o estará en la universidad fingiendo ser una persona normal cuando en realidad es un fenómeno.

Una de las puertas se abre, dejando ver a una muchacha de rasgos asiáticos y cabello azabache. Tiene ambos brazos llenos de tatuajes y grita peligro por donde la veas. Aparto la mirada cuando ella repara en ambos, pero por el rabillo del ojo observo como choca los cinco con Deneb.

Genial, más locos.

Ingresamos a una habitación, asumo que es la de él. Por un momento olvido que estoy siendo apuntado con un arma y cierta envidia me embarga al notar lo ordenada que está. La cama es igual de gigante como la de Alya y a un lado de esta hay una enorme mesa con un montón de computadoras.



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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