“Qin Shi Huang era un hurón dorado con los bordes de sus ojos blancos y un sombrero de palma con un cascabel en uno de sus bordes. Un ser mágico bastante peculiar pero que había llegado a considerar mi amigo aunque él siempre decía que yo era su sirviente.
Aún recuerdo la primera vez que nos vimos, durante nuestro ritual de unión.
—Mi señor, juntos seremos los gobernantes de este país— Me dijo el hurón haciendo una reverencia.
—No quiero llegar a ser rey— Fue lo primero que dije, levantando mi mano en señal de disculpa.
— ¿De qué habla? ¡Me invoco! Debe saber que yo solo serviré a un rey así que mientras te conviertes en uno, tú me servirás a mi ¡Seremos los reyes más grandes que el mundo jamás haya visto!— Dijo Qin con emoción mientras apuntaba hacia el frente de forma dramática.
Desde ahí, admito que todo fue muy divertido.
Qin tenía la capacidad de levantar una barrera conocida como la Gran Muralla que defendía de cualquier ataque además de que tenía la capacidad de volverse una lanza si así lo quería.
En general nos centramos en habilidades para proteger a grandes grupos y debido a que mi papa era miembro del ejército real. Nuestro entrenamiento era constante y duro pero ambos éramos capaces de soportarlo.
—Estoy agotado— Dije dejándome caer en la cama.
— ¡Pero hoy lo hicimos genial, mi señor!— Dijo Qin sonriéndome mientras se cruzaba de brazos con una expresión orgullosa.
—Eso me recuerda— Dije y me levante para entonces sacar de mi baúl un pequeño sombre cónico pequeño hecho de palma— Te lo hice con ayuda de mi mamá, ya sabes, para reponer el que perdiste.
—Señor— Qin esbozo una leve sonrisa tomándolo con cuidado— No era necesario…
— ¿De qué hablas? Los reyes no pueden tener quemaduras— Le dije sonriendo un poco y mostrándole que yo también me hice un sombrero igual— Ahora ambos nos protegeremos del sol como dignos reyes ¿Qué te parece?
Qin se lo coloco— Muchas gracias, digno de un rey.
—De nada— Fue lo único que le pude decir pero jamás olvidaré la sonrisa que me dio.
— ¡Bueno, entonces seamos los mejores gobernantes del mundo!— Qin se mostró motivado de nuevo.
La realidad es que para mí, Qin era mi mejor y único amigo, quizá porque me la pasaba entrenando gracias a mi papá y no tenía oportunidad de salir a jugar con mis amigos pero incluso si era así, yo era feliz con su sola compañía.
— ¡Vengan a tomar un descanso!— Nos gritó mi mamá.
Mi mamá, Katy es una mujer con los cabellos plateados y unos ojos oscuros profundos, de tez clara, labios delgados, nariz respingada. No era delgada debido a que ella misma entro a los entrenamientos del ejército lo que la ayudo a ganar masa, todo esto, antes de casarse con papá.
Mi papá se casó con ella y la saco del ejército, algo que aparentemente causo problemas al principio pero el que se amaran al final pudo atenuar sus asuntos. Eso y un trato que ambos hicieron.
Mamá aun regresaba de vez en cuando a trabajar aunque a papá no le gustara.
—Deben alimentarse bien— Nos dijo.
—Señora, el que nos alimente salvara el mundo— Aseguro Qin tomando un poco de comida. Los seres mágicos no necesitan comer pero él parecía feliz de comer y mi mamá siempre le preparaba algo.
—Lo sé— Mi mamá le acaricio la cabeza— Al fin y al cabo ustedes serán los reyes ¿No?
—Usted lo ha dicho— Dijo Qin con orgullo.
—Entonces deben tomarse descansos más a menudo ¿Si? Si un rey llega débil al trono, entonces no podría ser un gran rey ¿No están de acuerdo?— Mi mamá me acaricio la cabeza ahora a mí— Vayan a descansar cuando terminen de comer.
—Usted habla con sabiduría— Qin se mostró de acuerdo.
Al final regresamos a nuestro cuarto para descansar.
— ¿Qué pasa?— Pregunte mirando a mi compañero con atención.
—Solo estaba pensando que debes vivir mucho— Dijo Qin girándose hacia mí, cruzándose de brazos— Los reyes deben vivir mucho tiempo para dejar su huella en la historia y en la gente que los rodea.
—Supongo que sí.
—Es una promesa— Dijo el hurón estirando la mano hacia mí.
Era la primera vez que lo veía tan serio así que estreche su mano— Es una promesa.
—Bien, entonces convirtámonos en el gobernante inmortal— Dijo Huron con una gran sonrisa.
—Supongo que sí pero de momento ¿Qué tal si vemos la serie que estábamos viendo?
— ¡Claro!— Qin se acostó a mi lado y se cruzó de brazos sobre su cabeza— Atiéndeme, necesito algunas botanas y que le subas porque el capítulo de hoy estará bueno o eso espero…
—Te adelantaste ¿Verdad?— Le mire acusadoramente.
—Imposible, jamás te traicionaría— El hurón mentía y se notaba en su orejas pero no dije nada, solo pudiendo esbozar una leve sonrisa.
Para aquellos que venían de una familia de guerreros y soldados, no era raro que estuvieran un par de niveles adelantados sobre todos, sobre todo al nivel de control mágico, por lo que al igual que Ceres cuando entro, ya podía usar mi magia y mi arma con facilidad.