Mi respiración era otra vez agitada, de repente puse mis manos en la mesa por impulso, pero mis ojos seguían viéndola, y me mostro lo que fue una visión de su pasado, lograba escuchar que me llamaban pero no hacía caso sumiso a eso.
--Aranza por favor mírame— Alexter se levanto de inmediato de su asiento y vino a mí, stef ya me tenia agarrada del brazo, pero yo estaba viendo a ese punto fijo. La mujer.
Lorena se paró de su asiento, estaba asustada, y fue directo abrazar alexter, lo tenía abrazándolo de espalda mientras él me tenía tomada del brazo izquierdo pero con delicadeza, yo aun permanecía estática en la misma posición, con mis manos apoyadas en la mesa.
Me mostro lo que era una visión, al parecer fue un hecho que ocurrió hace años, pude ver que Lorena tuvo una hermana gemela, ella iba a casarse y por eso su vestido blanco, pero su hermana lo arruino todo envenenándola, se había enamorado del novio de su propia hermana, era una aldeana. Ella le pedía ayuda pero Lorena la dejo allí tirada en el suelo, riendo por tal hecho. De repente caí en cuenta de la realidad nuevamente y la mujer desapareció de mi vista.
Gire en dirección a Lorena, la observe y no sentía miedo, más bien sentía furia, sea lo que sea que me pasaba me indicaba la realidad de una persona que tiene el alma negra, sus actos malévolos, sea lo que sea lo vi como un don de supervivencia, aunque no sé si llamarlo así, porque eran cosas muy extrañas, esta vez no sentí ganas de gritar. La aparte del agarre de alexter, y estos quedaron sorprendidos por tal reacción.
--No creas que no sé lo que has hecho— Hable con tanta seguridad, me miro confundida o más bien sorprendida.
--¿De que hablas Aranza?—pregunto stef, pues mi papa, mi nana, Lorena y alexter no entendían el porqué de mis palabras, aunque creo que solo una sabia a lo que me refería pero lo disimulaba bien, y yo tenía que llegar al fondo de todo.
--No se dé que me hablas—decía Lorena con cara de no romper un plato, ya eran dos veces en el día que vi visiones, la primera cuando la toque y ahora esta mujer que resulta ser su hermana.
La mire, y mis ojos no mostraban amabilidad hacia ella, --Estoy cansada, iré a dormir y por favor no me sigan, estoy bien—mis palabras les cayo de golpe, pues sí, yo acostumbraba a que me trataran como reina al ir a la cama, pero mi actitud fue tan seca que se sintieron extrañados por todo aquello.