—Recuerden que la magia surge de su mente y de su compatibilidad por lo que si no tienen el control total de su ser mágico, no lograran que les de todo su poder y si este no les da su poder, dejando de lado que serán débiles, podrían terminar lastimados o algo peor— Explico Cícero mientras su camaleón se quedaba sobre sus hombros., mirando asquerosamente a todos lados.
De nuevo, dando malos consejos pero ¿Yo que podía hacer?
—A menos que nuestra querida Bianchi nos indique algo diferente— Cícero se acercó a nosotros— Escuche que ibas por ahí dando consejos contrarios a los míos ¿Algo que agregar?
Ceres negó con la cabeza— No, señor.
Yo le dije que se limitara a Cleo y no creo que ella hablara, lo que significaba que no le había quitado el ojo de encima a Ceres desde el principio... Y no es que no notara la risa del príncipe.
El camaleón me miro mientras uno de sus ojos se movía hacia otro lado, lo que hizo hacer una mueca de asco.
Yo tenía un vecino como él que me caía mal, se creía mucho por ser un maldito abogado pero era un reverendo pendejo. Y si, estaba visco y la gente visca es agradable pero ese tipo en específico, no.
—Casi tan pendejo como tú…— Susurré, y me di cuenta de que de nuevo abrí mi boca, tanto que el camaleón me miró fijamente, con ambos ojos, mientras sacaba su larga lengua por sus labios reptilianos.
Nos quedamos mirando unos segundos que parecieron eternos, entonces sus ojos se movieron a otro lado, cada uno a diferentes lugares y le dijo algo al profesor que tuvo que ir a apoyar a un alumno que aparentemente estaba teniendo problemas con su ser mágico.
—Ese maestro te acosa ¿Le gustarás?— Pregunto Cleo.
Ambas se estremecieron y Ceres hablo— Espero que no.
En ese mundo no son tan raras las parejas con diferencia de edad por el hecho del estatus pero ese tipo no era lo suficientemente importante como para pedir la mano de una Bianchi.
—No pensemos en eso— Agrego Ceres— Mañana es fin de semana ¡Hay que visitar la ciudad!
— ¡Cierto!— Cleo se mostró muy emocionada.
La verdad es que el Reino de Fos, la parte central no era una zona increíblemente trabajada en el juego, de hecho era una zona donde podías comprar algunas cosas que no podías comprar dentro de la tienda escolar y donde encontrabas zonas para tener citas con los príncipes.
En algún punto hasta podías ir ahí de noche, lo que lo hacía más emocionante.
—Eso me recuerda— Ceres se mostró un poco avergonzada hacia Cleo— Quede de comer con alguien.
— ¿En serio? ¿Un chico?— Los ojos de Cleo se iluminaron.
—Claro que no— Ceres negó con la cabeza, un poco avergonzada— Es… Bueno, es Artemisa.
— ¿Artemisa? Ya veo…— Cleo frunció los labios— Supongo que no podre acompañarte, seguro que va…
—No, Dafne no va, de hecho solo vamos nosotras— Le explico Ceres.
— ¿Solas? Ya veo… Bueno, entonces solo ten cuidado, ella… He escuchado rumores de que busca hacerse amiga de gente famosa y poderosa— Le dijo, lo que encendió nuestras alarmas, pues era algo que ya habíamos escuchado en algún lado.
¿Dónde habrá sido? Que se note el sarcasmo…
—Estoy segura de que ella no es así— Ceres la defendió pero no pudo evitar mostrarse incomoda.
—Bien, solo quería advertirte sobre eso y…— Cleo apretó los dientes— Ten cuidado, no sé si tus padres… ¡No importa, olvídalo, seguro lo estoy sobrepensando mucho! ¡No somos iguales al final!
Ceres le miro con una ceja levantada— ¿A qué te refieres?
—No te preocupes— La chica negó con la cabeza y se concentró en usar su magia con ayuda de su ser mágico, lo que provoco que Ceres se apartara un poco de ella, aun mostrándose confundida.
— ¿Tú…?
—Sí, más o menos pero no es mi deber explicarlo— Me encogí de hombros.
—Estoy harto de esas respuestas a medias, de ambos— Dijo la chica, haciendo una mueca.
Algún día lo entenderás pero como alguien de fuera de la historia, lo mejor que podía hacer era que ella lo entendiera mejor cuando las cosas exploten porque… Estaba seguro de que explotarían.
Las emociones humanas, siempre tan complejas y molestas pero tan divertidas cuando no te involucran… Por eso dejaría que exploten más adelante.
— ¡Señorita Bianchi!— Grito Cícero— Póngase a practicar, por favor, y si ya lo sabe, no distraiga a sus compañeros ¿Me haría ese favor? ¿O tiene un consejo para toda la clase?
—No, lo siento…— Dijo Ceres y me miro, como preguntándome si estaba listo y bueno, yo siempre estoy listo y más para presumir.