Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 37

Capítulo 37: Punto de quiebre.

[1 de abril del 2016, viernes]

*Alya*

Papá da algunas indicaciones, pero no soy capaz de escucharlo. Todos mis pensamientos están en la maldita "Sala de juegos", donde ojos azules lleva más de tres días en cautiverio. Mi conciencia no deja de recordarme la forma en que me miró mientras le apuntaba, nunca había presenciado tanto odio, tanto rencor.

Ni siquiera soy capaz de imaginarme lo que en estos momentos debe estar pensando de mí. Quiero bajar y hablar con él, aunque lo más probable es que me grite un montón de cosas que no deseo escuchar. Por eso no voy, por miedo a su rechazo.

Su tía no ha dejado de llamar a su teléfono y no sé qué hacer. Lo más probable es que ponga una denuncia en la policía por desaparición, aunque con nuestras influencias podríamos hacerla desaparecer, no me siento capaz de hacerlo.

El tío Daniel y su familia decidieron irse de la mansión. Por más que insistimos en que podían quedarse todo lo que quisiesen, alegaron que no querían seguir causando más molestias y se asentaron en un bonito hotel en el centro del pueblo.

—Alya —Deneb chasquea sus dedos frente a mí, sacándome de mi ensimismamiento—. Ya vamos a empezar, ¿Qué esperas?

Asiento y voy por mi arma antes de encaminarme hacia el bosque. Papá ha organizado algunas prácticas para los matones, donde les enseñamos nuevas tácticas de combate cuerpo a cuerpo y a ser más precisos a la hora de disparar.

Aprovechamos el extenso bosque detrás de nuestra casa, no molestamos a nadie y esa es una de las ventajas al vivir en medio de la nada.

Acerco la mirilla del arma a mi ojo mientras me desplazo entre los árboles, me detengo de vez en cuando y exploro los alrededores por si hay alguien cerca. Encuentro a uno, oculto detrás de un gran roble. Consigo una vista precisa de su brazo y estoy por disparar, pero una bala de salva se estrella en toda mi columna, haciéndome caer al piso.

Me retuerzo sobre el césped cuando el dolor recorre toda mi espina dorsal. Las balas de salva podrán ser seguras, pero eso no evita que provoquen un dolor insoportable y eso que ando con el chaleco.

Me levanto con dificultad, tratando de ignorar el dolor y vuelvo a posicionar el arma. Percibo el leve temblor en mis manos y suelto una maldición. Estoy así desde esa noche, me es muy difícil concentrarme y los nervios podrían costarme la vida en un enfrentamiento real.

Me cuesta volver a encontrar un lugar donde esconderme bien, empiezo a caminar sin rumbo fijo y me limpio el sudor de la frente con el antebrazo. El lugar en donde impactó la bala aún duele, aunque agradezco mentalmente que no haya sido en la cabeza o en algún otro lugar sensible.

Me detengo unos segundos, dejo el arma sobre una pequeña roca y apoyo las manos en mis rodillas, tratando de recuperar el aire. Estoy en un punto de mi vida en el que ya no puedo más, han sido tantas cosas estos últimos meses y ahora lo único que quiero es descansar, pero no puedo bajar la guardia. No cuando hay un terco que no descansará hasta acabar con toda mi familia.

Caigo sentada cuando me disparan en el abdomen y otra bala da en mi costado izquierdo, haciendo que mi espalda de un golpe seco al impactar contra el suelo. El aire abandona mis pulmones y parezco pez fuera del agua tratando de respirar.

Los ojos me lagrimean por el dolor y me llevo las manos al cuello cuando empiezo a ahogarme por la falta de aire.

Me insto a tranquilizarme porque si me desespero será peor. Cierro los ojos, los segundos transcurren como si fueran horas hasta que por fin logro tomar una profunda respiración.

Quedo tumbada sobre el césped sin la más mínima intención de moverme, quiero que la tierra se abra y me trague. Necesito a mi mejor amiga, la que lograba sacarme una sonrisa hasta en los momentos más jodidos.

Y necesito que esos bellos ojos azules vuelvan a verme como antes, con ternura. No con odio ni desprecio, porque eso me mata.

Oigo unos pasos acercarse y ni siquiera me molesto en ver de quién se trata. Paso un brazo por sobre mis ojos, pero el que me jalen del pie me hace sentarme.

Deimos y Deneb están frente a mí, ahora llevan el cabello recogido en una coleta ya que lo tienen más largo que de costumbre y sus ropas están todas llenas de tierra.

—Alya ¿Qué mierda te sucede?, dejaste que te dispararan tres veces —me reprende Deneb mientras Deimos extiende su mano para ayudar a levantarme.

Y aquí es donde se puede apreciar quién es el dramático.

—No te interesa —espeto. Voy por mi arma, pero al parecer no ha terminado de soltar su veneno.

—¿Que no me interesa?, bien. Entonces que te maten y nos maten a todos, porque parece que lo único que te importa es el inútil que está allá abajo —aprieto los puños a mis costados y tomo una profunda respiración tratando de reunir paciencia.

—Deneb —advierte Deimos negando con la cabeza.

—No necesito tus sermones de hermano mayor. Y yo veré lo que me importa o no, porque bien sabes que jamás pondría en riesgo la vida de uno de nosotros —empuño el arma y me alejo de ellos a grandes zancadas.

—¡Alya! —me llama Deimos, por lo que acelero el paso.

No estoy para aguantar las necedades de Deneb, porque eso es lo que son. Siempre es la misma mierda, no sé si tiene complejo de héroe o algo por el estilo, pero hay veces que simplemente no lo soporto.

Luego de caminar por varios minutos, la parte trasera de la mansión aparece frente a mis ojos. Me encuentro con papá que me observa bastante extrañado y me pregunta que porqué no estoy en la práctica, paso de largo sin responderle. El cabreo que me abarca es colosal.

Voy hasta mi habitación y prefiero tomar una larga ducha. Estoy toda sudorosa y llena de tierra. Me tumbo sobre la cama, tratando de distraerme un poco con el celular, pero me es imposible.



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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