Los secretos de La Colmena

Claro que puedo


 




 

Irina 7:40

—Hola ratoncita ¿Ya estas despierta?

Iracema 7:45
—¡Hola! Siiii ¿Qué tal neni?
 


 

Irina 7:45
—Cinco minutos tarde... ¿Por qué haces esperar a tu hermana? Quería hablar con papá y no contestaba, pero listo, ya lo hice.  ¿Qué haces? ¿ Estás también confinada en el cerro?
 


 

Iracema 7:45
—¡Perdón reina del mundo por no servirla correctamente! Y sí, estoy confinada. ¿Y a que se debe el honor de tu mensaje? 
 


 

Irina 7:46
—Me ofende que no te lo hayan dicho, me regreso al país, arribo en 18 horas. Mamá y papá quedaron en ir a buscarme. ¿Adivina, quién será la que rastrille el internado en busca de espías? 
 


 

Iracema 7:46
—¿Lo dices en serio?, ¿vendrás a aquí?
 


 

Irina 7:47
—Así es 🤪 ahora que ya lo sabes, espero que todo se solucione pronto para poder pasar un tiempo juntas antes de volver. Voy con un par de amigos quienes son de La Colmena y también ayudarán.
 


 

Una mezcla entre la tristeza y la felicidad se posó en mi, no lo podía creer, después de casi dos años vería a mi hermana al fin, aunque sea unas horas. Estoy tecleando con emoción y con una sonrisa de oreja a oreja olvidando que voy para mi entrenamiento junto a Anastasia, cuando me tropiezo con una roca y caigo en los brazos de mi tutora quién ni se inmuta cuando me reincorporo.
 


 

—Todos mis avances contigo, tirados al tacho porque vas por la vida enamorada —me reclama poniendo los ojos en blanco —. Es muy temprano para andar babeando por mensajes de Luriel, Ira. 
 


 

—Lo siento, y no son mensajes de Luriel...
 


 

Ella voltea y sonríe con malicia, cuando me apresuro a negar. 
 


 

—Estaba escribiendo con Irina. 
 


 

La sonrisa desapareció, Anastasia llevó las manos a los bolsillos, por un momento me hice a la idea de que odiaba a mi hermana, hasta que vi esa luz, la picardia y la nostalgia en su rostro. 
 


 

—¿Qué cuenta Irina? —Pregunta mientras arroja su bolso en el suelo y quita unos frascos de polvos y otros de hierbas, con un gesto me ordena sentarme sobre una roca a lado de uno de los árboles. 
 


 

—Llega en 18 horas, al parecer es parte del escuadrón de limpieza. 
 


 

Anastasia se frena, con dos botellas de posiones en sus manos, me mira y puedo ver ese pequeño brillo de esperanzas. 
 


 

—¡No! —digo de inmediato —. Ese brillo lo conozco Anastasia, así mismo miras a Thalia. Mi hermana solo viene unos días y con compañeros, no quiero que la acoses como lo haces con la mayor de los Gianti. 
 


 

—¡Ay, chiquita! Eres tan inocente ¿Verdad? —Se burla, yo parpadeo un par de veces cuando arroja un libro sobre mi regazo —. Tienes razón,  a Thalia Gianti la acoso, la miro y busco incomodarla adrede, pero a tu hermana Iracema... mejor guardo silencio. 
 


 

No comprendo las palabras de Anastasia, ella solo me rodea y comienza a tirar pétalos de flores blancas sobre mibformando un círculo, la veo marcar sus pasos, y en este acto, la inspecciono detenidamente, hasta que me fijo en el tatuaje que trae en la mano izquierda, con la que sostiene el cántaro de barro, entre el dedo índice y el pulgar, se puede ver un medio cometa, o sea, podría decir que es la cola del cometa, estaba rodeado de puntos, que podrían ser como asteroides. 
 


 

—¿Eras novia de Irina?
 


 

—Y ese es el poder de la intuición haciéndose presente en La guerrera. Pero no pongas esa cara Ira... no vinimos a hablar de mi. 
 


 

Frunzo los labios, porque ahora recuerdo que mi hermana tiene el mismo tatuaje en la mano. Y también que antes de ir a vivir a Mallorca pasó semanas llorando porque iba a romper con el amor de su vida. 
 


 

En ese momento yo pensaba que era un chico, y en mi mente odiaba al que le hacía eso a mi hermana. Pero luego entendí que nadie le hizo nada, que ella tomó decisiones para seguir sus sueños, y una de las cosas que debió sacrificar fue su relación.

A veces me pregunto si me pasará lo mismo con Luriel, si tomaré la decisión de ir al mundo, o quedarme el los bosques, o ser profesora en el internado y él elija algo totalmente diferente a mi. 
 


 

<<Los sueños son metas, Iracema, y a veces para alcanzarlas, hay que dejar cosas atras>> decía Irina cada que le preguntaba si nos extrañaría cuando vaya a vivir tan lejos.

Sé que aún me faltan tres años para acabar, pero ¿Qué tal si lo mío con Luriel dura y sólo acaba por que tomamos caminos dispares?

Varias veces me habló de ser escritor, que quería ir a Francia a estudiar letras, luego a Inglaterra y España. Se lo ve feliz contando sus sueños, sus ojos se le llenan de brillo. Y estoy feliz porque él sabe lo que quiere, sin embargo yo, aún no me decidido.

Muy por el contrario a Irina, ella sabía que quería ser arquitecta desde lo 8 años, recuerdo sus diseños, sus bocetos, todo lo que hacía, la Asturia favorita de la familia.

—¿La extrañas? —Anastasia irrumpe mis pensamientos cuando veo que ahora me cierra en un círculo de sal.

—No puedo decir que la extraño, cuando nos veíamos quizás 10 veces al año, pero si, me gustaría volver a verla.

—La vida del internado parece un asco cuando recordamos recordamos pasamos más tiempo dentro que fuera, pero créeme Ira, si no fuera así, no estaríamos en donde estamos ahora.

—No lo dudo —guardo el celular en mi bolsillo y me hago un moño cuando deja menta y hierbas aromáticas en el circulo de sal —. ¿No ibas a enseñarme algo nuevo hoy? —pregunto mientras muerdo mis uñas por los nervios.

—Es justo eso lo que vamos a hacer.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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