Los secretos de La Colmena

Marcados


 



 

Sus labios son realmente calidos, sus brazos fuertes y su aroma cautivador.

Sí, no deberíamos estar haciendo esto, pero encontramos esa zona gris, en donde se puede doblar una regla para llevarla a nuestro favor. Luriel es bueno haciendo eso.

A cada suspiro enloquezco y solo quiero más, quiero que me lleve hacia él, que su cuerpo siga tan junto al mío, porque me embriaga por completo su intensidad.

Sus dedos metiéndose entre mis cabellos mientras yo acaricio su espalda. No hay nada de ternura en nuestros momentos, y la verdad es que así me gusta.

Me derrito ante el movimiento de su cabeza, a los arranques de gruñidos que salen de él cuando muerdo su labio.

Sabía que me quemaría desde el segundo uno al estar con él, y no me importa mucho que digamos, me tiene loca, como yo lo tengo a él.

El beso intenso se detiene de forma abrupta cuando ambos escuchamos las hojas secas ser pisadas, me toma de la mano y nos refugiamos tras un árbol, estaba a punto de hacer una invocación de invisibilidad hasta que veo a Aguará y Jaguareté en su forma animal, suelto el suspiro retenido y Luriel también.

—¡Chicos! Nos asustaron —dice él, sin soltarme la mano y llevándome de nuevo hacia su cuerpo para darme un abrazo.

—Lo sentimos, pero veníamos a avisar que ya los están buscando... —habla Aguará —. Y preferimos interrumpir nosotros a que vengan otros a...

—Descubrir que se estaban comiendose... —dice Jaguareté sin anestesia alguna.

Aguará muerde a Jaguareté y suelta un rugido, pero Luriel y yo solo reimos.

—Gracias por avisar niños —dice él acariciando la cabeza de Jaguareté quien suelta un ronroneo.

Y la verdad que debemos dar las gracias a ambos porque en el momento justo llega Yara con la profesora Sadda.

—Guerrera, Cario... —saluda la profe, Yara repite el gesto, pero no es capaz de mantenernos la mirada ni de hablar —. Ya empezará la ceremonia y Orkias solicita de ustedes.

—¡Sí profe! —respondemos al unísono.

Yara mira a Luriel, se muerde el labio y se gira junto a Sadda. Luriel sin embargo sigue acariciando a Jaguareté en la cabeza sin prestar atención.

Siempre intento no prestar atención a esos actos de provocación que son varios al día.

Es más, en ocasiones intento dejarlos solos, no por ellos, sino por mi, porque no quiero ser la loca de los celos, pero termino comportándome como una, porque ni bien regreso al cuarto lo primero que hago es ver si Mirena está allí.

A veces me entran las dudas y siento que en cualquier momento él podría irse con ella, a pesar de que no me dió ni medio indicio de ello.

Supongo que apesar de estar casi 7 meses juntos, aun no me lo creo, aún no comprendo como fue que terminamos juntos.

—¿Estás bien? —pregunta besando la palma de mi mano. Suele hacer eso y creo que es lo único tierno que tengo, porque luego todo es fuego.

—Sí, anda vamos que Orki nos espera.

—¿Por qué me mientes Iracema?

—No quiero sonar ridícula, eso es todo —las palabras salen entre dientes y me cuesta decirlo, pero es verdad, no quiero verme desesperada o hacerme películas estúpidas.

—A mi no me interesa Yara Ira... —rodea mis hombros y se acerca a mi oído derecho —. Y no te verias ridícula mi amor. Nunca, enojada, despeinada y celosa, todo es perfecto en ti, solo, no me mientas Ira, no lo hagas.

—Yo no te miento Luriel, solo te oculto lo que me pasan.

—Comprendo que hay cosas que debes guardar para ti, pero todo lo que tenga que ver con como te sientes conmigo, dime, porque lo que menos quiero es que te sientas mal, por mi causa.

Le ofrezco una sonrisa y asiento para que él quede más tranquilo.

Ahora lo único que me preocupa, es que hay algo que no se lo puedo decir, y que esa mentira me ha torturado por 7 malditos meses.

Mi trato con el 4to y el silencio que he guardado para que él no se entere de todas las invocaciones de protección que tiene a su alrededor, de las veces que fui a su casa para dejar alguna reliquia o algún espíritu de protección.

En teoría no debería molestarlo, o sea ¿sería un motivo para enojarse conmigo? A estas alturas ya no lo quiero averiguar, y me excusa es que trabajo para los 7 y punto.

La caminata la hacemo en silencio, pero de esos cómodos calidos, en el que sabes que vas seguro y bien acompañado. Entramos al edificio del internado y subimos al último piso acompañados de Jaguareté y Aguará, cuando llegamos junto a Orkias, él nos recibe con una gran sonrisa.

Vestido de Armani, a veces no logro asociarlo a ese buen traje, creo que me quedé con la imagen de profesor rebelde, se me olvida que ahora es el rector, y vaya que eso trajo diferencias en él.

El el cuarto se huele a flores de azahares y Jazmín, se encuentran una gran cantidad de profesores y personas con caras nuevas que imagino son los padres de los que están hoy a punto de ser marcados, supongo que el año pasado esto mismo pasaba aquí, nuestro padres viendo el espectáculo de la noche.

Recuerdo cuanto miedo me dio cuando las luces se apagaron, el ataque de pánico que tuve y que solo en los brazos de Luriel se esfumó, en ese momento supe cuan peligroso era estar cerca de él y lo poderoso que eran sus abrazos, porque allí, aferrada a él, encontré paz en medio de mi desesperación.

—Bienvenidos al mirador —Orkias me pasa una botella de agua con gas y a Luriel una de agua tónica, increíble que se acierde de estos detalles. —Los invito aque se acerquen a las ventanas, el espectáculo va a comenzar. ¡Nunca me canso de esto!

Luriel y yo vamos corriendo como niños en dulceria y el escenario en verdad es imponente desde aquí, las decoraciones, las luces, las personas, la música que llega vibrando desde el suelo, se siente tan genial.

—¿Esa es Anastasia? —pregunta Luriel apuntando a la chica que se encuentra en una esquina vestida en un traje blanco, simplemente la reconozco por el nuevo peinado que lleva.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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