Hablemos de lore, uno que de hecho, no viene en el juego principal. Bueno sí pero aparte de mí y los lorecrafters ¿Quién diablos se pone a leer los coleccionables que se encuentra durante un juego?
Por un lado existen los seres mágicos como Equidna quienes obtienen poder con el tiempo, se vuelven independientes, demasiado fuertes y luego están los que ya eran independientes desde el principio debido a su gran poder.
Ahí entraban los Cuatro Desastres Naturales, seres mágicos que eran tan poderosos que estaban conectados a los cuatro elementos y causaban, como no, desastres naturales increíblemente destructivos relacionados a estos elementos.
— ¡¿Es el señor de los Temblores?! ¡¿Cómo diablos llego aquí?!— Ceres retrocedió un poco, cayéndose por poco de no ser por Minerva que de nuevo la sujeto con habilidad.
—Buena pregunta, señorita pero mejor irnos ahora— Negué con la cabeza.
Las chicas reaccionaron para comenzar a correr pero yo tenía un mal presentimiento así que miré por encima de mi hombro más veces de las que hubiese querido.
El Señor de los Temblores nos miró, estoy seguro, entonces se levantó en dos patas y tras unos segundos, se dejó caer, provocando un temblor que derribo a las chicas. Lo más peligroso fue la onda expansiva que vino con el golpe.
Nadie pudo reaccionar así que yo levante la defensa pero admito que me hizo retroceder… Un poco.
Cuando los escombros dejaron de caer, note que parte de la barrera de la escuela y también el suelo estaban destrozados, con varias capas de roca levantadas y formando grandes fragmentos que parecían salir de la tierra.
Ese fue un ataque directo.
— ¿Están bien?— Preguntó Minerva, entonces abrió los ojos al ver los restos del ataque, notando que el caballo gigante ahora estaba frente a nosotros, con una mirada que denotaba peligrosidad. Ojos vacíos y bufidos molestos.
¿Venia por nosotros? ¿O por mí? ¡Mierda, esto no pasaba en el juego!
—Vamos, levántense…— Les insistí.
— ¡Es un locura!— Dafne estaba aterrorizada.
— ¡Vamos, vamos!— Artemisa la sujeto para levantarla y seguir corriendo.
Mire de nuevo sobre mi hombro pero el monstruo ya no estaba, entonces levante el rostro solo para ver su gran figura sobre nosotros, listo para aplastarnos a lo que no tuve más opción que activar la combinación de Ceres conmigo de forma brusca.
No quedo más opción que activar Perséfone.
El caballo reboto sobre nosotros, apartándose de forma brusca, generando poderosos temblores que levantaron más el terreno. Por otro lado, nosotros terminamos de rodillas, temblando del esfuerzo.
— ¡Diablos, no hagas eso!— Ceres se quejó.
—Era eso o que todos muriéramos…
El caballo con contemplo bufando y no solo él, también las chicas detrás de nosotras. Nadie hasta ese momento había visto el cambio de armas de Ceres. Aunque seguramente nadie lo había visto antes.
De cerca se veía todavía más impotente, parecía estar en los huesos y sobre estos descansaban capas de tierra con musgo creciendo por todos lados. Parecía estar húmedo por todos lados y sus cabellos eran grandes ramas y enredaderas filosas. Su cráneo parecía rugoso y sus ojos brillaban de un color rojo como flamas.
—M-mierda— Ceres estaba temblando y no la culpaba.
Artemisa parecía lista para pelear pero Zeus negó con la cabeza. Ella estaba al borde de las lágrimas.
El caballo de nuevo se levantó con dos patas y se preparó para golpearnos con sus corsés a lo que de nuevo tuvimos que protegernos, aunque esta vez usando también el bidente que nos ayudó a disipar todavía más el impacto.
Era tan magnifico como para obligarnos a usar dos armas.
—Eres increíble— Minerva tenía los ojos muy abiertos.
—Ni tanto, hay que correr— Ceres estaba sudando. En eso estábamos de acuerdo.
El caballo volvió a bufar, entonces comenzó a pisar con fuerza, tanta que los temblores nos recorrían el cuerpo, destrozando el terreno y lanzando a todos hacia atrás, incluso a nosotros que estábamos más afianzados al suelo que cualquier otra cosa.
Cuando fuimos levantados tras otro impacto de los corsés contra el suelo, el caballo nos pegó una patada que nos lanzó contra un edificio de la escuela, destrozando una pared con el impacto, y dejándonos enterrados contra los escombros.
Ceres termino tosiendo, escupiendo saliva.
—Yo recibí la mayora ¿Estás bien?— Pregunté.
— ¡¿Me veo bien?!— Ceres se erigió, haciendo una mueca de dolor. Pese a que era verdad eso de que yo recibí el impacto en su mayoría, notaba algunas contusiones fuertes en su cuerpo. Increíble que no llorara— ¿Qué diablos con ese monstruo?
— ¿Quieres la verdad? Puede que venga por mí…
— ¿Bromeas? ¿Y eso porque?
—No lo sé, solo lo siento, me veía, nos veía…
— ¿Otro como Equidna?
—Imposible, nadie podría controlar a uno de los Cuatro Desastres Naturales…— Negué con la cabeza.