Los secretos de La Colmena

Mata abeja


 


—Ad homninem, Hic et num —la voz femenina que llega desde fuera del refugio solo me llena de intriga y enciende todas mis alertas.

—¿Cómo te atreves a usar el lema de un mata abeja, sucia desterrada? —pregunto abriendo la rendija de la puerta y mirando a Coral, quien por supuesto, está vestida al más puro estilo de los años 60, como le encanta, se proyecta inocente en esa imagen de niña cineasta y sus labios rojos contrastan tambien con sus pecas. Su belleza es veneno.

—¡Ay Daniel querido! ¿Cómo esbposible que te atrevas a decirme así sabiendo que que un chasquido podría moverte los músculos?

Abro la puerta, me paro delante de ella y cruzo mis brazos para darle mi postura más intimidante posible.

—Ya no soy ese niño de 19 años Coral, no puedes tan siquiera intentarlo, aunque no voy a negar que muero por que me desafies.

—Te crees demasiado Daniel...

—Es porque ya soy un líder, y mis poderes sobrepasan los tuyos.

—Ustedes los mata abejas se creen la gran cosa cuando se autoproclaman líderes... no son más que títeres fuertes a quienes pusieron delante de un grupo de personas, los manejan y agachan si cabeza. Ustedes no son líderes.

—Lo dice una desterrada que no tiene a quien dirigir, alguien que fue tan mal líder que no tiene más que una marca inservible. 

Coral no se inmuta, ella siempre tranquila, con la sonrisa malévola y las manos posadas de forma elegante, en posición de ataque, pero con sutileza brindado tregua. 

—Igual que el sacerdote, pero sexy, ¡Ay Daniel! te ves tan bien cuando intentas amenazar, sin embargo, las palabras se te acaban tan rápido, ¿Crees que no me doy cuenta que buscar un mínimo fallo en mi para atacar en cualquier momento?

Aprieto mis dientes entre lo que ella chasquea, para que dos mujeres vestidas de harapos negros aparezcan a sus costadas, ambas, con los dientes negros y la mirada cargada de odio hacia mi. 

Doy un paso atrás, porque el olor golpea mis fosas nasales por lo que instintivamente intento alejarme de ella. 

—¿Qué mierda haces invocando a brujas muertas?

—¿Por qué le hablas así a mis amigas Daniel? Si mal no recuerdo te gustan las brujas...

Muevo mi cabeza intentando alejar el mal recuerdo de las invasoras de mi pueblo, las brujas malditas fueron las culpables de que mi nación se desplazara a las ciudades, alejándonos de los originarios protectores, y por ende de Eirú y los 7. 

—Si tus brujas se me acercan las voy a destruir y no me importa que maldición se impregne en mi por ello.

Coral ríe seductora y sutilmente, se acerca a mi, y mis sentidos se ponen en alerta en un segundo, siempre olvido que dsta mujer no solo es poderosa, sino que también trabaja con magia fuerte y prohibida para cualquier ser vivo.

De sus dedos salen hilos de color lila que se posan en mi, pero de inmediato los desintegro con un solo movimiento.

—Querido Daniel Guembé... yo no soy tu enemiga hoy, yo vengo como una aliada, y estás brujas muertas son un regalo para ti, mi querido mata abeja.

Posa sus dedos en mi mejilla y siento la corriente eléctrica pasar de ellos a mi, intento revertirlo, pero en ese instante tengo una visión.

La entrada del bosque de los espíritus, sangre bañando mi cuerpo, una daga de oro y el sonido de los lamento de abejas tras mío.

Mis ojos vuelven a Coral quien me ofrece una mirada llena de emoción y pucardia, es ella quien me muestra un futuro posible.

—Ustedes quieren llegar al bosque para tener un trato con los originarios y los desterrados solo queres que La Colmena pierda sus privilegios. Daniel, estoy segura que esto si no te convence a ti, le convencerá al sacerdote, o quizás a la cazadora, si no es contigo el trato, encontraré  con quién... pero así como veo brillar tus ojos, estoy segura que me vas a aceptar.

—¿Cómo sé que no es una trampa?

—Es evidente que lo es Daniel, yo quiero algo más, ustedes quieren algo más, pero yo no sé que quieren ustedes y ustedes no sabrán que queremos nosotros, solo vengo a hacer un trato, uno de intercambio, uno que no servirá a mi pueblo y al tuyo.

—Escucho.

Coral se relame los labios, y se ve sensual haciendo eso, ladea la cabeza, dejándome ver su cuello mientras se quita el bleiser que tiene para dejar ver al mundo el escote bien pronunciado que tiene.

Cuelga el bleiser en su brazo y mira a mis ojos, en una mezcla de seducción y dominación.

—Tus ojos azules son tan intensos Daniel, ya te he dicho que me encienden.

—¡Al grano! Que interrumpes una ceremonia de iniciados... —espeto con rabia.

—¡Ayyy! ¿Tu pequeña hermanita ya será mata abeja?

—¡No! Y manten lejos tu ser de ella Coral, con esa condición, yo trabajaré contigo, no quiero a Jazmín metida en esto.

—Mmmm mata abeja responsable cuida a su tesorito, ayyy, en fin, la dejo, no me interesan ustedes yo solo quiero que me des sangre Daniel.

—¿De algun Gianti? —pregunto poniendo los ojos en blanco, recordado a Thalia por alguna razón.

Llevo una mano al cabello y me lo peino con los dedos mientras intento alejar la imagen de la chica.

—No... quiero un Ario y a un Arikú.

Coral se contonea, como si la situación fuera placentera, yo en contra partida aprieto fuerte mi mandíbula y niego, no me puede pedir eso.

—Es más fácil que te de un Gianti antes que un Arikú Coral, a Orkias me pides cazar, y los Ario, ¡Por favor! Por meses he estudiado a Zunú y Anastasia, son imbatibles.

Coral ríe y las brujas con ella, se aleja de mi unos pasos y comienza a rodearme, mierda, no traje ninguna reliquia de protección.

Mi cuerpo se paralizó, tal como lo sospeché, me metió en un circulo de energía mágica, para tenerme de rehén.

Se pone tras mio, apoyando mi espalda a su cuerpo, un brazo rodea mi abdomen. Y la mano libre está está en mi cuello.

Su respiración agitada da contra mi oreja, y no voy a negar que esta mujer puede convertir esta situación al borde de la muerte en lo más exitante.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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