Mi mamá y yo solíamos ir juntas los domingos al palacio y al museo real, aunque más bien era una costumbre que tenemos desde mi abuelita y que, admito ya no cumplimos a rajatabla pero que tratamos de hacer cuando podíamos. Ella siempre nos decía que se sentía muy en paz estando ahí lo que en realidad no era difícil de entender.
De alguna forma, yo también encuentro paz ahí pese a lo ruidoso que puede llegar a ser a veces.
Pese a ser el hogar de los reyes, la verdad es que todos podían entrar y pese a que no llegábamos a los pisos más arriba, donde estaban los peces gordos que trabajaban para nuestro bienestar, los pisos de abajo siempre era un espectáculo.
—Así que te gusta el arte ¿Verdad?— Pregunte con cierta curiosidad hacia Cleo.
—Especialmente ese dibujante— Cleo se encogió de hombros— Amo como cada trazo que hace parece que está vivo pero al mismo tiempo todo parece tan falso, digo, es raro pero es casi imposible que las cosas más simples tomen un rumbo extraño con él. Como si cambiara la realidad…
No supe que decir.
—Te entiendo, a mí también me gusta la imaginación de ese dibujante, como expresa cosas imposibles con cosas normales, a veces parecen cosas que podrían pasar en el futuro pero otras veces parecen cosas imposibles que pasen y otras son cosas cotidianas que no deberían ser tan raras— Le dijo Dafne con los ojos brillantes— ¿Viste el último cuadro que pinto?
— ¡Sí! Es muy hermoso— Cleo asintió varias veces con el mismo brillo en sus ojos.
— ¿Tu si sabes quién es?— Preguntó Ceres a mi lado, inclinándose hacia mí.
Desde el momento en que me dijo que me veía bonita, no pude evitar mostrarme un tanto tímida con ella. Se sentía raro y no es como que no me hayan llamado así antes pues mi mamá lo hacía siempre pero con ella se sentía diferente.
Mi rostro se calentaba y me sentía sudar ¡Y no quería sudar!
—N-no— Admití en voz alta, apartándome solo un poco para no verme grosera.
—Solo conozco lo básico, te lo explicare más tarde pero bueno, al menos ya tiene a alguien con quien hablar de eso, o sea, de forma que la entiendan— Ceres esbozo una hermosa sonrisa.
— ¿De qué hablas?— No pude evitar preguntar pero bien pudo ser que me deslumbro mucho y no quería que dejara de hablar.
—Bueno, me ha contado sobre lo que le gusta, la pintura, los artistas y curiosamente los conozco pero a mí nunca me ha interesado eso así que tampoco puedo ayudarla mucho cuando se suelta pero con Dafne, bueno, parece que está bien— Ceres se encogió de hombros, lanzándole miradas a las dos chicas que se habían adelantado.
—Si, a mí también me alegra que Dafne este así de feliz…— Yo también esboce una sonrisa leve.
El viaje en carro desde la escuela al centro de la ciudad fue bastante tranquilo, de hecho pude ver ese lado de Dafne que se emocionaba por todo, lo que me hizo sentir muy bien. Esperaba poder llegar a eso con ella también y especialmente con Ceres.
¿En qué estoy pensando?
El castillo era increíble, siempre lo pensaba cuando lo veía.
Era un edificio enorme, muy alto, siendo lo más alto, de hecho, una torre que tenía un reloj en la punta y con estatuías de seres alados en los costados, por otro lado, tenía muchas ventanas que parecían de colores y todo estaba pintado de blanco con detalles dorados que bien podrían ser oro pero también podrían no serlo. El edificio parecía adelgazar mientras más subía siendo la parte más baja la más grande y era donde la gente común podía ver arte y demás cosas que se exponían. El museo real.
Rodeándolo había zonas verdes en forma de estrellas con todo tipo de flores y árboles que se alzaban hasta donde podían. Había algunas farolas apagadas y muchas pancartas que promocionaban lo que se estaría expandiendo dentro del museo.
Como siempre, había mucha gente, aunque la mayoría eran plebeyos, fascinados.
—Nunca entre por aquí— Admitió Ceres a mi lado mientras caminaba, como arrastrando los pies.
—Imagino que tu usarías la puerta vip— Señale.
—Sí, eso debe ser— Ceres asintió un poco, lo que me recordó que ella era una noble a diferencia de mí.
—Si eres tan importante ¿Por qué hablas conmigo? O sea, no solo tú, todas…
—Pues porque queremos ¿No?— La chica se encogió de hombros.
No pude evitar sorprenderme por su respuesta y tampoco pude preguntar otra cosa.
— ¡Vamos, chicas, por aquí!— Dijo Dafne tomando mi mano para arrastrarme— ¡Te enseñare algo increíble!
Cleo y Ceres terminaron juntándose para hablar de las obras o eso pensé pues ya no escuche nada.
Eso de nuevo me saco una sonrisa. Quizá lo estaba pensando mucho.
Finalmente entramos al edificio el cual era mucho más increíble, pues los pilares blancos se alzaban unos treinta metros, cada uno de ellos con destellos dorados en algunas zonas, con ventanas enormes de colores que dejaban entrar una hermosa iluminación natural. En las paredes muchas obras de arte se levantaban e incluso estatuas rodeadas de cordón de seguridad y donde la gente se reunía para hablar y apreciarlas. En general era un museo increíble y se extendía a otras zonas con invernaderos e incluso una zona con actividades que podrías realizar con tu familia.