—¿Cómo amaneciste hoy Solei?
Orkias pregunta tras la puerta, yo solo me estoy viendo al espejo, con la respiración entre cortada, el sabor amargo en mi garganta y el corazón latiendo con fuerza.
—No muy bien —digo apretando los ojos, aún faltan 2 minutos e intento centrarme en el cepillado de dientes.
—¿Quieres que te lleve al doctor? Puedo dejar a Cariem a cargo de los marcados de hoy.
—No, en verdad lo que tengo... lo descarto en un minuto más.
—¿Cómo? —pregunta abriendo la puerta.
Acabo de enjuagarme la boca, él frunce el entrecejo y queda quieto intentando descifrar que es lo que ocurre, hasta que sus ojos dan con el aparato que está sobre la mesada de marmol.
Vuelve a mirarme, esta vez con más asombro, el ceño fruncido desaparece a medida que se acerca a mi.
—¿Ya podemos ver? —su expresión se llenó de Ilusión, y a eso me derrite.
—Aún no... —susurro ya en sus brazo al momento en que me da un beso en la frente —. Ya va a sonar mi celular cuando podamos ver.
Quedamos en silencio, su corazón late con fuerza, yo cierro mis ojos acurrucandome en medio de su pecho para oírlo mejor, me gusta estar allí, me gusta sentir que somos poderosos, y saber que a pesar de los años, aún nos amamos.
Siempre me pregunté cómo es que no terminamos juntos, cómo es que no tuve la fortaleza de ayudarlo en su dolor.
Cada que lo veía el corazón se me achacaba por haber elegido un camino lejos de él, por haberlo dejado, sabiendo que nos amabamos intensamente.
Pero me acobardé, no fui capaz de sanarlo, y terminé saliendo con Mortel. No voy a decir que me arrepiento por eso, por que a pesar de las dificultades, y los engaños, fui feliz en algún momento con él, lo quise, lo amé, pero nunca como a Orkias, y creo que él era conciente de ello, por eso odiaba cada vez que venia al internado.
Ahora las cosas se sienten perfectas, o al menos en su sitio, me gusta estar con el amor de mi vida, me encanta saber que Orkias me quiere tanto como yo lo quiero a él y me duele mucho que esto no se haya dado antes. Desde el momento en que supe que mi matrimonio ya no daba más, sin embargo, volví a acobardarme.
El sonido de la alarma hace que nos separemos uno del otro, nos miramos a los ojos y él me da un beso profundo, se separa y apoya su frente en la mía.
—¿Puedo ver contigo? —pregunta con la voz temblorosa, yo afirmo con la cabeza.
Orkias toma el test de embarazo y lo tapa con una mano para no ver hasta que ambos estamos uno a lado del otro.
Mi corazón vuelve a agitarse, mis pies tiemblan y la felicidad me invade al ver la reacción de Orkias.
Lleva su mano hecha un puño a sus dientes y reprime un gruñido de felicidad, a mi por el contrario me toman todas las emociones desde la incertidumbre, el miedo hasta la alegría de saber que hay vida en mi.
—Solo dilo —digo entre risas al ver que se está reprimiendo todo lo que pasa en su cabeza.
Parece ser que acabo de descomprimir todo aquello que se estaba guardando, me abraza con delicadeza, y no tengo corazón para decirle que no hace falta ser tan sutil, solo lo dejo.
—¡Voy a ser papá! —me besa con euforia, entre sonrisa y algarabía, no para de dar besarme el rostro, los labios y el cuello, yo también estoy feliz, pero creo que él me supera —. ¡Gracias, gracias, gracias mi amor por darme este regalo!
—En realidad en regalo es mutuo Arikú... —sonrío, él me alza sobre la mesada del baño y mis pies quedan colgando, me siento increíble, la verdad, no es que lo haya buscado, pero que hermoso saber que ahora voy a traer al mundo a otros descendientes poderosos.
Si traer a los Gianti me hizo feliz e importante, porque traje a un apellido descendiente de los primeros Mestizos, traer a un Arikú al mundo, al descendiente de la misma Eirú me hace sentir increíblemente inmensa, bendecida y agradecida.
—¿Qué debemos hacer ahora? —pregunta desesperado —. Debes descansar ¿verdad? ¿Quieres algo? ¿Qué debo hacer?
—Respira... —Ordeno mientras lo abrazo para tranquilizarlo. Se hunde en mis pechos, intentando calmarse, pero al segundo siento húmeda la blusa que traía —. ¿Qué sucede Orkias?
Mi voz sale afligida, acaricio sus cabellos cuando los sollozos lo invaden y sé que este tipo de dolor mi poder no lo puede calmar.
—Voy a tener una familia Solei —dice separandose de ni y viéndome a los ojos entre las lagrimas caen por su rostro y mi alma se hace pequeña con esa afirmación.
—¡Mi vida! —lo vuelvo a abrazar y los sollozos provocan que su cuerpo se sacuda, yo no puedo evitar llorar, recordado la mala amiga que fui cuando lo dejé para irme del internado.
—Lo siento, lo siento, este es un momento muy emotivo para mi Solei, nunca pensé que seria padre y ahora... tengo miedo.
—Tranquilo bebé, yo también tengo miedo, pero por el mundo que nos va a tocar vivir, y que le toque vivir al retoño, sin embargo... será un Arikú, su padre es poderoso y su hermano mayor es el Cario...
—Y ni hablemos de las chicas quienes sacaron todo el carácter Merlis, lo sé, va a estar rodeado de gente que va a proteger su vida, desde ahora, ha tiene la mía a su disposición.
—Pero dejemos el miedo atrás, nosotros deberíamos ir ahora a un... evento de marcados y conocer a los nuevos protegidos del 7mo ¿no?
—O podríamos quedarnos a festejar... —besa mi cuello y automáticamente me enciende.
Sus manos masajean mis muslos con delicadeza, su lengua recorre mi cuello, y desciende de apoco hacia mis senos, estoy a punto de ceder ante su propuesta hasta que alguien toca la puerta del dormitorio.
—Rector, —La voz de Zunú llega —. Tenemos a los marcados en el gran salón, lo esperamos.
—¡Gracias Zunú! Ya voy —dice agachando la cabeza.
Vuelve a besarme, y aprovecho el beso para pasar mis dedos sobre las mejillas que siguen empapadas de lágrimas.
—Lávate la cara mi amor —Le digo y él obedece sin más, yo bajo de la mesada y voy hasta la ducha, quitándome la poca ropa que tenia.