Ya solo quedamos cinco personas, Bernie aunque le enterraron una navaja en la entrepierna, mi madre, Margarita, Laurent que parece estar herido también y yo. Las otras cuatro personas han muerto de una manera que no quisiera recordar.
La risa de Nunes que ha tenido un ataque de psicosis ha parado. El olor de la sangre, el olor putrefacto del cuerpo de Marivel, el olor a vómito, la pesadez del aura y los sentimientos de desesperación, miedo, inquietud, desesperanza y tristeza, ahora son uno formando un monstro sin nombre que ha tomado posesión de nosotros y del lugar.
—Es hora —, dice el líder, las demás figuras se arrodillan y Fernández procede a desamarrar a mi madre y a Laurent quienes caminan tranquilamente hacía el líder, quien le da el féretro a Diego. Margarita y yo nos miramos confundidos.
—Es un honor que mi hermosa Annel y yo, podamos inaugurar el final de nuestro llamado al padre Satán —.Expresó el alcalde y luego besó a mi madre.
¡Que mierdas está pasando!
— ¡Malditos los dos! —Les grite pero me hicieron caso omiso.
— ¡Tráiganlo! —Ordenó mi madre y dos de los hombres con túnicas negras, soltaron a Bernie que ahora lloraba aunque arrastrado hacia ellos sin él aplicar resistencia alguna —, te doy el honor amorcito —, añadió e inmediatamente Margarita y yo comenzamos a movernos en nuestras sillas como locos.
— ¿Que pasa Diego? ¿Qué mierdas dice esta señora? —Pregunta alterada y entre gritos Margarita quien ahora parece que lo ha asimilado.
Pero él solo la ignoro y se dirigió al cuerpo de Fareli, tomo uno de sus brazos y con el hacha que ahora yacía a un lado de la mesa de concreto, le corto la muñeca del brazo derecho, lo agarro y se acercó a Bernie.
— ¿Ahora quién es el idiota? —Dijo entre risas burlonas mientras lo cacheteaba con aquella muñeca tiesa del difunto.
Una escena tan horripilante que aún me causa escalofríos al recordarla. Bernie repentinamente expulsó un chillido de dolor y murió infartado.
— ¡Que gallina a muerto de una manera muy ridícula, jajajaja! Ahora te toca a ti mi amor —.Le dijo a mi madre y ordenó que desamarraran a Margarita.
Mientras la llevaban Margarita oponía resistencia y hacía todo tipo de pataleos pidiendo que la soltaran.
—Traigan la silla y siéntenla enfrente de mí —, ordenó mi madre.
Una de las personas vestidas con túnica negra, coloco la silla donde se la había indicado y luego sentaron a Margarita y la volvieron a amarrar.
—Es hora de dar las debidas, explicaciones —. Aclaró Laurent mientras se volvía a tomar el hacha que ahora estaba en el suelo. Le pidió a Fernández que se acercara y le susurro algo en el oído y aplicando fuerza con dificultad le agarro el cuello y lo estaba ahorcando, todos las demás figuras solo observaban.
El detective pudo soltarse pero en vano, pues con todas sus fuerzas Diego sostuvo el hacha y de un tiro le perforo el lado derecho del estómago. Tumbándole al instante y este en el piso expulsó varios gritos de dolor antes de que lo liquidaran decapitándolo.
La sangre salía a borbotones y la escena era cada vez más tétrica; el delirio a punto de entrar en mi ser y quizás en el de Margarita.
Luego mi madre se aproximó a la mesa de concreto y después de hurgar por unos minutos por debajo de ella, saco una pequeña pistola y volvió a su lugar en frente de todos nosotros junto a Diego.
— ¿Amor, me das el placer de explicarles? —Preguntó a Laurent y este asintió con la cabeza—. Lo que iba a decirles Diego era que todo esto fue planeado ¡Oigan no nos miren así! —Dijo la psicópata de mi madre al ver mi cara y la de Margarita—. Nosotros nos amamos y gracias a nuestro Dios es que estamos juntos; cuando yo vine al funeral de su hija no solamente hablamos de que lo que teníamos escondido, sino también él me convenció de seguirle en este fin tan placentero —.Expresó mientras se reía.
—Por lo tanto decidimos secuestrar a Nunes porque los dos teníamos una cuenta pendiente con él, a Fareli por entrometido, a tus familiares—, dijo apuntando a Margarita quien lloraba y la maldecía—, fue solo para torturarte, la muerte de Fernández ya estaba preparada aunque queríamos hacerle sufrir, la muerte de la pequeña Eli la provoco ese maldito, la muerte de Marivel y Marissa también las provoco él, aunque solo fueron por distraer y en la de mi hermano yo pedí a Fernández que ofrendara y orará de alguna forma Satán para que muriera y no le revelara la verdad a Bernie —, dijo mi madre aun con pistola en mano concluyendo su explicación.
— ¿Y cómo hiciste todo eso si no estabas aquí? —Pregunte y queriendo matarla pues esa no era mi madre.
—Yo no hice nada, Fernández fue quien nos contó pues Diego tampoco sabía, por eso quiso juntarse con el idiota del detective quien le creyó todo.
—Yo quise vengar la muerte de mi hija pero todo esto me pareció divertido así que deje seguir el juego. Y deje que mataran a mi familia, Fareli y a Bernie a quien siempre quise matarlo —. Añadió Laurent.
— ¡Malditos, hijos de puta, malditos sean! —Gritaba Margarita.
—Si lo somos. Somos todo lo que tú digas —.Dijo Annel de forma arrogante y luego le disparó en la pierna izquierda.
Luego diez de las diecinueve personas vestidas de morado, se acercaron una por una a Annel y profesaban canticos, luego mi madre a cada uno les preguntaba lo siguiente.
— ¿Listo para entregarte a Satán? —Ellos solo asentían y ella les disparaba en el cráneo con una puntería anormal. Yo solo escuchaba el caer de los cuerpos, sonando uno por uno hasta que pasaron diez estruendosas caídas, haciendo una montaña de cadáveres.
—Mi turno —, dijo Laurent y las nueves personas se arrodillaron en una fila vertical ante él, mientras cantaban y esperaban su muerte— ¿Espina dorsal o cráneo? —Preguntaba él antes de ejecutarlos y ellos indicaban que les iban a cortar.
Ahora además de los siete muertos que yacían en el piso ahora se sumaban diecinueve cuerpos más, diez asesinados y nueve decapitados haciendo de esto una maldita masacre de la que aún no me daba por salvado.
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Editado: 12.01.2023